Ramon Martinez Ocaranza Poesìa
Enviado por pamelatrovski • 27 de Septiembre de 2011 • 1.201 Palabras (5 Páginas) • 1.176 Visitas
Puntual, como la noche
cuando se precipita sonando sus estrellas,
en tu pasión: codicia ineluctable,
selva de grandes pájaros,
aventura de sueños,
desatado poder de arquitectura.
Todo grita el contacto de tus ojos enormes,
cuando ausente, lejana, te propones tú misma
la conquista del mundo.
Tal una mariposa
de saludables gritos coronada,
que de pronto perdiera la memoria,
lírica, vegetal, inexorable,
caminas hacía rutas inéditas,
hacía raíces infinitas
no por amplias menores a tu sueño
y te derrumbas en estatua.
Porque naciste para eso:
para ser escultórica.
Párpado sin orillas sobre las amapolas;
lirio de las escaleras celestes;
blanco metal aéreo donde las golondrinas
construyen sus palacios.
Y pensar que eres mía.
¡Ah, las noches inmensas coronadas de astros,
en que surges de abismos,
de las inmensidades!
Y amarte como te amo, es la locura,
es el mejor teorema de la dicha,
de la vida y la muerte;
es naufragio total, canto de árboles;
es júbilo de entrega, de dominio,
de poseer tu blancura, elemental, dulce dulzura.
Finalmente hay que situar el cierre de esta edición con Otoño encarcelado de 1968. Y, de entre los sonetos que figuran en esta obra, me remito citar uno que es común encontrar entre los lectores de Martínez Ocaranza y sobre todo cuando se trata de recordar la vida política del autor; las agitaciones sociales en las que se involucró. Este libro lo escribe con motivo de su estadía en la cárcel por su protagonismo directo en el movimiento estudiantil de 1966 de la Universidad Michoacana donde enseña literatura, y que después de un proceso penal viciado fue absuelto de los delitos que se le acusaba, escribe en ese soneto:
Mi muerte es un meditado viaje,
para que así se cumpla la escritura.
De aquí nos vamos a la sepultura,
camarada Ramón, sin equipaje.
No nos despediremos del paisaje
con arrebatos de literatura.
Coje tu muerte bien, por la cintura,
y vámonos al diablo, sin coraje.
Después de todo, no perdimos nada,
y llegamos al fin de la jornada,
como cuando nacimos: simplemente.
Camarada Ramón, sólo te ruego
que cuando vivas en el dulce fuego,
no te olvides que fui tu confidente.
El alud de reconocimiento al poeta Ramón Martínez Ocaranza llega con el crepúsculo de su poesía hacia el siglo XXI y sin embargo, al volver la mirada a las páginas de esta edición de su Poesía Reunida 1941-1968 nos remiten a la interpretación de su poética desde textos como el de Ernesto Hernández Doblas, Ofelia Cervantes de Martínez Ocaranza, Juan Rejano, Ricardo Cortés Tamayo, Efraín Huerta, Manuel Ponce y Enrique González Rojo. Cada uno hace su aportación y define la lírica de Martínez Ocaranza con el peso de la lectura, con la certidumbre de que lo que escriben sobre él, es un paréntesis de lo que se ha escrito en torno al autor de Muros de Soledad. Además, resulta interesante resaltar por lo menos tres aspectos, el texto de Hernández Doblas quien es un autor de la generación más reciente de poetas que han asumido el compromiso de la poesía como herencia directa de la escuela del poeta jiquilpense; sabiendo que lo que dice genera una condicionante para descubrir el camino que adquiere la poesía del poeta hacia el inminente rumbo del centenario de su natalicio.
El
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