Motivación y metacognición, más que una relación

La metacognición hace referencia al conocimiento sobre el modo en que conocemos, es decir, el conocer y ser conscientes de nuestra propia forma de aprender y a la capacidad que tenemos de autorregular nuestro propio aprendizaje; cosa que implica la planificación de qué estrategias usar y aplicar en cada situación de aprendizaje,  así como controlar el proceso y evaluarlo para detectar posibles fallos y mejorarlo de cara a una próxima actuación.

La motivación consiste en la causa o razón por la que una persona lleva a cabo un determinado acto o tarea. En este caso, al estar hablando de aprendizaje, entendemos que dicha tarea está referida a una actividad cognitiva amplia.

Para mí metacognición y motivación son dos términos que van estrechamente unidos, en tanto que la motivación influye en el desarrollo de las actividades cognitivas (a más motivación, mejor resolución de la tarea) pero a la vez, unas habilidades cognitivas deficitarias pueden llevar a una desmotivación de la persona hacia la tarea a realizar.

Aunque también es verdad, que dentro de la motivación hay que tener en cuenta muchos otros factores como las experiencias anteriores, expectativas y atribuciones del éxito o fracaso…

En función de la atribución que el sujeto hace de las causas del resultado obtenido (éxito o fracaso) y del Locus Control de éstas (interno o externo), éste actuará motivado a evitar el fracaso más que a conseguir el logro, o a la inversa (su motivación será la de volver a hacer la tarea corrigiendo los errores y claramente motivado a mejorar).

A nivel educativo, un Locus Control interno comporta un mayor rendimiento del alumno, dado que como señala Burón, el propio rendimiento es una consecuencia de la propia actividad. Así pues, el alumno, al darse cuenta que a mayor actividad mejor rendimiento, y que además esta actividad la dirige y controla él mismo con su esfuerzo, consolida la importancia de sus propias acciones para otras tareas o actividades posteriores, aumentando así su nivel de Locus Control interno. Así pues, podemos entenderlo como un proceso de retroalimentación constante.

Por el contrario, si el Locus Control es externo, el alumno no tiene forma de saber lo importante que es su actividad y su esfuerzo para el rendimiento, ya que no tiene la experiencia de esto, y lo que hace es no atribuir esta relación del esfuerzo con el éxito, cosa que a la vez provoca que vaya disminuyendo su esfuerzo porque no lo atribuye a sus propias acciones, lo que al final conlleva un menor rendimiento. Así pues, aquí también encontramos un proceso de feedback constante.

Por estas razones, uno de los principales objetivos de la orientación metacognitiva es llegar a desarrollar en los niños un Locus Control interno, que haga al alumno el responsable de su proceso de aprendizaje y lo capacite para poder llevar a cabo una autoobservación de este proceso que le permita autorregularse en un futuro.