Estimulacion Temprana
Enviado por aqario • 24 de Octubre de 2012 • 13.574 Palabras (55 Páginas) • 684 Visitas
Primera parte
Aprendizaje y desarrollo
de las habilidades sociales
en personas ciegas y deficientes visuales
Capítulo 1
Competencia social y habilidades sociales.
Marco conceptual
Sin pretender ser exhaustivos en el análisis, y a modo de introducción al tema objeto de interés de este manual, presentamos en este primer capítulo aquellos modelos conceptuales referidos a las habilidades sociales que pueden servir como marco general para comprender las dificultades que las personas ciegas y deficientes visuales pueden tener en el desarrollo y puesta en marcha de las citadas habilidades.
Se incluyen así, en primer lugar, los modelos descriptivos que definen estas conductas, las características específicas de las mismas, los mecanismos implicados en su desarrollo y aprendizaje, así como la importancia de las experiencias de relación con otras personas, en concreto con los cuidadores en la temprana infancia y con los iguales en etapas posteriores. Finalmente, se hace referencia a los modelos explicativos de la existencia de déficit en estas conductas.
En el siguiente capítulo se expone la situación de las personas ciegas y deficientes visuales en relación con el tema de interés, y trataremos de analizar, a partir del marco conceptual aquí presentado, los factores que pueden estar influyendo en tal situación.
1.1. Definición y modelos conceptuales
Aunque se puede encontrar mucha literatura científica dirigida a definir las habilidades sociales, lo cierto es que hoy todavía existe gran controversia entre los distintos autores en relación con el tema, y no se dispone aún de una concepción y una definición consensuadas. Así, como afirma Gumpel (1994), desde algunas concepciones se definen estos comportamientos únicamente como conductas observables, tales como el contacto ocular y los gestos, y como respuestas concretas a estímulos sociales concretos. Otros investigadores, sin embargo, utilizan enfoques más molares, y definen las habilidades sociales como aquellas conductas aprendidas, observables y no observables, que se utilizan en los intercambios sociales para obtener o mantener refuerzo del ambiente. Desde estas concepciones, las habilidades sociales incluyen, aunque no solo, conductas observables, las cuales se consideran específicas de la situación, y se asume que están orientadas y regidas por reglas (Gumpel, 1994).
No es el objetivo de este trabajo realizar una revisión exhaustiva de las distintas concepciones y modelos de definición de competencia social y habilidades sociales. Sin embargo, se exponen a continuación algunos enfoques que pueden ser de utilidad para comprender el impacto que la deficiencia visual puede tener en el desarrollo de repertorios adecuados de habilidades sociales, y proporcionar orientaciones para desarrollar procedimientos de intervención dirigidos a la mejora de las interacciones sociales en estas poblaciones. Así, Sacks (1992) destaca tres grandes modelos conceptuales de habilidades sociales cuyo análisis resulta de interés para el fin anteriormente expuesto: 1) el modelo de los rasgos, 2) el modelo molecular o centrado en los componentes, y 3) el modelo del proceso o de sistemas.
Desde el modelo de los rasgos se asume que la habilidad o competencia social está predeterminada e incluida en la estructura de personalidad de los individuos. Así, el comportamiento social de un sujeto permanecerá estable a lo largo del tiempo y de las situaciones. Según Van Hasselt (1983), desde este modelo se podría asumir que los comportamientos pasivos o antisociales son simplemente parte de la personalidad, y ninguna actuación puede elicitar cambios. Actualmente el modelo apenas se utiliza, pues no dispone de una base empírica que lo apoye (McFall, 1982).
Desde un enfoque molecular, centrado en los componentes, las habilidades sociales son unidades observables de comportamientos verbales y no verbales aprendidos que, combinados, producen interacciones exitosas en situaciones específicas (Hersen y Bellack, 1977; Foster y Richey, 1979; McFall, 1982). Las personas utilizamos estas habilidades en situaciones interpersonales para obtener o mantener reforzamiento del ambiente (Kelly, 1982; Michelson y Wood, 1982; Van Hasselt y cols., 1979). Un modelo centrado en los componentes basa los entrenamientos en la enseñanza de cada parte del comportamiento hábil. Las estrategias basadas en este modelo se han utilizado en varias ocasiones con niños y adultos con deficiencia visual (Van Hasselt y cols, 1983).
Finalmente, desde un enfoque molar, centrado en el proceso, se asume que las habilidades sociales son los componentes de acciones específicas (como mirar, sonreír...) o secuencias de comportamientos que crean encuentros concretos (como los saludos) que están regulados (Argyle, 1980; Trower, 1982). Como indica Trower (1982), estos componentes se aprenden mediante la experiencia y la observación, se retienen en la memoria de forma simbólica y, posteriormente, se recuperan para utilizarlos en la construcción de episodios concretos. Este enfoque subraya la necesidad de que existan metas u objetivos sociales (motivación) para alcanzar un conjunto de comportamientos socialmente hábiles, y está basado en la habilidad para percibir tanto el ambiente físico como las necesidades internas de los demás. Una persona puede controlar la situación inmediata y evaluar su comportamiento en esa situación en función del feedback externo proporcionado por otros (verbal o no verbal) y de la evaluación interna. De acuerdo con Sacks (1992), desde este enfoque es posible distinguir siete componentes:
– Percepción de otras personas, o habilidad para responder de forma eficaz a las necesidades y deseos de los demás.
– Ponerse en lugar del otro, o habilidad no solo de reconocer los sentimientos del otro, sino también de comprender lo que la otra persona está pensando o sintiendo.
– Acompañamiento no verbal del discurso, consistente en utilizar durante la interacción una combinación de conductas verbales y no verbales para lograr una proximidad y una orientación apropiadas.
– Refuerzo, entendido como la habilidad para reforzar el comportamiento social del otro o para iniciar la interacción a través de la sonrisa o del movimiento de la cabeza, por ejemplo.
– Autopresentación, esto es, habilidad para enviar a la otra persona pistas sobre la propia identidad, rol, estatus, etc.
– Situaciones y sus reglas, o capacidad para comprender el significado completo de un conjunto dado de reglas que estructuran el encuentro concreto.
– Secuencias de interacciones, es decir, habilidad para organizar una serie de conductas verbales y no verbales en un orden concreto para obtener resultados positivos.
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