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Aprender Si Pero Como


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2013  •  2.057 Palabras (9 Páginas)  •  478 Visitas

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MEIRIEU, PHILIPPE: “El camino didáctico”, en Aprender Sí, pero ¿Cómo?, Octaedro, Barcelona, 1992, pp.: 115-138

La definición de objetivos no basta para la elaboración de un proceso didáctico, sino que requiere la elucidación de la actividad mental a solicitar y la puesta a punto de situaciones-problema.

1. La necesidad de definir y de clasificar los objetivos

El objetivo no señala los medios para su realización. La formación de la pedagogía por objetivos intenta formular objetivos operacionales de acuerdo con la especificidad de su asignatura, clasificados del más pequeño al más grande.

El principal interés del “análisis por objetivos” proporciona un referencial y un referente, un instrumento para la gestión de una pedagogía diferenciada y un soporte para la negociación contractual. Permite repartir a los individuos en función de sus adquisiciones anteriores y evitar el aburrimiento a los que ya saben. Permite que el diálogo formador/alumno no se refiera a meras impresiones.

2. Un dispositivo didáctico no se genera por la definición de un objetivo, sino por la hipótesis de la operación mental necesaria para alcanzarlo

Volvamos al objetivo general: enseñar a los alumnos a “volver a leer sus deberes”.

Para traducir un objetivo al campo operacional se puede descomponer la noción de “relectura crítica”, identificando todo aquello a lo que hay que estar atento. Tendremos diferentes criterios (precisión del vocabulario, exactitud de cálculos, claridad de esquemas…) y podremos fabricar para cada tipo de trabajo una lista de exigencias requeridas… esto se enfrenta a dos dificultades graves:

1. Plantear con exactitud todo lo que se debe hacer, equivale a realizar el trabajo hasta en su más mínimo detalle.

2. Que un alumno disponga de una lista detallada de exigencias no equivale a saber hacer el trabajo requerido.

Pero ¿se debe renunciar a esta clase de inventarios? No, con la condición de saber interrumpirlos. Todas las actividades que describen no dan cuenta de las operaciones mentales. Volver a leer es adoptar frente a sí mismo el punto de vista ajeno, es interiorizar lo social o “descentrarse” (Piaget).

Todo aprendizaje se efectúa así: lo que lo constituye es irreductible a las descripciones comportamentales que se puedan hacer. Podemos acumular los objetivos operacionales sin unirlos en una dinámica mental. Entre los comportamientos observables y el gesto mental que los soporta solamente hay una ruptura, un salto cualitativo.

Acceder al aprendizaje requiere poner en práctica una operación mental que dé sentido y organice todas las actividades escolares que se puedan efectuar. La actitud de descentración requiere una formación cuyos principios debo construir analizando el gesto mental a realizar y organizando una situación en donde sea a la vez posible y requerida.

Los dispositivos didácticos se elaboran con la definición de un objetivo general, es decir, de un objetivo que pueda ser sometido a un análisis a partir de la operación mental a llevar a cabo y permita construir una situación que solicite su puesta en práctica.

3. Para una tipología simple de las operaciones mentales solicitadas, así como de sus dispositivos correspondientes

Nos ha parecido útil proponer una tipología de las operaciones mentales requeridas durante los aprendizajes que responde a tres condiciones:

1. Facilidad de utilización.

2. Conformidad con las aportaciones teóricas.

3. Fecundidad práctica.

No es una tipología universal o definitiva. Diferenciamos cuatro grandes operaciones mentales:

1. Deducción: es el acto intelectual mediante el cual el sujeto es llevado a inferir una consecuencia de un hecho, de un principio o de una ley. Deducir es situarse bajo el punto de vista de las consecuencias de un acto o de una afirmación; es preguntarse “si esto es verdadero, ¿qué es lo que implica?”. Es la prueba de los hechos o la “prueba del efecto”. Formar en la deducción es esencial. Hay que formar al sujeto según el procedimiento hipotético-deductivo. El dispositivo a elaborar deberá caracterizarse por encarnar el “si… entonces” que sólo asume su total eficacia mediante la reversibilidad, es decir, porque el sujeto va de la consecuencia a su origen, estabiliza o modifica su comportamiento inicial. La escuela puede eficazmente formar la inteligencia al organizar sistemáticamente “la experiencia de las consecuencias”. El papel del maestro es el de organizar experiencias materiales y sociales que sean ocasión de progreso pero que garanticen al mismo tiempo la impunidad.

2. Inducción: puede funcionar a diferentes niveles e ir desde el simple reagrupamiento de objetos alrededor de una característica común hasta la conceptualización más estricta, del nivel sensoriomotriz (Piaget) hasta el ámbito de las operaciones concretas, incluso de las formales. La operación mental consiste en plantear hipótesis sobre lo que representa su “punto común” y procedimiento mediante una alternancia de reducciones y de extensiones, a acceder hasta una formalización aceptable. Como en el caso de la deducción, hay formación de hipótesis, pero no gozan aquí del mismo status; en la deducción, la hipótesis es puesta a prueba por lo que produce; en la inducción, es puesta a prueba por los hechos de los cuales rinde cuentas. La deducción pasa de lo uno a lo múltiple, la inducción de lo múltiple a lo uno. Si queremos solicitar la inducción, tendremos que proceder a la distribución de diversos materiales, asegurar una apropiación mínima e imponer la confrontación de los materiales hasta que se haga su aparición lo que los puede relacionar y permita una apropiación más completa. La labor del maestro será la de escoger materiales en los cuales el concepto pueda ser identificado, hacer describir y reformular lo que se ha visto, leído u oído hasta que aparezcan similitudes, introducir intrusos para hacer percibir las originalidades y hacer nuevos ejemplos para acceder realmente la especificidad. La inducción es fundamental porque permite acceder a la abstracción, pero debe ser completada por una puesta en relación de los conceptos entre ellos. Este trabajo sobre las ideas que permite acceder a un sistema y construir modelos lo llamamos, dialéctica. Platón utilizaba el diálogo para llevarla a cabo. El diálogo permite la confrontación, la percepción de las contradicciones y de los posicionamientos recíprocos, sobre todo cuando utilizamos la reformulación sistemática (“si te comprendo bien, me parece que quieres decir…”), la referencia a las adquisiciones anteriores (“recuerdas que hemos dicho que”), la puesta en evidencia de las paradojas

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