LA BASE DE UNA PEDAGOGÍA LATINOAMERICANA PROPUESTA: UNA ESCUELA CRÍTICA Y ABIERTA A LA COMUNIDAD.
Enviado por lahiena2 • 7 de Junio de 2015 • 1.877 Palabras (8 Páginas) • 266 Visitas
LA BASE DE UNA PEDAGOGÍA LATINOAMERICANA
PROPUESTA: UNA ESCUELA CRÍTICA Y ABIERTA A LA COMUNIDAD:
A través de la lectura de toda la unidad, una de las ideas que surgen, es la de la necesidad de incorporación, entre los conocimientos y competencias a trabajar, herramientas que desarrollen en los alumnos la capacidad de realizar una lectura crítica de su realidad y del mundo.
Vemos actualmente, en las aulas, que los alumnos han perdido el dominio de la palabra. Surgen diferentes problemas para "decir" y tienen muchas dificultades para expresarse específicamente en posturas a favor o en contra de determinados temas. Es muy complejo para ellos lograr ordenar su pensamiento crítico y realizar argumentaciones, aún sobre los temas más simples. Tal como lo indica Marcuse en su obra “El hombre unidimensional” venimos heredando versiones de una sociedad sin oposición, sin pensamiento crítico propio, sin voz contra lo impuesto.
"Una sociedad que parece cada día más capaz de satisfacer las necesidades de los individuos por medio de la forma en que está organizada, priva a la independencia de pensamiento, a la autonomía y al derecho de oposición política de su función crítica básica. Tal sociedad puede exigir justamente la aceptación de sus principios e instituciones, y reducir la oposición a la mera promoción y debate de políticas alternativas dentro del statu quo"
Estas competencias pueden trabajarse desde una gran variedad de áreas, materias y talleres. Desde los lenguajes, la historia, la música, las asignaturas humanísticas, los talleres, e inclusive desde la incorporación de diferentes nuevos actores ajenos a la entidad educativa, pero con peso en la sociedad y el contexto de los alumnos: organizaciones, clubes, entidades, empresas, familias, etc.
Debemos ampliar el horizonte educativo más allá de las aulas, existen muchos elementos enriquecedores, que hoy tienen una presencia mínima, que pueden aprovecharse para trabajar a favor de una educación inclusiva, plural, heterogénea. Éstos actores, generalmente acallados o desplazados por los “contenidos” habituales, quizá tienen más influencia o llegada, presentando una mirada diferente desde otras posturas y con otros ojos, abriendo un espacio de diálogo, un discurso polifónico en el que, cada uno, puede expresarse y, utilizando esas otras voces, armar su propia visión de mundo, tal vez, más adecuada o cercana a la realidad que está viviendo.
Como indica Vergara, la tarea del maestro es rodear al alumno de elementos que faciliten su desarrollo y quitar los que lo obstaculicen. Podemos citar también a Martí: “Educar es depositar en el hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente (…) ponerlo a nivel de su tiempo (…) prepararlo para la vida…”
Esta ampliación de la educación más allá de la escuela también la vemos en Mariátegui que comprendió la educación como un hecho social en una compleja relación va más allá de las instituciones de educación formal.
Jesualdo propone pensamientos interesantes que nos ayudan a comprender este tipo de iniciativas, trabaja el concepto de la "pedagogía-tránsito" que procura una síntesis en los cambios necesarios de las metodologías y una relación entre escuela y sociedad, para el desarrollo de la personalidad y democratización de la educación. Existen espacios en los que se puede instalar la lucha para la transformación del medio en el que vivimos, la posibilidad del desarrollo individual y la liberación creativa.
Paulo Freyre aboga por una escuela diferente, en la que no existe un maestro tradicional (bancario) sino un círculo de cultura donde un grupo de personas discute sobre la praxis: realidades locales, trabajo, vida familiar, política. Un círculo donde no sólo se aprende a leer y a escribir sino a "leer" la práctica, la vida, la realidad.
El discurso educativo, para ser funcional debe darse dentro de los marcos de las políticas de estado y relacionarse con ellas. Si bien el discurso hegemónico (oficial) corresponde a la visión de la pedagogía por la que abogamos, existen muchos discursos sociales (quizá localismos) que pueden ser contradictorios. Es importante situar a la educación como elemento fundacional, como postulador de nuevos conceptos y resignificaciones (de lo educativo y lo pedagógico). Un espacio para generar una hegemonía articulada de carácter crítico, retomando viejas problemáticas e incorporando nuevas, integrando la dimensión del poder del pueblo en pro de la lucha por la unidad, la inclusión y la liberación.
¿EXISTE UNA PEDAGOGÍA LATINOAMERICANA? CONCLUSIÓN
Uno de los proyectos pedagógicos estuvo siempre vinculado a un proyecto de emancipación y de consolidación de Latinoamérica como un continente libre. Martí, Figueroa, Freire, entre otros, dedicaron sus estudios a reconocer a la educación como precursora de la emancipación y de la liberación. Se centran principalmente en una contrahegemonía hacia las políticas excluyentes.
Latinoamérica pretende una educación para la resistencia, resinifica un espacio donde puede articularse educación y políticas para la liberación recuperando el poder del pueblo y la lucha de los oprimidos
Se profundiza la flexión entre la educación para la libertad y una pedagogía para el fortalecimiento del pueblo, brindando la posibilidad de encarar procesos educativos con el fin de crear un pensamiento crítico, la participación y la inclusión.
En los fines del siglo XVIII, momento de los procesos de reordenamiento nacional y social, la constitución de la escuela se basó en la ilustración, en erigir un proyecto educativo para la construcción y el fortalecimiento de las naciones, para la liberación del pensamiento. La educación debía ser un derecho garantizados por los estados (las repúblicas). La educación debería formar al hombre como sujeto político social y prepararlo para el trabajo (saberes productivos)
Martí aclama por un despertar de las ideas, una aptitud de pensar, de conocerse, de reconocer sus propias particularidades, idiosincrasias y no permitiendo la imposición de modelos ajenos a las realidades del continente. Proponía una educación latinoamericana, resistente, en la lucha por la propia región.
Los movimientos educativos en Latinoamérica se bifurcaron en una vertiente europeizante (en la que se negaba la "otredad") y una vertiente localista, en la que se valoraba la pluralidad, lo heterogéneo como parte de la construcción de lo americano.
Durante años la educación fue generalizadora y descontextualizadora, desarticulada de los contextos contemporáneos y con fuertes parámetros homogeneizadores, que mantenían la
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