Del valor de las imágenes como representaciones mentales y de la manifestación de los arquetipos, como tales
Enviado por lokofer90 • 17 de Octubre de 2012 • Monografía • 2.047 Palabras (9 Páginas) • 511 Visitas
investigación sobre el YAGE por Tulio Marulanda Mejia
Por: TULIO MARULANDA MEJÍA, profesor titular del departamento de ciencias básicas de la Universidad de Caldas
Palabras clave: entógenos, yagé, arquetipos, sincronicidad, derecho a las drogas.
Nota breve: Estos tres capítulos hacen parte de un trabajo realizado con un grupo de profesores y estudiantes universitarios, aquí referidos como la “unidad de trabajo”, consumidores urbanos de Yagé de quienes se obtuvieron los relatos y entrevistas de las que se citan aquí algunas experiencias, con base en las cuales se hacen estos análisis que tratan de darles un soporte teórico. Para quienes no están familiarizados se aclara que el término enteógeno hace referencia a un cierto grupo de sustancias psicoactivas visionarias, de las cuales hace parte el yagé, tradicionalmente usadas por diversas culturas, por toda la tierra.
Capítulo 5
Del valor de las imágenes como representaciones mentales y de la manifestación de los arquetipos, como tales.
“Quien ha perdido los símbolos y no puede contentarse con sustitutos, se encuentra hoy en una situación difícil”. “Nuestro interés por lo inconsciente se ha convertido para nosotros en un problema vital. Nos va en ello nuestro ser o no ser espiritual” (Jung, 1970, p. 21 y 29).
“Durante miles de años la gente ha estado intentando comprender sus relaciones con el resto del universo” y pese a los portentosos avances de la ciencia moderna y tal vez porque “por diversas razones muchos filósofos son reacios hoy en día a abordar tan grandes problemas”,(Searle, 2001, p. 17) continúa el hombre contemporáneo recurriendo a todo tipo de experiencias en procura de una mejor comprensión de aquellos enigmas que por siempre lo desvelan. La globalización del conocimiento ha puesto nuevamente al alcance de muchas personas sustancias psicoactivas (enteógenos) que, por milenios y en casi todas las culturas de la tierra, permitieron a Chamanes, pitonisas, augures, sibilas, adivinadores, sacerdotes y sacerdotisas, servir de puente o de mensajeros entre los dioses y los hombres y revelar, mediante oráculos, los insondables misterios del destino, lo que hay detrás de la vida y de la muerte.
Como en los sueños, las “revelaciones” alcanzadas en este tipo de experiencias suelen ser “representaciones” mentales cargadas de imágenes. Como lo afirma De la Vega (1995, p. 213) “nuestra experiencia cognitiva nos revela que pensamos con palabras e imágenes mentales (…) más o menos vivas, especialmente de tipo visual”; se trata pues, en palabras del mismo autor, “de un hecho experimental frecuente cuya ‘realidad’ fenomenológica nadie discute”, pero cuyo rango de ‘constructo’ científico no resulta tan obvio. Se pregunta por ello si “podemos considerar las imágenes como formas de representación mental con propiedades funcionales específicas” o si son tan sólo “epifenómenos o subproductos de la conciencia que no tienen valor funcional alguno”.
Luego de discutir algunos aspectos relacionados con la funcionalidad de las imágenes, De la Vega (1995, p. 216) concluye que “las imágenes son un formato representacional decisivo para algunos procesos de resolución de problemas; (su) carácter dinámico y flexible las hace un instrumento idóneo para generar modelos espaciales que pueden dar lugar a auténticos descubrimientos”: en el caso de Einstein, que el citado autor refiere, la elaboración matemática de la teoría de la relatividad fue posterior a la visualización de sí mismo viajando a la velocidad de la luz y a la “observación” mental de un rayo de luz; el famoso químico Kekulé pudo descifrar la estructura del benceno gracias a las imágenes experimentadas en un sueño; Watson, quien descubriera la estructura helicoidal del ADN manifestó igualmente “haber empleado imágenes mentales” para formular su modelo.
Existen pues dos formatos representacionales, el formato verbal y el de las imágenes, que tienen estrechas conexiones funcionales, pues tanto los estímulos auditivos como los estímulos visuales pueden ser codificados como imágenes o como palabras. De que ello es así puede dar buena cuenta lo relatado por Ingmar Bergman, el reconocido director de cine, para quien la música abría “percepciones y experiencias siempre nuevas de la realidad”, sirviendole así de inspiración para famosas películas como Winter Light. Escuchando la Sinfonía de los Salmos de Stravinsky tuvo la visión de un hombre del siglo XIX que, luego de entrar solo en una iglesia acercarse al altar, se enfrenta a la imagen de Cristo y le dice: “me quedaré aquí hasta que pueda ver a Dios, hasta que Dios venga a mí.” A raíz de esta visión concibió la película que se convirtió, como otras suyas, “en el vehículo para trabajar dentro de las profundidades de sí mismo”. (Ira Progoff en Watts, 1997, p. 179)
Decía Bergman, refiriéndose a su portentosa obra cinematográfica: “todo lo he visto o escuchado dentro (…) y luego he usado la realidad”. Y Progoff, refiriéndose a estas experiencias o imágenes, que atraviesan la dimensión simbólica de la psique, afirma: “Pueden tener lugar cuando la persona está durmiendo; pueden producirse en el estado crepuscular entre el sueño y la vigilia y pueden darse en el estado de vigilia cuando estamos trabajando.” Y se dan de una manera insoslayable, como un torrente incontenible y con una presencia abrumadora, en las experiencias enteogénicas.
Las imágenes por su parte “no surgen como unidades formadas in toto, sino que se generan o construyen como una serie de fragmentos que se integran secuencialmente”. (De la Vega, 1995. p. 221-222) Si bien es cierto en la vida cotidiana no se tiene conciencia clara de esto, en las experiencias enteogénicas suele suceder que la aparición de imágenes más elaboradas va precedida de la visión de colores o figuras geométricas que giran vertiginósamente y que tienen la apariencia de “fractales” o “mandalas” o “imágenes caleidoscópicas” que, al organizarse, permiten ahí si la visión clara de imágenes -como animales, plantas, personas, paisajes, etc- plenas de significado para quien las experimenta:
- “La gama de colores que observé inicialmente (se fue tornando) como figuras indígenas hechas en colores vivos”.
- “Siempre me sucede que luego de ver imágenes caleidoscópicas, figuras geométricas y colores puros que giran a gran velocidad, especies de mandalas pero en movimiento, como fractales de luz, se van organizando imágenes cuya visión impresiona por su claridad y nitidez y que pueden ser la imagen del sol o de un árbol inmenso o de una pradera o de serpientes o de aborígenes”.
Este
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