Influencia De Los Partidos Politicos En La Democracia
Enviado por almacramer • 31 de Agosto de 2013 • 1.831 Palabras (8 Páginas) • 1.119 Visitas
En una sociedad con muchos individuos donde las condiciones sociales y económicas están en ciertas ocasiones marcadas por la desigualdad y pobreza, por el bajo nivel de aplicación de la democracia, es necesario crear partidos respetables que se preocupen realmente por desempeñar un papel en mejora de la sociedad. Para que una democracia funcione debe haber partidos políticos bien consolidados con objetivos claros y concisos buscando siempre la mejora.
Es común notar que los partidos políticos no hacen nada por facilitar y lograr una mayor participación e inclusión de ciertos grupos como los grupos indígenas, étnicos, mujeres y jóvenes en la vida política. Pues, no es únicamente cuestión de atraer a los ciudadanos a participar, se trata de incluirles en el sistema político y no aprovecharse de que ciertos grupos de personas no cuentan con educación o conocimientos y creen que es fácil aprovecharse de esas condiciones para dejar a un lado el bienestar de la sociedad y buscar bienes personales.
No se puede sostener una democracia sin buenos partidos. El fracaso de éstos conlleva a la falta de interés popular por la democracia y al vano intento por construir ciudadanía.
Por lo regular los partidos políticos tradicionales, a lo largo de su historia, no han sido capaces de producir desarrollo y bienestar en sus sociedades. Los partidos invierten repetitivamente en el proceso de ganar las elecciones, pero no en prepararse para gobernar bien.
Para poder dirigir bien el futuro de una nación, un partido debe disponer de un proyecto de país, que cumpla con los anhelos y aspiraciones de convivencia armónica y bien común de la población.
La gente está cansada de ver partidos políticos y dirigentes que sólo están interesados en ellos como objeto electoral y ser usados como instrumentos por los cuales realizan sus aspiraciones personales. Por esto, los pueblos reclaman que la actividad política se convierta en un medio de sensibilización social que permita la realización de las aspiraciones humanas de paz, progreso y libertad que hace tiempo llevan esperando
Las funciones de los partidos en la democracia pueden clasificarse en dos aspectos: la social y la institucional.
La socialización política implica el deber de los partidos de educar a los ciudadanos en la democracia. Los partidos, de acuerdo con algunas leyes de partidos o electorales, tienen la obligación de promover los valores democráticos, el respeto de los derechos humanos, la práctica de la tolerancia y el derecho al disenso, así como también la de capacitar a sus miembros en los principios ideológicos del partido y difundir éstos entre los ciudadanos.
Los partidos, para realizar tales tareas, suelen contar con medios de difusión, publicaciones, escuelas de cuadros y, en general, centros de transmisión de sus ideas, no sólo a sus militantes, sino a todos los ciudadanos.
Gran parte de la llamada crisis de los partidos tiene que ver con la actual debilidad de su función socializadora, pues ello se interpreta como una incapacidad para vincularse con las aspiraciones y los intereses de la sociedad.
Corresponde a los partidos permitir que se expresen las opiniones, pareceres y criterios de la sociedad civil y posteriormente dirigirlos a una concreción eficaz. Los partidos, al disponer de los medios materiales y las garantías de permanencia y continuidad, pueden asegurar la generación de movimientos de opinión.
Hoy en día los partidos suelen intentar representar intereses muy variados y a veces francamente contradictorios. Lo anterior, sin embargo, no quiere decir que los partidos no sostengan preferentemente determinados intereses sobre otros; significa que los partidos son medios de canalización de múltiples intereses, pero tienden a preferir unos sobre otros, atendiendo a su origen histórico o ideológico o a una coyuntura política que haga más redituable defender determinados intereses. El por qué se defienden ciertos intereses en vez de otros tiene que ver principalmente con la prevalencia, en el interior del partido, de los intereses a representar y proteger.
Los criterios para medir la legitimidad de un sistema son múltiples, y van desde su capacidad para mantenerse estable, ser eficaz y gozar de la aceptación de los ciudadanos, hasta la de respetar los derechos humanos en todas las esferas del poder.
Uno de los criterios más aceptados en una democracia para medir la legitimidad del sistema alude a su capacidad para promover en su conjunto los procedimientos y las instituciones democráticos y para garantizar y respetar los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Los partidos desempeñan una importante labor en esta función legitimadora, pues, por una parte, tienen un papel fundamental en la conformación de los órganos del Estado mediante las elecciones y, por otra, son focos de discusión y debate, además de que cuando llegan al poder por la vía electoral tienen frente a los ciudadanos la señalada obligación de no cancelar los procedimientos y las instituciones democráticos, así como la de velar por el respeto de los derechos fundamentales.
Los partidos hacen posible la democracia, es decir, hacen viables las decisiones mayoritarias e impiden excluir de los derechos a las minorías, permiten el consenso pero también el disenso y, por tanto, la tolerancia y el libre debate de las ideas, programas políticos y leyes. Esta función es la más importante de los partidos y refuerza la necesidad que tienen las democracias de conservarlos y perfeccionarlos.
En los regímenes no democráticos, los partidos también desempeñan funciones, aunque éstas persiguen propósitos diferentes. Para empezar, en este tipo de regímenes el sistema es casi siempre de un solo partido, el
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