PARTICIPACIÓN DE ACTIVIDADES DE OCIO Y TIEMPO LIBRE EN PERSONAS CON ALGUNA DISCAPACIDAD

PARTICIPACIÓN DE ACTIVIDADES DE OCIO Y TIEMPO LIBRE EN PERSONAS CON ALGUNA DISCAPACIDAD

El ocio y tiempo libre es aquel tiempo en el que la persona realiza actividades que puede elegir libremente, es un tiempo no utilitario y liberador.

Habrá muchos casos en los que chicos/as y jóvenes debido a las características de la discapacidad que tengan NO ELIJAN VOLUNTARIAMENTE llevar a cabo este tipo de actividades, en cualquier caso debemos tener en cuenta los beneficios que este tiempo les puede aportar.

Es LIBERADOR sobre todo para muchas personas discapacitadas ya que en muchos casos (en los mejores), tienen que realizar mucho esfuerzo para conseguir los objetivos propuestos (centro educativos, rehabilitación, familias...) para mejorar su calidad de vida, integración y normalización, por tanto necesitan un tiempo para “desconectar” de esa rutina tan dura y desplegar sus intereses, motivaciones, relajarse y tener un tiempo más distendido para las relaciones y el disfrute.

La inactividad y el escaso uso del tiempo libre de los discapacitados son, junto con la cautividad y aislamiento, las principales causas de perturbaciones. Mientras mayor es el grado de las deficiencias de una persona más necesario se hace una buena utilización de su tiempo libre, procurando que este no sea excesivo.

En definitiva la importancia del ocio bien dirigido y estructurado a través de actividades desarrolladas en ese tiempo libre, posibilita “desplegar y replegar el conjunto de las funciones físicas y mentales, alternando la ilusión con el plácido sueño, la autonomía y la dependencia, la realidad y la fantasía”.

Por tanto en este sentido debemos estar convencidos de que al integrar al discapacitado en las programaciones y a través de las actividades de ocio y tiempo libre estaremos contribuyendo a modelar seres humanos que se integrarán y participarán con menos dificultades en la sociedad.

Teniendo en cuenta las grandes diferencias que hay entre los distintos tipos de discapacidades el primer punto a destacar sería:

NO VALEN LAS MISMAS ACTIVIDADES. ES DECIR, CON EL MISMO FORMATO, PARA TODOS.

Un discapacitado sensorial (ejemplo ciego o sordo) puede realizar casi todas las actividades como cualquiera de nosotros salvando alguna adaptación necesaria. Los discapacitados motóricos tienen que enfrentarse a grandes dificultades de accesibilidad y los propios problemas para su desplazamiento (también habría que tener en cuenta el grado).

El caso del retraso mental, autismo y trastornos generalizados del desarrollo como se puede prever es más complejo. En primer lugar depende

del grado, pero si es inevitable tener en cuenta que las actividades deben cobrar gran funcionalidad para ellos y despertar su motivaciones de algún

modo, ya no es tanto la problemática de adaptar sino AJUSTAR LAS PROGRAMACIONES QUE SE LE OFRECEN A ELLOS, es decir requisito principal para un buena programación “CONECTAR CON ELLOS”. Eso no quiere decir, que si nuestro contacto con ellos sea escaso, no podamos establecer una programación base, pero en este caso procurando que sea flexible.

Uno de los casos más difíciles, no por ello imposible, a la hora de programar es el Autismo, debido a la gran necesidad del orden, rutina y estructuración que se hace imprescindibles para ellos.

Por tanto el problema es definir al grupo y tener en cuenta a cada individuo dentro de el, ya que aún tratándose de la misma discapacidad no hay dos personas con las misma características. Para ello la mejor forma es primero conocer sus capacidades, y establecer una clasificación por el nivel de apoyos necesarios.

Por otro lado debemos saber las características generales del grupo/os con el/los que contamos:

• Niños con la misma discapacidad (teniendo en cuenta los grados), no quiere decir que esto sea un modo de clasificar, pero es válido sobre todo para hacernos una idea de los recursos tanto materiales como personales que vayamos a necesitar.

• Niños con discapacidad en régimen

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