Grupos Operativos
Enviado por moni_ok32 • 25 de Noviembre de 2012 • 9.116 Palabras (37 Páginas) • 610 Visitas
Grupos Operativos en la Enseñanza1
Por José Bleger
El grupo operativo, según lo ha definido el iniciador del método, Enrique Pichón-Rivière,
“es un conjunto de personas con un objetivo común”, al que intentan abordar operando
como equipo.
La estructura de equipo sólo se logra mientras se opera; gran parte del trabajo del grupo
operativo consiste, sucintamente expresado, en el adiestramiento para operar como equipo.
En el campo de la enseñanza, el grupo se adiestra para aprender y esto sólo se logra en
tanto se aprende, es decir, mientras se opera.
El grupo operativo tiene propósitos, problemas, recursos y conflictos, que deben ser
estudiados y atendidos por el grupo mismo, a medida que van apareciendo; su examen se
efectuará en relación con la tarea y en función de los objetivos propuestos. A través de su
actividad, los seres humanos entran en determinadas relaciones entre sí y con las otras, más
allá de la mera vinculación técnica con la tarea a realizar, y este complejo de elementos
subjetivos y de relación constituye el más específico factor humano de la misma.
En la enseñanza, el grupo operativo trabaja sobre un tópico de estudio dado, pero, mientras
lo desarrolla, se adiestra en los distintos aspectos del factor humano. Aunque el grupo esté
concretamente aplicado a una tarea, el factor humano, tiene una importancia primordial, ya
que constituye el “instrumento de todos los instrumentos”.
No hay ningún instrumento que funcione sin el ser humano. Nos oponemos a la vieja
ilusión, tan difundida, de que una tarea se realiza mejor cuando se excluyen los llamados
factores subjetivos y sólo se la considera “objetivamente” por el contrario, afirmamos y
sostenemos operativa, prácticamente, que el más alto grado de eficiencia en una tarea se
logra cuando se incorpora sistemáticamente a la misma al ser humano total.
Por otra parte, con esto no hacemos sino aceptar los hechos tal cual ocurren: incorporamos
al ser humano en la teoría y en la conducción operativa de la tarea porque ya estaba
incluido de hecho. Pero esta inclusión es ahora “des-alienante”, de tal manera que el todo
quede integrado (alienado) a los seres humanos. En el mundo humano, la mayor objetividad
se alcanza incorporando al ser humano (incluso los factores subjetivos), es decir, tomando
las cosas tal cual ocurren, para entenderlas y poder lograr que ocurran mejor.
De ninguna manera estas consideraciones caen fuera de nuestro tema, porque entre los
instrumentos sociales de enajenación se cuenta, en lugar relevante, la enseñanza y la forma
en que – en general – se realiza: deshumanizada y deshumanizante. Para la presente
exposición me he basado en la “Experiencia Rosario”, en la de grupos operativos de la
Escuela Privada de Psiquiatría (que cumplió ya tres años de existencia) y en la realizada en
distintas cátedras en varias facultades.
1 Bleger, J., 1986, ‘Grupos operativos en la enseñanza’, Temas de Psicología (Entrevista y grupos), Nueva Visión, 20 pp.
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Aunque sin seguir estrictamente este orden, voy a tratar de desarrollarlas siguientes
cuestiones: a) cómo se lleva a cabo el aprendizaje en los grupos operativos; b) por qué se
procede así; c) la experiencia recogida al respecto, y d) en forma general, qué se puede
decir sobre el aprendizaje en función de esta experiencia con grupos operativos.
Enseñanza o aprendizaje
¿Se trata de grupos de aprendizaje o grupos de enseñanza? En realidad de ambas cosas, y
éste es un punto fundamental de nuestro planteo. Enseñanza y aprendizaje constituyen
pasos dialécticos inseparables, integrantes de un proceso único en permanente movimiento,
pero no sólo por el hecho de que cuando hay alguien que aprende tiene que haber otro que
enseña, sino también en virtud del principio según el cual, no se puede enseñar
correctamente mientras no se aprenda durante la misma tarea de la enseñanza. Este proceso
de interacción debe restablecerse plenamente en el empleo del grupo operativo.
En el planteo tradicional, hay una persona o grupo (un status) que enseña, y otro que
aprende. Esta disociación debe ser suprimida, pero tal supresión crea necesariamente
ansiedad, debido al cambio y abandono de una estereotipia de conducta. En efecto, las
normas son, en los seres humanos, conductas, y toda conducta es siempre un rol; el
mantenimiento y repetición de las mismas conductas y normas —en forma ritual— acarrea
la ventaja de que no se enfrentan cambios ni cosas nuevas y de ese modo se evita la
ansiedad.
Pero el precio de esta seguridad y tranquilidad es el bloqueo de la enseñanza y del
aprendizaje, y la transformación de estos instrumentos en todo lo contrario de lo que deben
ser: un medio de alienación del ser humano. En una cátedra o en un equipo de trabajo, el
simple planteo de la necesidad de la interacción entre enseñanza y aprendizaje amenaza
romper estereotipos y provoca la aparición de ansiedades.
Lo mismo ocurre cuando se abordan cambios en las clases magistrales estereotipadas y en
cursos en los que “todo ya va bien” y en los cuales siempre se repite lo mismo; esta
reacción implica un bloqueo, una verdadera neurosis del learning, que a su vez incide como
distorsión del aprendizaje sobre los estudiantes. No se puede pretender organizar la
enseñanza en grupos operativos sin que el personal docente entre en el mismo proceso
dialéctico que los estudiantes, sin dinamizar y relativizar los roles y sin abrir ampliamente
la posibilidad de una enseñanza y un aprendizaje mutuo y recíproco.
El cuerpo docente teme la ruptura del status y el caos consiguiente, y en este sentido es
necesario analizar las ansiedades de quedar “desnudo”, sin status, frente al estudiante, que
aparece entonces con toda la magnitud de un verdadero objeto persecutorio; se debe crear
conciencia de que la mejor “defensa” es conocer lo que se va a enseñar y ser honesto en la
valoración de lo que se sabe y lo que se desconoce.
Un punto culminante de este proceso es el momento en el cual el que enseña puede decir
“no sé” y admitir con ello que realmente no conoce algún tema o tópico del mismo. Ese
momento es de suma importancia, porque implica —entre otras cosas— el abandono de la
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actitud
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