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Trabajo De Etica Laboral


Enviado por   •  24 de Marzo de 2012  •  3.747 Palabras (15 Páginas)  •  731 Visitas

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TRABAJO DE ETICA

ETICA LABORAL

ALBERT EINSTEIN

DATOS

NOMBRE: SHANE MADDEN P.

CARRERA: TEC. INSTALACIONES ELECTRICAS

SECCION: FET 001

PROFESOR: JOSE ORELLANA.

INTRODUCCIÓN

Albert Einstein Koch, el físico más importante del siglo 20 (“hombre del siglo”, según la revista TIME), nació en Ulm, estado de Württemberg, Alemania, el 14 de marzo de 1879, hijo primogénito del matrimonio formado por Hermann Einstein (32) y Pauline Koch (21). Un año después la familia se trasladó a München. En esta ciudad, Hermann, de oficio comerciante, se asoció con su hermano Jacob, ingeniero, y establecieron una fábrica de aparatos eléctricos. En 1881 nació María (“Maia”), única hermana de Albert. A los 6 años de edad, Albert ingresó a la escuela primaria católica, teniendo aun serias dificultades para hablar, tanto que sus padres temían que su hijo fuese retardado.

Una brújula que le regaló el papá produjo gran impresión en el niño, generando en él un interés creciente por las propiedades magnéticas del espacio. Su madre, proveniente de una familia culta y acomodada, incentivó en él un interés por la música clásica, tomándole clases de violín. Su tío Jacov, por su parte, le regaló un libro de geometría y lo estimuló hacia la matemática. Otra gran influencia sobre el niño tuvo su tío Cesar Koch, comerciante, quien le regaló un pequeño motor a vapor. A los 10 años Albert ingresó al prestigioso liceo Luitpold de München, en donde recibió una buena formación básica en ciencias naturales, particularmente en física, matemática y geometría, sus ramos favoritos, sin que destacara mayormente. Por el contrario, su carácter de adolescente reservado y taciturno lo distanció de sus compañeros y profesores.

A la edad de doce años su gran sensibilidad lo llevó a interesarse por la religión, pero pronto se decepcionó por las historias bíblicas, que le parecían irreales. Sin embargo, nunca dudó de la existencia de un Dios: “Yo quiero saber cómo Dios creó el mundo…, quiero conocer Su Pensamiento…, todo lo demás son detalles” confesó muchos años después, cuando era profesor en la Universidad de Berlín. La ruda disciplina exigida en el liceo, el autoritarismo y el espíritu militarista de la época, le provocaron una honda desconfianza en la autoridad y en las creencias establecidas, despertando en él un profundo espíritu crítico que lo haría cuestionar, posteriormente, los aspectos más fundamentales de la física clásica a la luz de nuevos e intrigantes descubrimientos.

Poco antes de terminar sus estudios en el liceo, cuando Albert tenía 15 años de edad, en 1894, su familia se mudó a Milán, Italia, dejándolo solo en München, al cuidado de un lejano pariente. Su rebeldía contra el liceo se exacerbó de tal forma que seis meses después siguió a sus padres a Italia, abandonando los estudios antes de obtener la licencia secundaria, lo cual fue un alivio para sus maestros pero un gran disgusto para su padre, quien quería que su hijo llegase a ser ingeniero eléctrico. Sin licencia secundaria era imposible ingresar a la universidad en Alemania. Existía, sin embargo, la posibilidad de estudiar en Suiza, en particular, en el Instituto Politécnico de Zurich, cuyo único requisito era aprobar el examen de ingreso.

En la primavera de 1895, el joven Albert disfrutó su tiempo libre en el norte de Italia, impresionado por la cultura renacentista, visitando ciudades como Padua, Pisa, Siena y Peruggia. En sus paseos por la campiña toscana, su mente reflexionaba obsesivamente sobre las paradojas que surgían al tratar de entender los fenómenos electromagnéticos. Apenas había cumplido 16 años cuando envió a su tío Cesar Koch en Stuttgart para su consideración un manuscrito de 5 páginas titulado “Sobre el estado de la investigación acerca del éter en campos magnéticos”, en el que hace ver la necesidad de diseñar experimentos para dilucidar la incompatibilidad existente entre los fenómenos electromagnéticos y los principios de la física clásica.

Las paradojas que lo intrigaban en ese verano de 1895 eran del tipo siguiente: si un observador viajara a la velocidad de la luz en la misma dirección de un rayo, según el teorema clásico de adición de velocidades, dicha señal luminosa debiera verse detenida con respecto al observador, pero ello significa que dejaría de existir como onda. Por ejemplo, si el observador portara un espejo en su mano y lo colocara frente a él para mirar su rostro, no vería nada. Por lo tanto, el sistema de referencia unido a dicho observador no es equivalente a cualquier otro que avanza con velocidad menor a la de la luz. Pero, esto viola el principio de relatividad de Galileo-Newton, según el cual, todos los sistemas de referencia que se mueven entre sí con velocidades relativas constantes, son equivalentes. Al parecer dicho principio, válido para la Mecánica, no podría aplicarse a las leyes de la Óptica. O tal vez el teorema de adición de velocidades no sería aplicable al caso de la luz. Pero si esto último es cierto, entonces no podría existir el “éter”, o medio físico a través del cual se propaga la onda luminosa en el espacio. Estas dudas de la adolescencia fueron despejadas magistralmente por Einstein 10 años después, en su año “milagroso” de 1905.

En el otoño de 1895, Albert Einstein se presenta al examen de admisión en Zurich, siendo rechazado, no por su capacidad matemática, que fue considerada excepcional para un joven de 16 años de edad, sino por deficiencias en zoología, botánica y lenguas modernas. El director del Instituto Politécnico de Zurich, impresionado por la habilidad matemática del muchacho, sugirió a sus padres que intentara ingresar nuevamente al año siguiente y que mientras tanto completase su educación secundaria en la escuela cantonal de Aarau, cerca de Zurich. El rector de esta última lo recibió con simpatía y lo albergó en su casa. La estadía en Aarau fue muy estimulante para el joven Albert, quien encontró un entorno grato y acogedor para expandir su educación. Tanto fue su agrado, que resolvió renunciar a la ciudadanía alemana, lo que hizo efectivo con la anuencia de su padre en 1896, y solicitar la nacionalidad suiza. Sin embargo, debido a su corta edad el proceso demoró cuatro años antes que ésta fuera concedida.

Tras un segundo intento, en el otoño de 1896 el joven fue finalmente admitido al Instituto Politécnico de Zurich, pero aquí una vez más sorprendió a su familia al matricularse en la carrera de Pedagogía en Física y Matemática en lugar

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