Infancia E Historia
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TRISCIUZZI, Leonardo e Franco Combi. Infancia e Historia. Lima: IFEJANT, 1998 (Pp.
5-29).
Infancia e Historia
1. La Identidad Social de la Infancia
Con frecuencia se ha sostenido que una infancia prolongada es típica de la especie
homo sapiens y que esto ha permitido el diferenciarse de otras especies animales y el
llegar a un proceso progresivo de humanización caracterizado por la socialización y por el
nacimiento de la cultura.
El Cachorro Hombre o la cría del hombre, en efecto, sale a la luz físicamente muy débil
y necesita de cuidados. Esta debilidad-dependencia dura alrededor de diez años e implica
una constante asistencia por parte de los adultos. Esto provoca el pasaje de la unión de la
pareja a la familia, además quizá una primera y elemental división del trabajo al interior
de la misma familia (el cuidado de los hijos que es asumido por la madre y la búsqueda
del sustento, por el padre). Con el nacimiento de la familia y de una primera división del
trabajo se forma por lo menos el embrión, la sociedad. El lento crecimiento del niño, que
se cumple gracias a la protección ejercida por el núcleo familiar, es fundamentalmente
una socialización, un gradual aprendizaje de técnicas, de costumbres propias de la
especie. Este aprendizaje, que se realiza sobre todo por imitación de los adultos y en
primer lugar de los propios padres, produce la transmisión y la misma continuidad de la
cultura. Se crea así, gracias a la acción de la familia, una ligazón entre el individuo y la
sociedad que está en la base de la vida (y de la historia) de la especie humana. La
verificación de la verdad de estas tesis se puede tener en negativo, considerando el caso
de los «niños salvajes» abandonados luego de su nacimiento y que han crecido entre
animales. Estos niños han asimilado las costumbres y comportamientos de los animales
con los que se les ha juntado y de los cuales ha dependido su sobrevivencia, habiendo
perdido con frecuencia la posibilidad de retornar a la condición humana. Esto está testimoniado
por el caso quizás el más célebre aquel de Víctor de Aveyrón estudiado en los
primeros años del S. XIX por el médico francés Jean Itard.
La socialización del niño se cumple como un paso siempre cada vez marcado por una
dimensión esencialmente biológica hacia una más bien de carácter cultural. Se verifica
por lo tanto, un enriquecimiento de las necesidades primarias (nutrición y protección) a
través de su integración en un contexto social caracterizado por reglas y por costumbres,
por creencias y usos. Contemporáneamente, sin embargo, los adultos y la cultura que
ellos representan, imponen también una cierta reglamentación de las necesidades
primarias, es decir aquellas que están ligadas más estrechamente a la naturaleza biológica
del niño. Sin embargo, este paso como lo han subrayado las más recientes investigaciones
psicológicas, no es una simple adaptación, una imitación pasiva, sino que pone en juego
la participación directa por parte del niño.
El niño es un sujeto activo. También si el material de su experiencia está ya social e
históricamente determinado, él reorganiza de un modo dinámico e individual la
experiencia en la cual se encuentra inmerso. Al término de este proceso, esto es al fin
de la edad evolutiva, el niño, su mente (el lenguaje, las capacidades lógicas) y su
misma personalidad (ligada a creencias y costumbres) se caracterizarán en sentido
social.
El niño habrá llegado a ser un miembro de la comunidad a título pleno en cuanto
habrá asimilado los característicos aspectos culturales. La integración social se ha
cumplido, incluso si ésta ha llegado a darse en un modo dinámico y aunque nunca
asumirá la forma de una adaptación exclusiva, como, por el contrario, teorizaban en
los primeros años de nuestro siglo algunos sociólogos positivistas.
Los agentes fundamentales de esta socialización primaria son, por un lado, la familia y
por otro lado, el lenguaje, incluso éste segundo depende en buena parte del primero. En
efecto, a través del intercambio de señales sonoras con los familiares, y sobre todo con la
madre, sea en la fase del laleo, del balbuceo (emisión de sonidos no articulados), sea en
aquella fase pre-lingüística, como luego en aquella lingüística verdadera y propiamente
hablando, se cumple la maduración del lenguaje infantil.
La familia tiene como fin esencial el proteger y garantizar el funcionamiento de los
mecanismos sociales fundamentales que se refieren a la producción y a la reproducción
de la vida inmediata. No obstante, y precisamente porque garantiza la reproducción de la
especie, el sustento y sobre todo la educación de los individuos, tiende a perpetuar la
organización social existente; la familia es un agente de socialización históricamente
determinado. Ella actúa en un contexto social, refleja el ordenamiento en clases y las
ideologías, por lo tanto ejercita una obra de socialización primaria estrechamente
conectada a las estructuras del poder social existente.
No se coloca ni antes ni fuera de la sociedad y de la historia, incluso se transforma en el
curso de la historia y con el devenir de la sociedad.
Aquello que permanece siempre, más allá de lo que cambia, es, sin embargo, su función
de crear, a nivel elemental, una primera organización social. En otras palabras, la fa milia
garantiza siempre a través de la experiencia de reglas y de prohibiciones que el sujeto
hace a su interior, el establecerse de relaciones jerárquicas y de diferencias de roles. A
través de estas relaciones que se viven al interior de la familia el sujeto en edad evolutiva
cumple un primer reconocimiento de la sociedad, hace experiencia de su estructura y
asimila las reglas fundamentales del juego social.
Le debemos a Sigmund Freud y a su teoría del «triángulo edípico (madre-padre-niño) la
explicación quizás más convincente de esta socialización original que el niño realiza al
interior de su familia. La relación que el recién nacido establece con la madre, se
desarrolla en el tiempo y atraviesa diversas etapas: al inicio hay una ligazón de identidad,
el bebe se identifica con la madre, luego poco a poco se va operando un desprendimiento.
Es precisamente a través de esta
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