El Papel Del Docente Ante Los Jovenes De Hoy
Enviado por preparator • 24 de Octubre de 2013 • 3.217 Palabras (13 Páginas) • 428 Visitas
Ensayo :Los docente ante los jóvenes de hoy
Introducción
Indudablemente que no existe un proceso de aprendizaje que no involucre a sus principales actores: los docentes y los alumnos. Vivimos en un mundo complejo, con sociedades gobernadas por la tecnología y los procesos de producción y de comercialización, cuyos cambios han generado también relaciones sociales distintas. A nuestros actuales alumnos se les conoce como nativos digitales o hijos de la globalización.
Si queremos mejorar su calidad educativa y potenciarlos como individuos y profesionales, debemos asumir esta nueva realidad. Este trabajo pretende analizar las características del alumno de la era postmoderna, con el propósito de comprenderlo mejor, adaptándonos como docentes a este nuevo contexto y asumiendo los cambios pertinentes: con ello, trabajar en su desarrollo integral, que les permitirá insertarse con éxito en un mundo cambiante y ser los gestores de un mejor futuro.
Los seres humanos somos eminentemente sociales: pertenecemos a un conjunto social y, gracias a la socialización, incorporamos ideas, creencias, normas, actitudes y formas de ser y actuar, que nos permiten adecuarnos mejor a dicho entorno. Muchas veces cuestionamos, como docentes, las actitudes y conductas de nuestros alumnos, sin ser conscientes de que ellos han nacido en una era postmoderna, globalizada y virtual. El alumno de hoy se encuentra en un entorno que influye, de forma diferente, en la estructura de su individuación, así como en sus actitudes, conductas y sistemas de creencias y valores.
Castells (2006) señala lo siguiente:
Una nueva sociedad surge siempre y cuando se observe una transformación estructural en las relaciones de producción, en las relaciones de poder y en las relaciones de experiencia.
Estas transformaciones conllevan una modificación igualmente sustancial de las formas sociales del espacio y del tiempo, y la aparición de una nueva cultura. (p.410)
Desde mediados del siglo XX, la sociedad ha sufrido una gran transformación: la modernidad ha dado paso a la postmodernidad. Entre las principales características que tenían los individuos de la era moderna, podríamos enumerar las siguientes: eran individuos que confiaban en la razón y los valores humanos, optimistas, altamente comprometidos con la humanidad y convencidos de sus posibilidades de desarrollo. El individuo moderno establecía proyectos de vida con ideales firmes. No tenía demasiadas oportunidades de conocer el mundo, por lo que se asombraba y maravillaba con la información proveniente de otros lugares (Encarta, 1999),
En la sociedad postmoderna, en tanto, las relaciones productivas se han orientado a lo social y lo técnico: presenciamos el auge de un capitalismo informacional, liderado por la globalización productiva y los sistemas de intercambio: estos provienen de la innovación, competitividad, flexibilidad, adaptabilidad y coordinación simultáneas, con redes financieras globales como centro nervioso. Los individuos, para enfrentar este entorno, requieren desarrollar las tecnologías de la información y ser capaces de aprovecharlas (Castells, 2006).
Fernández Cox (1995) sostiene que, ideológicamente, la postmodernidad surge del desencanto frente a la modernidad: es decir, de la pérdida de la ilusión de re-significación constante, que obliga a desengañarse y reformular perspectivas. Los individuos postmodernos conviven en un mundo exigente, que no creen posible de mejorar; en consecuencia, el presente y la despreocupación gobierna sus mentes. La postmodernidad es el tiempo del ‘yo’, antes que el de todos. En esa línea, Colom (1997) remarca lo siguiente:
El hombre no posee, pues, un punto de referencia, un fundamento; el hombre se encuentra en términos absolutos sin nada y sin nadie; es, en definitiva, el origen del moderno nihilismo, que no cree en la existencia de los valores y ni tan siquiera en la necesidad de los mismos (….) Es la filosofía de la desmitificación y de la desacralización, lo que implica graves repercusiones en el terreno de la ética al no existir imperativos categóricos. (p 10)
El narcicismo es el comando personal y la ética se vuelve relativa: dependiendo de las circunstancias, se valoran más los sentimientos que la razón. Se niegan ideas sin analizarlas: los individuos postmodernos obedecen a lógicas múltiples e, incluso, contradictorias entre sí. Todo se asume sin conflictos ni tensiones, pero también sin demasiada pasión. El individuo se somete a un cúmulo de informaciones y estímulos difíciles de organizar: no se aferra a nada, pues no tiene certezas absolutas; nada le sorprende y puede modificar sus opiniones con facilidad, bajo el precepto de “vive y deja vivir”.
Este es el entorno macro de la actualidad: en este han nacido y crecido nuestros alumnos. Es una sociedad compleja, en la que la tecnología ha transformado la transmisión de la información, y donde, como señala Colom (1997), “la historia desaparece, pues queda reducida a la memoria de los ordenadores que guardan los datos necesarios para la instantaneidad del hombre y de su necesidades” (p.11). Nos encontramos en una sociedad que requiere trabajadores en red, con tiempo flexible, que se gobiernen a sí mismos, que puedan acceder a niveles superiores de educación, y que incorporen conocimiento e información con facilidad. La cualificación tiende a ser obsoleta con rapidez: lo que sirve hoy será casi inservible mañana, debido a los progresos tecnológicos y organizativos.
La educación es un sistema social que procura otorgar a las personas la cualificación necesaria para desempeñar una labor; les brinda fuentes y métodos para conseguirlo. Acceder a la educación permite que las personas se reprogramen hacia tareas que cambian constantemente.
El trabajador, que antes solo recibía órdenes y las ejecutaba, representa ahora una pequeña fracción del valor generado por y para la organización. En nuestro mundo globalizado, existe una tendencia al autoempleo, la subcontratación, la descentralización coordinada, la individualización laboral y la híper-especialización (Malone, Laubacher & Johns, 2011).
Las instituciones cambian: la cultura es una fuente de poder y se establece una nueva jerarquía social en torno a ella. Se redefinen la familia, las relaciones de género, la sexualidad y la personalidad. Los individuos son más flexibles y deben reestructurar permanentemente su ‘yo’; hoy producen formas de socialización, en lugar de seguir modelos de conducta. Las relaciones humanas se generan en los espacios atemporales de redes y medios, donde no existe lo predecible.
Lipovetsky (1990) afirma que es la información la que produce los efectos culturales y psicológicos más significativos: sustituye, globalmente,
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