Más Allá De Nuestro Cielo

Más allá de nuestro cielo.

Confieso que creo en los ovnis. Si una hormiga vive en un radio promedio de

100 metros durante toda su vida, y en cambio, un ser humano puede recorrer 7.000 km de distancia de una ciudad a otra, entonces no hay una explicación razonable para no creer en vida inteligente a miles, millones, billones, trillones de km de aquí.

La vida extraterrestre es un misterio, no sabemos o tal vez no tenemos la

capacidad de observarla; Presentimos que hay algo más, muchos creen en un dios o ser superior, varios cuentan haber vivenciado momentos extraordinarios o haber visto objetos, señales o seres que no son de este planeta. Las autoridades gubernamentales niegan tener un mayor conocimiento de todo esto ¿Estarán ocultando información?, tal vez estamos viviendo junto a extraterrestres ¿o eso es imposible? “Mira el cielo, y aprende de ellos”, dijo Albert Einstein; ni más ni menos que el científico más popular y conocido del siglo XX. ¿Por qué no habrían de creerle?

Desde los tiempos más remotos se han visto en el cielo objetos voladores no

identificados, esto se encuentra descrito en innumerables textos y si analizamos la biblia (uno de los libros más importantes del mundo occidental) desde un punto de vista ufológico, nos daremos cuenta de que no queda excluida de esta observación.

Sabiendo lo antiguo que es este escrito, se entiende que en ese entonces se ocupaban palabras simples y por lo tanto al presenciar una espectacular tecnología, que hasta para nosotros hoy en día es sorprendente, la describían basándose en hechos sobrenaturales. Deben ser “Dioses” o “Ángeles” pensaban. Un ejemplo de esto se ve en el Éxodo 13, 21-22 “Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles…

Nunca se apartó de delante del pueblo.” Es lógico deducir que el acontecimiento que se describe en esos versículos es un hecho sobrenatural, en ese entonces no existían objetos voladores que pudieran alumbrar el camino durante toda la noche. De acuerdo a la tecnología que poseemos hoy, podríamos decir que ese “fuego” en realidad puede haber sido una potente luz artificial emitida por una nave voladora.

Siguiendo en la exploración de la Biblia, existe otro ejemplo muy claro de una

descripción de una nave voladora que hace Ezequiel (capítulo 1, versículo 15-28), “Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados. El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito... Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos;....Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban... Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas. Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo. Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente… como el ruido de un ejército... Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve...”. Al analizar este y otras citas de la biblia se ve que para describir la presencia de un ovni, se utilizaban palabras como: torbellino, carro de fuego, nube, rueda llameante, o simplemente como una divinidad.

Desde antaño, observar y estudiar el cielo ha sido una tarea de no acabar. La

astronomía1 tiene tal importancia, que las construcciones más arcaicas que

conocemos se basan en ella. Las pirámides de Teotihuacan de México, la fortaleza de Sacsayhuamán de Perú, las ruinas de Tiahuanaco de Bolivia, las pirámides de Guiza de Egipto son obras que demuestran conocimientos astronómicos avanzados de parte de as civilizaciones que las crearon. Algunas de ellas se encuentran alineadas perfectamente con puntos cardinales y orientadas hacia importantes estrellas como la estrella polar, con la que les era posible determinar el comienzo y fin de las estaciones del año. Antes del 2500 a.C. los egipcios usaban un calendario basado en el ciclo de 365 días del sol, utilizaban la posición de las estrellas para guiar la navegación y analizaban las fases de la luna.2 Además de contener grandes conocimientos de la astronomía, estos importantes cimientos incorporan elevados conocimientos

matemáticos y acusan un gran nivel tecnológico. ¿Cómo en esa época que no tenían tales habilidades lograron crear semejantes construcciones? Si en ese entonces la gente carecía de metales duros o cementos y no conocían la polea, la rueda, ni la grúa3 ¿cómo levantaron piedras de 100 toneladas y las unieron de una manera tan prolija que en sus intersecciones no logra entrar un alfiler?

A mi parecer hay dos posibles opciones: 1.- Que estos cimientos fueron

construidos por los mayas, incas, egipcios durante miles de miles de años. 2.-

Alrededor del 12.000 a.C. existieron civilizaciones avanzadas que sucumbieron

después de los cataclismos sufridos por la Tierra. Si la segunda alternativa fuera la correcta, me pregunto si esta civilización avanzada sería originaria de este planeta o de algún otro lugar del universo. Planteo esta interrogante después de haber escuchado en el documental “Civilizaciones Antiguas” el análisis de las tumbas de las pirámides de Guiza hecho por Chris Dunn, experto en perforaciones, quien cree que fueron hechas con “súper taladros” que perforan a una velocidad mayor de lo que podemos lograr nosotros en la actualidad4.

Estos son solo algunos de los tantos misterios ocultos de la ciencia, la cual se

ha centrado principalmente en teorías y no en hechos. ¿Qué ocurre cuando los

hechos no encajan o contradicen estas hipótesis científicas? Los científicos Michael A. Cremo y Richard L. Thompson, en su libro “Forbidden Archeology”, explican que sucede cuando se encuentran con alguna anomalía. “Básicamente estamos ante lo que llamamos un filtro del conocimiento, este es un rasgo fundamental de la ciencia y de la naturaleza humana. La gente tiende a filtrar cosas que no convienen. Cuando los científicos ven que algo no se ajusta a los paradigmas aceptados tienden a eliminarlo, no se enseña, no se discute y la gente ni siquiera se entera de ello… Cuando una evidencia difiere de la teoría predominante, no se habla de ella, no se da información“5. Complementando a esto Michael Cremo hace la siguiente afirmación: “En

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