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Teatro Isabelino


Enviado por   •  30 de Agosto de 2014  •  1.930 Palabras (8 Páginas)  •  238 Visitas

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El teatro isabelino (1558-1625) es una denominación que se refiere a las obras dramáticas escritas e interpretadas durante el reinado de Isabel I de Inglaterra (1533-1603), y se asocia tradicionalmente a la figura de William Shakespeare (1564-1616).

En realidad los estudiosos extienden generalmente la era isabelina hasta incluir el reinado de Jacobo I († 1625), hablándose entonces de "teatro jacobino", e incluso más allá, incluyendo el de su sucesor, Carlos I, hasta la clausura de los teatros en el año 1642 a causa de la llegada de la Guerra civil ("teatro carolino"). El hecho de que se prolongue más allá del reinado de Isabel I hace que el drama escrito entre la Reforma y la clausura de los teatros en 1642 se denomine Teatro renacentista inglés.

Shakespeare le dedica a Jacobo I algunas de sus obras principales, escritas para celebrar el ascenso al trono del soberano, como Otelo (1604), El rey Lear (1605), Macbeth (1606, homenaje a la dinastía Estuardo), y La tempestad (1611, que incluye entre otros una "mascarada", interludio musical en honor del rey que asistió a la primera representación.

El período isabelino no coincide cronológicamente en su totalidad con el Renacimiento europeo y menos aún con el italiano, mostrando un fuerte acento manierista y Barroco en sus elaboraciones más tardías.

FACTORES HISTÓRICO-SOCIALES

La época isabelina significó el ingreso de Inglaterra en la Edad Moderna bajo el empuje de las innovaciones científico-tecnológicas como la revolución copernicana y de las grandes exploraciones geográficas (es cuando comienza la colonización inglesa de América del Norte). La tempestad se ambienta, no por casualidad, en una isla del Caribe cuya población (representada simbólicamente por el "salvaje" Calibán y su madre, la maga Sycorax) está sometida a las artes mágicas de Próspero, esto es, de la tecnología y del progreso de los colonizadores europeos.

La separación de la órbita del Papado y del Sacro Imperio Romano, con la derrota de Felipe II de España y de su Armada invencible (1588), el mayor bienestar económico debido a la expansión del comercio a través de Atlántico, sellaron el triunfo de Isabel y el nacimiento de la Inglaterra moderna. En esta época de intercambios culturales creció el interés hacia las humanae litterae y por lo tanto, hacia Italia, donde los intelectuales huidos de Constantinopla (1453) habían llevado consigo antiguos manuscritos de los grandes clásicos griegos y latinos haciendo surgir un interés sin precedentes por la antigüedad greco-romana y los estudios del idioma hebreo.

Nació entonces en Italia el Humanismo (una vocación sobre todo filológica y arqueológica), destinado a madurar en el siglo XVI durante el Renacimiento, con la creación de un arte y una arquitectura moderna y una renovación tecnológica a gran escala (se piensa sobre todo en un Leonardo da Vinci). Si en Italia el Renacimiento se agotó hacia la mitad del siglo XVI, en el norte de Europa (donde llegó más tarde) perduró hasta las primeras décadas del siglo XVII.

EL DRAMA EN LOS TIEMPOS DE SHAKESPEARE

El drama en tiempos de Shakespeare era de tradición muy antigua en Inglaterra. En las grandes ciudades era tradicional la representación de “milagros” (ensayos del drama religioso en la Edad Media), representados en las catedrales y en los claustros de los monasterios, y sus temas se reducían a las vidas de los santos y a la exaltación de las instituciones de la Iglesia. Su acción era esquemática y tenían pocos personajes. Estas representaciones eran realizadas por grupos de cómicos diestros.

Así el teatro fue un importante modo de diversión del público en general. Se estimuló la práctica de la carrera teatral, en casas de la aristocracia, que mantenían grupos de actores que eran un poco descendientes de los juglares y bufones antiguos. Eran hábiles esgrimistas, luchadores, bailarines, músicos y cantores con gran experiencia en los modos de divertir a la gente.

El teatro isabelino hereda esta tradición en la formación de lo cómico, a la vez que la búsqueda de la dependencia de un señor que los protegía.

En la época de los Tudor, los nobles permitieron que sus propias compañías ejercieran su oficio en otras partes. Así ocurre la independización de estos grupos que adquieren la capacidad de mantenerse por sí mismos.

Los primeros teatros que se conocen se establecieron en los patios de las posadas adaptados para ello, donde se construía un tablado para la representación. Casi todas estas posadas quedaban en los suburbios o en las carreteras de acceso a la ciudad.

Las carretas de cómicos que transportaban los trajes y la utilería llegaban a Londres buscando hospedaje en las posadas. Y mediante un trato con el hospedero que participaba en las ganancias, a cambio de comida, el patio de la posada quedaba reservado para ellos.

En la evolución del teatro, se supone que una etapa posterior fue utilizar toda la posada para el uso de los actores.

Numerosos financieros se ocupaban de las mejoras en los teatros. De las posadas a un edificio con fines teatrales hay un paso.

En cuanto a la ubicación, hubo dos factores que determinaron que se construyeran en las afueras de la ciudad: primero, la oposición de las autoridades, que influidas por el pensamiento puritano, pensaban que el teatro era un modo de deterioro de las costumbres, no sólo morales sino físicas; segundo, la necesidad de no alejarnos mucho de la ciudad, para tenerlos al alcance de la población. Estas razones en apariencia contradictorias, explican cómo la construcción de los teatros estaba supeditada a la: existencia de un vivo interés por el espectáculo, la cantidad de público que asistía a ellos, por un lado, y por otro la oposición que los puritanos ofrecían a este tipo de esparcimiento que significaba un alejamiento del hombre de los principios morales rígidamente interpretados por ellos.

Fue tradicional las agrupaciones teatrales formada por niños, que llegaron a competir

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