ENSAYO: RECOMENDACIONES DE POLÍTICA PÚBLICA

CAPÍTULO 5: RECOMENDACIONES DE POLÍTICA PÚBLICA

El efecto transformador no depende de una palabra escrita sino, por el contrario, de una palabra en acción dispuesta no ha enmendar, sino a luchar por lo que desde un principio debe pertenecerle a las víctimas, su dignidad.    

La ley de víctimas y restitución de tierras no es solo un documento plasmado donde se dan garantías y se postulan ciertos derechos que tienen las víctimas, absolutamente no,  ya que si únicamente se considera a la ley 1448 del año 2011 (Art. 3) como un archivo enmendatorio  para las personas que hayan sufrido algún tipo de daño individual o colectivo a partir del 1 de enero de 1985, lo que básicamente se conseguiría sería postular una ley más, sin tener en cuenta el sufrimiento por el que tuvieron que pasar tantos seres humanos inocentes por culpa del conflicto armado en este país donde la independencia más que una “libertad” (considerando que la misma exista) fue una condena hacia múltiples guerras civiles, dolorosas y estúpidas por lo general, que desencadenó en más y más violencia interna,  por lo que, la historia nacional durante más de medio siglo ha estado caracterizada por conflictos  como La patria boba en 1810, La guerra de los mil días en 1899, la guerra civil o  violencia bipartidista que se originó a raíz del Bogotazo en 1948 o qué me dicen del surgimiento en 1964 de los famosos  “movimientos” , entre ellos las FARC, el ELN, grupos sanguinarios y con sed de poder, con los que actualmente el presidente Santos trata de firmar en un papel para lograr la paz (bueno, específicamente con las FARC), como si esto fuera posible, como si fuera posible firmar algo que debe nacer del ser, de la voluntad del mismo, no de un papel que diga que “Colombia es una país en paz”, esto realmente es ilógico, perturbador, poco concordante con los hechos derramadores de sangre, bueno, pero cabe resaltar que es preferible llegar a un convenio con estos miserables que seguir en el ring de boxeo con ellos y, por tanto es preferible pagarles una cantidad de cochino de dinero a estos desgraciados para que se den el lujo de vivir en el materialismo de esta podrida sociedad a tener que pagarles por la vida de personas que buscan hacer justicia, que ignorantes ¿no? , como si la vida tuviera valor monetario, bueno, pero no olvidemos a nuestro pan de cada día, la corrupción, a los miserables corruptos que se pasean libremente por los terrenos de nuestro país, dando discursos como los sofistas o simplemente haciendo lo que mejor saben hacer, robar.

Pero si sigo hablando de estos neardentalistas de excremento, teniendo en cuenta que el excremento es más útil que ellos, ya que por lo menos abona, tal vez llenaría hasta 15 o más hojas , por tanto, no derrocharé mi tiempo hablando de estos miserables, mejor, retomaré la importancia del reconocimiento de las víctimas en memoria de las mismas, no por el hecho de que el Grupo de Memoria Histórica lo promueva o porque  Juan Manuel Santos  lo diga, como lo dijo el 10 de Junio de 2011 en la Casa Nariño (Bogotá) ante el secretario de Naciones Unidas, sino más bien, porque yo lo pienso, lo analizo y cuestiono, en tanto que, para mí, no se trata solo de reconocer las memorias de las víctimas, sino de profundizar a través del cumplimiento de cada postulado o recomendación para la realización de los derechos de las mismas y, según esto, respectivamente, la valoración que se le da a cada  una. Entonces, la garantía para estas personas debe ser vigente, constante y comprometida, además debe atender a las necesidades de reparación tanto físicas como psicológicas, puesto que con semejante daño por parte de los grupos armados a las víctimas no solo se les despojó de su “patrimonio”, de su tierra, del lugar en donde desarrollaban su cultura y vida, sino también, tal vez, de su esperanza, estabilidad mental y tranquilidad; por lo que esto no se trata de darles a conocer a estas personas lo que pueden hacer en caso de que sus derechos sean vulnerados o simplemente reconocerlos cuando los reclamen, sino de otorgarles el espacio para que hablen con la verdad, sin miedo a contar los hechos como fueron, sin miedo a que asesinen a los miembros de su familia o a ellos mismos por atreverse a contar los sucesos para que se castigue a los grupos subversivos implicados, ya que se les tiene que dar también una garantía de seguridad y, es en este punto donde se aplica la justicia, esa  justicia que debe ser puesta en marcha por un mecanismo jurídico especial, que se encargue de la sanción para dichos victimarios y, de la garantía del desarrollo integral de las víctimas en un contexto psicosocial, donde la “reparación” de estas personas sea un modo de entender, reconocer y valorar lo que han pasado a raíz de la violencia, sin embargo, esta supuesta reparación no es efectiva si solo queda escrita en el papel y si la relevancia que se le debe dar se tira por un acantilado para darle importancia a otro tipo de “necesidades” del país colombiano. Pero, si se comprende que la reparación es vital y que no será nunca completa, puesto que las víctimas ya no tendrán las vivencias que solían tener en sus suelos, se logrará una labor no de cumplimiento de la ley 1448 del año 2011 sino de valoración del ser de las personas que sufrieron algún tipo de agresión, daño o perjuicio; bueno, teniendo en cuenta que esta ley no abarca a los antecesores del conflicto armado, solo tiene presente a las personas consideradas víctimas, desde el 1 de enero de 1985, por tanto, el Gobierno nacional no profundizará en el conflicto que caracteriza a Colombia y que por tantos años ha padecido, sino únicamente, en el reconocimiento de una parte y, aún no se  sabe si de verdad lo cumplirá, puesto que cumplirlo, sería invertir en lo que les corresponde por dignidad y según la ley a estas personas y, esta inversión implica destinar gran cantidad de dinero, entonces, cuando hay dinero, se encuentra la nariz de los corruptos deleitándose con el néctar del mismo, cual león persiguiendo a su presa.

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