Ser Digno De Ser

INTRODUCCIÓN:

El presente trabajo consiste en el análisis de la película “Ser digno de ser”, del director Radu Mihaileanu. La misma se sitúa en 1984, cuando miles de africanos devastados por la guerra civil se dirigen a los campamentos humanitarios de la ONU en Sudán. Estados Unidos e Israel están llevando a cabo la “Operación Moisés”, un proyecto de inmigración que pretende trasladar a los judíos provenientes de Etiopía, los falashas, a Israel, para que puedan acceder a “La Tierra Prometida”. El título original del film: “Va, vis et deviens” que podría traducirse como “Vete y vive”, son las órdenes que da una madre etíope y cristiana a su hijo de tan sólo nueve años, cuando ve la posibilidad de que él pueda alcanzar una vida digna haciéndose pasar por el hijo de una mujer falasha, que acaba de perder al suyo, de la misma edad, cuando se preparaban para partir hacia Israel.

Lo que nos interesa plantear como problema central es la falta de comprensión por parte del discurso hegemónico del momento, de la condición religiosa, diferente, y el querer ver al otro como un objeto de destrucción, de dominación.Constituye esto el eje central de nuestro análisis, ese discurso hegemónico es el que transforma la realidad de los sujetos, los obliga a cambiar de situación, y lleva a esa madre desesperada a tomar una decisión queen busca de la sobrevivencia de su hijo, debe abandonarlo en manos de otra persona.

Nos cuestionamos en este punto, si el distanciamiento que se produce desde que su madre biológica pronuncia esas palabras que lo marcan para toda su vida, ¿es un desencuentro? O por el contrario, ¿esas palabras que se constituyen en un resonar de símbolos, se transforman en una “presencia” constante en su vida, que lo llevan a superar las dificultades y diferencias sociales que marcan el discurso hegemónico del momento? Por otra parte, nos preguntamos si su identidad en el proceso de relaciones que va entablando se vio alterada por el discurso hegemónico de su tiempo; o su esencia se mantuvo intacta en todo su historia. Y además nos planteamos si el protagonista logra una identificación con el “otro generalizado”, con la nueva sociedad, el nuevo mundo en el que se encuentra.

Los objetivos que nos planteamos para este trabajo es poder analizar las diferentes situaciones por las que pasa Shlomo, el protagonista, desde la visión de la antropología y la sociología, limitando el mismo a la contemplación de algunos de los ejes centrales como los conceptos de “otro”, “identidad”, “socialización”.

¿Desencuentro? Otros encuentros

En toda experiencia de vida cobra fundamental importancia la existencia del “otro”, la misma nos atraviesa permanentemente; y cada entrecruzamiento con ese otro produce cambios trascendentes en nuestra situación, cada “encuentro” tiene cierto vestigio de misterio, de situaciones inciertas. En los encuentros y desencuentros que una persona teje con el otro va configurando su propia existencia, es decir, que gracias a la existencia de ese otro existe un yo, sin embargo como dice Krotz: “la alteridad u otredad no es sinónimo de una simple y sencilla diferenciación” (en Carranza, Hirch y otros; 2012), ya que se necesita aceptar esas diferencias para así aceptar al otro y no segregarlo, aislarlo y terminar destruyéndolo. Entre todas estas situaciones el encuentro que no se puede evitar es el que se vive con los padres; allí vemos que sin existir una posesión total de uno hacia el otro, es inevitable, no se puede evadir ese acercamiento tan íntimo que nos marca por siempre, que nos hace similar a ellos pero al mismo tiempo diferente.

El encuentro con el otro es, como ya dijimos, complejo y se encuentra atravesado en muchas ocasiones por divisiones imaginarias que lo impiden, como la cultura, la tradición, raza, nacionalidad, religión, entre otras.

Muchas de estas divisiones imaginarias estuvieron presentes desde un primer momento en la vida de Shlomo; divisiones que primero lo obligaron a vivir en un campo de refugiados y después a mentir para sobrevivir a la hambruna y condiciones infrahumanas en las que se encontraba junto a su madre biológica.

Esta madre, cristiana, dejando de lado todo principio, cultura y religión, sin pronunciar palabra, con solo una mirada, provocó un encuentro con una mujer falasha que horas atrás había visto morir en sus brazos a su hijo, dicho encuentro se configuró en el dolor de esa pérdida.

Estas mujeres son capaces de romper las divisiones imaginarias concebidas por el discurso hegemónico, saltan esas barreras y sobreponen a las mismas la condición humana y en este caso particular la vida de un niño.

La mujer falasha, Hanna, acepta al niño como su hijo y posteriormente ya en Israel le inventa una genealogía para salvarlo de ser deportado tras los duros interrogatorios a los que se sometía a estos etíopes por parte de integrantes del Departamento de Inmigraciones israelíes.

¿A modo personal creemos que si los humanos fuésemos capaces de retrotraernos al momento en que nace el discurso hegemónico que configura las mencionadas divisiones imaginarias nuestro análisis no tendría sentido alguno? ¿Seríamos capaces de dar lugar a la diferencia dejando de lado la creación del discurso hegemónico?(Se puden abrir otras preguntas vinculada a la anterior como ¿Es posible eso?

En el caso que nos encontramos analizando, observamos cómo las palabras dichas por su madre: “Vete y Vive” se constituyen en un discurso que se presenta como una orden, pero que al mismo tiempo puede ser interpretado como un momento de corte, de cambio de situación. El niño acata el mandato materno, sin entenderlo, y se produce la separación física de estos sujetos.

En los tiempos venideros, en sus intentos por sobrevivir, de superar las situaciones conflictivas que se le presentan; Schlomo jamás deja de pensar en su mamá, por el contrario, esas palabras, tan escasas, dolorosas y al mismo tiempo tan contundentes, repletas de amor materno, son el motor de su vida, las que despiertan su deseo, la razón

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