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Discurso


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2012  •  Informe  •  950 Palabras (4 Páginas)  •  417 Visitas

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“¿Quién sabe si lo que llamamos muerte no es sino vida; y muerte, en cambio, lo que juzgamos que es vida?” Eurípides.

Hace ya siete años que el Maestro Ignacio Burgoa Orihuela con su muerte, despertó del sueño en el que tal vez nosotros aun seguimos dormidos, para entrar en la verdadera vida. “Morir, dormir. ¿Dormir? Tal vez soñar”, versaba Hamlet. Nunca le hemos dicho adiós, sino que desde siempre le dimos la bienvenida a las páginas de la historia, aquellas que él mismo supo escribir con el día a día, y que hoy son referente del testimonio de su inmortalidad.

Este es un homenaje a su actividad investigadora y creativa; el reconocimiento, admiración y profundo respeto, a su recio y estoico espíritu; que en lugar de resignarse, acepto el reto de la vida, jamás lo convencen las dudas que dejan sombras y fiel a su innata vocación del maestro jamás se ha vencido, ese es el espíritu del doctor Ignacio Burgoa, quien con honra insistio en dar clases en la facultad de derecho; y sus obras: El Juicio de amparo y Garantías Individuales le abrieron las puertas del magisterio universitario; y ya formado el jurista "encarno la sabiduría de su tiempo".

Don Ignacio Burgoa, quien ha escrito y vivido para engrandecer el Juicio de Amparo, enseñándolo como una misión fundamental, fundando el Instituto Mexicano del Amparo, cuya escuela formada por amigos y discípulos, proyectan el pensamiento y acción del jurisconsulto don Ignacio Burgoa, quien ha luchado por la vigencia de los principios de libertad , democracia y supremacía constitucional, utilizando como instrumento el juicio de amparo; de ahí que en la provincia su magisterio encuentra discípulos; y su enseñanza comprensión.

Jurista por excelencia, inigualable escritor desde su juventud, abogado ejemplar, hombre de exquisita sensibilidad y depurada cultura humanista, pero sobre todas estas cosas, estaba su vocación docente. Maestro de maestros, hizo de su alma mater, la Universidad Nacional Autónoma de México, la escuela que lo vio nacer y crecer hasta convertirse en el referente más grande en materia de amparo que nuestro México contemporáneo ha conocido. Hoy podemos recordar con orgullo su coraje, su entereza moral y su profundo conocimiento del derecho, siempre al servicio de la verdad social y de la preservación del Estado de Derecho, con el único fin de defender el sostenimiento irrestricto de la Carta Magna, con lo cual demostró ser un digno portador de la estafeta que el mismo Manuel Crescencio Rejón y Manuel Otero le otorgaran, sin siquiera haberle conocido. Por ello, es que con mucha sabiduría siempre nos proclamó: “El derecho bajo Dios y sobre todo”, palabras con las que el Maestro Burgoa no sólo demostraba la supremacía de la norma jurídica, sino que además nos dejaba conocer su profunda devoción y fe por las cosas divinas.

Sus obras han permitido la mas vibrante lucha por el derecho. Era fascinante escucharle sus conferencias, con un estilo elegante, con lógica impecable,

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