Introduccion
Enviado por hvuyvuyvuvu • 1 de Abril de 2014 • 1.868 Palabras (8 Páginas) • 167 Visitas
s pedagogos del porfiriato, contrarios a la coerción, los castigos, los premios o listas de honor y cualquier acto que pudiera exaltar demasiado o disminuir la autoestima de los alumnos.
Sin embargo, las escuelas estaban lejos de contar con buenas instalaciones que permitieran las actividades complementarias. Las autoridades reconocían el pésimo estado de los locales. Por ejemplo, admitían que hubo que establecer las secundarias número uno y cinco en el edificio colonial de San Pedro y San Pablo, antiguo alojamiento de fuerzas militares, y que por los desperfectos del sitio tuvieron que cambiar a los estudiantes al viejo Seminario Conciliar. No obstante las carencias de la mayoría de las escuelas, las voces oficiales con gran optimismo afirmaban que, a pesar de todo, la enseñanza secundaria se había "abierto paso de una vez por todas en el corazón del pueblo".
Conseguir maestros capacitados para enseñar en el nuevo ciclo fue otro problema. En un principio las secundarias uno y dos fueron atendidas por profesores de la ENP y la Escuela Nacional de Maestros, mientras que la tres y la cuatro contaron con profesorado propio reclutado entre maestros normalistas y profesionistas. Las autoridades se ufanaban de que la planta de maestros de las secundarias estaba formada por profesionistas diversos (83) además de médicos (24), abogados(18),ingenieros (81) y maestros normalistas "distinguidos" (123). Pero al mismo tiempo confesaban que 102 de los 431 profesores carecían de título profesional. Según informes oficiales, se exigía a los maestros que llevaran cursos especiales sobre educación, sobre técnica de enseñanza y sobre su materia. Aunque se intentaba que fueran profesores de tiempo completo y no de asignatura, para 1928 sólo 28 eran de planta.
Los programas de estudio eran semejantes a los del ciclo secundario de la Escuela Nacional Preparatoria y las materias estaban graduadas de menor a mayor dificultad y, en lenguaje oficial,"de precedencia lógica de una materia a otra". La vida escolar era muy activa: las organizaciones estudiantiles (la secundaria número uno tenía 20) y los "teams" deportivos (la número 3 tenía 73), realizaban frecuentes asambleas y juegos de concurso (la secundaria número 2 organizó 302 en 1928). Las visitas a museos y a fábricas, las excursiones, las fiestas, y las reuniones sociales de alumnos y profesores eran parte importante del quehacer cotidiano. Otras actividades importantes dentro de las escuelas eran los reconocimientos médicos y físicos de los jóvenes.
Los alumnos de la secundaria deberían de pagar la misma cuota que regía en la ENP, $ 30 anuales, que estaba destinada a la adquisición de material para las instituciones, pero las autoridades aseguraban que de los 5521 alumnos inscritos en 1928, 2258 estaban exentos de pago. Aún cuando la inscripción en las secundarias aumentó con rapidez, éstas fueron insuficientes para responder a la demanda.
Así mismo los propulsores de la secundaria se enorgullecían de haber podido organizar para la nueva generación "sociedades de cooperación, de orden, de trabajo, que son sin duda alguna la más bella conquista en el orden disciplinario y la característica más saliente de las nuevas y progresistas instituciones". A finales del gobierno callista se convocó una junta mixta de maestros universitarios y de secundaria para estudiar el problema de articular dicho ciclo con la Escuela Nacional Preparatoria. Según los asistentes, los métodos y procedimientos de la secundaria estaban de acuerdo con los más avanzados y habían resuelto el antiguo problema disciplinario de la Preparatoria, que en los años anteriores a 1926 daba lugar a una huelga cada dos meses. Aseguraban que desde la separación de la secundaria no se había presentado ningún incidente desagradable "que pudiera tener siquiera remota semejanza con los que eran cosa común y corriente en el edificio de San Ildefonso".
Sin embargo, contradiciendo los optimistas informes oficiales, las escuelas secundarias no dejaron de dar dolores de cabeza a los sucesores de Calles. Durante el gobierno de Emilio Portes Gil los funcionarios de la SEP, obsesionados con la disciplina, mantuvieron una estrecha vigilancia sobre los alumnos e impusieron un excesivo número de actividades extraescolares. Aún así en 1929 los estudiantes se adhirieron al movimiento universitario que pedía la derogación de un nuevo plan, con un año más de estudios, con lo que no sólo se perdieron 47 días de clase, sino que sgún informes oficiales se habían relajado "los buenos hábitos mentales, morales y sociales que con tanto esfuerzo se había logrado despertar en los educandos". Los problemas de disciplina se atribuían a los estudiantes que rebasaban el límite de edad (más del 10% tenían más de veinte años), por lo que se concluyó que no era conveniente admitir alumnos de edades tan diversas, aduciendo que los mayores de 15 años:"por haber salido del período de la adolescencia, por sus malos y arraigados hábitos, por su retardo mental, o por anomalías y deficiencias domésticas" constituían un "serio estorbo para la atención racional del gran número de los preadolecentes y adolescentes que por ser alumnos normales son los más perjudicados en su educación".
Se determinó que los alumnos mayores tendrían salidas hacia escuelas técnicas o "si se empeñaban en hacer estudios secundarios" podrían acudir a la nocturna donde tenían prohibido tener contacto con los preparatorianos. Los actos de indisciplina eran severamente castigados. Otro de los problemas que enfrentó la SEP fue la fricción que se generó entre la federación y los estados a causa de la enseñanza secundaria. La Secretaría de Educación se quejaba de que los estados se negaban a acatar sus disposiciones. Las autoridades locales no sólo se resistían a cumplir los lineamientos oficiales, sino que también aceptaban estudiantes que no llenaban los requisitos que exigía la Secretaría
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