DEL COUCHING AL AUTOCOACHING CON INTELIGENCIA EMOCIONAL”

DEL COUCHING AL AUTOCOACHING CON INTELIGENCIA EMOCIONAL”

Tras la finalización de las diferentes ponencias que han constituido el curso, la principal conclusión que podemos extraer es que actualmente el “coaching” se está erigiendo como un sistema cada vez más utilizado para potenciar la capacidad de autodescubrimiento de las personas, principalmente en el plano profesional, aunque también puede utilizarse en otras áreas (educativa, personal, etc…). El coach, es principalmente un guía que ayuda y acompaña en este proceso de autodescubrimiento al coachee. Mediante sus competencias y teniendo en cuenta al cliente en sus distintas dimensiones (emocional, mental, lingüística, etc.) le ofrece las claves y estrategias para alcanzar el objetivo o meta acordada. Es importante resaltar también la relación del cliente con el entorno y promover en éste tanto la reflexión como el incremento de consistencia en la toma de decisiones.

En cuanto al uso de la Inteligencia Emocional en el proceso de coaching, permite no solo facilitar y expresar emociones, sino también comprenderlas, conocerlas y regularlas en la persona misma y también en las demás. Podríamos decir, que la gestión de las emociones desde la Inteligencia Emocional podría llegar a convertirse en un hábito, en una manera  de ser, mas que en una manera de pensar, entroncando con la corriente de la Inteligencia Emocional que la identifica con tener hábitos emocionalmente saludables y como rasgos de la propia personalidad (la primera corriente simplemente admitiría pensar y razonar mejor sobre las emociones), tal y como expuso el profesor J. Carlos Pérez González en su intervención sobre este tema.

Un aspecto muy importante a la hora de acotar el trabajo que hace el coach es recordar que no trabaja valores, ni mucho menos se adentra en cuestiones patológicas, ámbito reservado para profesionales de la salud como son los psicólogos clínicos y psiquiatras. El coach no da consejos. Lo que hace es ayudar a descubrir al coachee la manera de alcanzar su meta.

Pero ¿en qué consiste el coaching? Podríamos decir que es un proceso enfocado del presente al futuro y que consta de distintas fases, comenzando por un acuerdo o alianza, dentro de un marco específico en el que el coach debe aceptar al coachee, respetarlo, no juzgarlo y ganarse su confianza.  La siguientes fases serían la exploración conjunta del objetivo a alcanzar, el establecimiento de un plan de acción, la evaluación del mismo para vislumbrar si se han alcanzado los objetivos acordados y por último también sería recomendable la auto entrega de premios, que puede ser simbólicos (un tiempo breve de descanso) o más específicos (unas vacaciones, un objeto material,…) A veces el premio también podría considerarse el alcance del objetivo o meta.

Hay que señalar que el objetivo u objetivos deben ser específicos, medibles , alcanzables, realistas y temporalizados. Es muy recomendable establecerlos anticipadamente por escrito, redactarlos en positivo (ejemplo: es mejor expresar “voy a hacer” que “no voy a hacer”), que sean motivadores, retadores y alineados con los valores del cliente y por último ecológicos, en el sentido de no hacer daño ni al medio, ni a los demás.

 Para emprender todo este proceso el coach debe reunir unas actitudes y competencias (saber escuchar y preguntar, tener capacidad de observación, establecer un buen “feedback” con el cliente, crear un “rapport” óptimo,… y a parte de todo lo anterior, también hacer uso de varios instrumentos como son la rueda de la vida,  los cuadros DAFO, la PNL, etc… pero en todo caso la clave del proceso se basa sobre todo en ESCUCHAR al cliente. Haciendo una analogía con el lenguaje periodístico el coach debería ser capaz de contestar a las preguntas ¿qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo? y ¿para qué?. Nótese que se prescinde de la pregunta ¿por qué?, simplemente porque implica juzgar, algo que está fuera de las competencias del proceso de coaching.  

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