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RASGOS DE UNA EDUCACIÓN PARA LA DEMOCRACIA


Enviado por   •  26 de Enero de 2013  •  2.999 Palabras (12 Páginas)  •  319 Visitas

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RASGOS DE UNA EDUCACION PARA LA DEMOCRACIA

Durante mucho tiempo la educación de los ciudadanos la hemos entendido, como un proceso de capacitación para que el alumno conociera sus derechos, sus obligaciones, el funcionamiento de su país y de las instituciones democráticas, así como el vehículo para la afirmación de la identidad nacional, el desarrollo de sentimientos patrios y el respeto al Estado de Derecho.

Esta concepción clásica, al agruparse en una asignatura orientada generalmente hacia la esfera cognoscitiva, asumió un carácter fundamentalmente informativo y teórico, con una tendencia a desligarse de la práctica; destacó el culto a los héroes y los símbolos patrios y en general no estimuló la participación política o el desarrollo de habilidades para la organización y la intervención en asuntos de interés común pues se abordó como una recapitulación de leyes y procedimientos sin referente real, desde una vista no reflexiva, neutral, formalista, abstracta y legalista. Un civismo orientado de esta manera “no fomenta el pensamiento crítico, no promueve los valores básicos de la democracia, no explica el cambio social, tampoco el conflicto ni ofrece instrucción al alumno para enfrentarlo; subraya los éxitos y disimula los fracasos”

Este aspecto tradicional se ha ido abandonando paulatinamente por una que incorpora la vida cotidiana como fuente de conocimientos y de situaciones que le den sentido a las leyes, valores y procedimientos, además, que se asocie a la resolución de los problemas de la vida en la búsqueda de una convivencia más cualificada. Esta nueva perspectiva demanda mucho más que la acumulación de información pues en ella está implícita la intención de producir cambios en los modos de ser, de de estar e interactuar los demás. Por ello el trabajo educativo lejos de terminar en el trabajo de una asignatura, atraviesa todo el currículum e involucra a todos los actores educativos. De ahí la necesidad de empezar por establecer los fines, los contenidos, currículo, sujeto, los métodos y ambientes de aprendizaje congruentes con este nuevo enfoque de la educación ciudadana para después diseñar algunas líneas acerca sus implicaciones al interior del vínculo pedagógico.

A) LOS FINES

Hoy el propósito de la educación ciudadana no puede reducirse a la transmisión conocimientos y a la configuración de una cierta identidad nacional, pues enfrentamos el desafío de construir ciudadanos activos, responsables, capaces de defender sus derechos y de involucrarse en el mejoramiento del bienestar común. Este movimiento de una perspectiva a otra ha sido producto de la emergencia de nuevos sujetos sociales que se produjeron al calor de los movimientos de defensa de los derechos civiles y políticos que se desplegaron en gran parte del mundo occidental desde finales de los 60 provocando, no pocas veces, respuestas represivas por parte de gobiernos dictatoriales. Para formar mujeres y hombres solidarios, críticos y responsables que aseguren la participación activa de los ciudadanos en una sociedad democrática, hace falta una educación que permita liberarse de las jerarquías tradicionales y de los valores antiguos que las legitiman, tanto en relación con la representación, como con la obediencia”

La nueva configuración de la sociedad, más crítica, más participativa, más organizada, más fracturada y reconocedora de las diversidades, exige un desvío en los fines, ya que no basta con promover el conocimiento de la ley y el desarrollo de la Identidad Nacional, sino que implica una educación que construya nuevas igualdades y contribuya a reconstruir la trama de relaciones sociales, mediante la reconquista de la confianza en el otro y la revaloración de la solidaridad.

Los efectos de los procesos globalizadores en la vida cotidiana; los violentos acontecimientos mundiales y nacionales de las últimas décadas; el deterioro ambiental; el empobrecimiento salvaje de una parte de la humanidad como producto de los modelos económicos poco efectivos; el reconocimiento de la diversidad étnica y cultural con el consiguiente impacto en la idea de Estado-Nación, han obligado a repensar las formas tradicionales de la educación ciudadana. Estos y otros imperativos de la realidad socio cultural y política nos obligan a superar la concepción del civismo como “forma sin contenido, como rito sin implicación, como formalismo”

De ahí que en esta nueva concepción se incluyan nuevos aspectos como la educación para la paz, para el medio ambiente, la educación en derechos humanos y para la democracia, así como la perspectiva de género o la multiculturalidad.

Todo ello demanda el uso de una perspectiva pedagógica interdisciplinaria, pertinente, para la acción, para la resolución de conflictos, una pedagogía de la pregunta, del cuerpo, de la responsabilidad, de la integración; una pedagogía que transite de una preocupación más personal-subjetiva a una más objetiva, centrada en la humanidad

La educación ciudadana apunta hacia un proceso educativo centrado en la persona como ser moral, donde la meta sea el desarrollo de la conciencia autónoma y el ejercicio responsable de las libertades en una comunidad educativa justa, donde todos y cada uno de los sujetos sean tomados en cuenta, respetados, escuchados y valorados como seres pensantes. En suma, los fines de la educación ciudadana pueden resumirse en la pretensión de formar personas:

• Con un sólido desarrollo moral, saludables y bien ajustadas a su medio;

• Con capacidad de pensamiento crítico;

• Capaces de participar en la democratización de los espacios públicos y privados;

• Sensibles ante los sucesos actuales, que se interesen de manera empática por los problemas de todos y desarrollen valores y prácticas solidarias;

• Capaces de construir con otros un orden social que mejore las formas de relación, de funcionamiento social y contribuya a lograr una vida digna para todos;

• Capaces de usar el conocimiento para la participación, la toma de postura, el diálogo o el ejercicio de la función pública;

• Respetuosas de las diversidades y defensoras de la equidad de género, la multiculturalidad y todas las formas de pluralismo;

• Capaces de mejorar las instituciones y procedimientos democráticos así como de resolver los conflictos de manera no violenta;

• Con un alto sentido de justicia y legalidad, que conozcan la ley y ejerzan sus derechos y deberes fundamentales de las personas y

• Con una visión global y conscientes de las responsabilidades de la humanidad.

En su conjunto estos fines apuntan hacia un proceso educativo centrado en la persona como ser moral, donde la meta sea el desarrollo de la conciencia autónoma

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