La Educación:alternativa Para Educar En Valores
INGRIDRUIZMTZ3 de Marzo de 2014
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INTRODUCCIÓN
Actualmente las sociedades se caracterizan por el continuo cambio de las estructuras que las conforman, ya sean sociales, culturales, políticas, económicas, educativas, laborales, etc.; demandando a su vez estrategias facilitadoras del mismo con la intención de conseguir la conformación de un proyecto de vida personal o social, basado en un sistema de convivencia y armonía que oriente a los seres humanos a conducirse bajo el precepto del <<bien actuar>> respetando los comportamientos, pensamientos y libertades individuales y colectivas del grupo social al que pertenece. En este contexto (el de transición social), la educación y la formación valoral juegan un papel primordial, ya que es a través de éstas y del docente que se activan muchas de las estrategias que se pueden adoptar para propiciar <<en y desde>> una totalidad, su asimilación, adquisición y ejecución.
Existen un sin fin de antecedentes teóricos aquí contenidos, que aportan ideas básicas para comprender el significado de la formación valoral y la importancia de ésta en la educación institucionalizada. El presente trabajo se fundamenta en las estipulaciones del artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en la Ley General de Educación, respecto a las aclaraciones específicas correspondientes a la educación en valores. Se puntualizan los propósitos de la formación valoral contenida en el enfoque de la Educación Cívica del Plan y Programas de estudio de Educación Primaria; se hace referencia precisa del papel que deben jugar todos y cada uno de los agentes educativos participantes en el proceso de adquisición del pensamiento y comportamiento moral: maestros, alumnos, padres de familia, comunidad, autoridades educativas, etc.
Así pues es como se pretende a través de los valores, que la especie humana cultive sus virtudes, aprenda a convivir con él mismo y con los demás, legando a sus sucesores el espíritu de trascendentalidad (relativa a la actuación sobre la recta razón, el deber ser y la bondad).
“LA EDUCACION: ALTERNATIVA EFICAZ PARA FORMAR AL INDIVIDUO EN VALORES”
En épocas pasadas, la forma en que se percibía la enseñanza de valores morales no ha variado mucho del concepto actual, y de ahí proviene el comportamiento de la sociedad. Según el enfoque educativo, lo correcto es enseñar a actuar y vivir, apegándose al bien, a la verdad y la práctica diaria de valores. Pero a este respecto podemos preguntarnos, ¿qué tanto nos estamos apegando al fomento de valores morales positivos para los seres humanos y como estamos combatiendo la perdida de la moral dentro de las instituciones educativas y formativas del país?
Dentro de la sociedad mexicana, actualmente se enfrenta una problemática muy compleja: la falta de valores en el comportamiento de los individuos que forman nuestro conglomerado social. Vivimos una época en que los valores morales están cada día más socavados por el mercantilismo a ultranza, la sociedad, pero principalmente los niños y jóvenes están envueltos en la decadente cultura consumista, “… no debemos permitir que la euforia técnico-científica ofusque los espíritus hasta el punto de impedirles admitir una realidad evidente: la cultura actual se encuentra sumergida en una profunda crisis. Admitámoslo. El hombre contemporáneo vive con apremio y de modo individualista y egoísta, víctima de una deformación del sentido del deber, olvidándose frecuentemente que el bien individual se ha de alcanzar en el Bien Común…
Esto tiene una gran repercusión en el desarrollo de México, ya que se están presentando situaciones extremas de injusticia, impunidad, desigualdad, discriminación y una serie de manifestaciones de antivalores, que dejan de lado la convivencia armoniosa y moral entre las personas. Lo anterior se debe en gran medida a la pésima distribución de la riqueza y las malas formas de gobierno, “… miremos la realidad de una multitud ingente de hombres y mujeres, niños, adultos, ancianos, quienes sufren el peso intolerable de la miseria, resultado de las violaciones de aquellos supuestos de necesidades fundamentales no satisfechas por causas derivadas de un mal gobierno, el que no respeta la legalidad y que no realiza con eficiencia los fines generales y particulares que se le atribuyen al Estado de Derecho” . Parece inevitable que la pobreza esté vinculada a la delincuencia, corrupción y decadencia moral.
Dicha situación data desde el comienzo de nuestra historia como nación. La inequidad en la economía de las diversas clases sociales, el aumento desmedido de la pobreza, la demagogia política y el abuso de poder, el desamor, la injusticia y la corrupción, han producido una sociedad vacía en cuanto a la práctica de valores, insensible, desequilibrada, donde se pugna por el beneficio propio, sin importar si se pasa sobre los derechos humanos, garantías individuales e incluso la voluntad y la vida de otros.
Sabiendo que los valores se pueden abordar como un asunto de acción y reacción, de lo anterior podemos discernir que si los individuos viven desde temprana edad una situación de pobreza en todos los sentidos (económico, cultural, social, moral, afectivo), tenderán a proyectarse ante la sociedad con hostilidad y con una práctica casi total de los antivalores.
La situación de los núcleos familiares mexicanos ha cambiado estructuralmente, las madres trabajan, los padres abandonan a sus hijos, el tiempo de calidad, el amor y el respeto entre los miembros de una familia ha perdido su importancia. Todo esto se ve reflejado en la producción de seres humanos con un franco desinterés por el bienestar común.
La familia es pues, la institución donde los seres humanos empiezan a educarse y formarse en valores y después de esta se encuentra el sistema de educación formal (las escuelas), en el cual los individuos están inmersos durante casi todas las etapas de su vida, y que es ahí donde se deberán reforzar la moral y los valores previamente aprendidos, así como fomentar más actitudes positivas que durante la formación de los educandos se harán presentes en la interacción con sus compañeros y maestros, y que se deberán enseñar y evaluar de modo práctico y vivencial, tomándose como una especie de “entrenamiento” para lo que será la vida como ciudadanos adultos y responsables de sus actos.
Cabe mencionar, que para las instituciones educativas y para los docentes, la labor de reforzar y fomentar valores en los alumnos no es tarea fácil, ya que se enfrentan a una serie de adversidades que no permiten lograr los objetivos que plantea la formación cívica y ética en los programas de estudios. El tiempo que los alumnos pasan en las escuelas no es suficiente para modificar de raíz la conducta y actitudes desarrolladas durante la educación familiar, y para contrarrestar la influencia que la problemática social tiene en los individuos.
Si bien es cierto que la educación moral no depende únicamente de las escuelas y de los maestros, también debemos aceptar que quizá no estamos manejando correctamente dicha responsabilidad. La formación intelectual propia de la cultura científica, técnica e industrial nos manifiesta una educación deficiente en cuanto a la integración del hombre que mira hacia el aprovechamiento del mundo pero se olvida de la educación estética y ética. “La formación integral del hombre comprende configuración tanto de su inteligencia como de su voluntad, pero no basta, es necesario que aprenda a sacrificarse siempre a favor de otro…”.
¿PARA QUE?
Una vez enunciadas las distintas directrices que puede abordar la formación moral, se debe llegar al punto específico donde con mayor énfasis se trabajará y desarrollará el pensamiento moral del alumnado, la escuela.
Si bien es cierto, como se enunció al principio de la presente exposición, la escuela y los maestros son el medio ideal para propiciar en el individuo el desarrollo de todas sus capacidades con la intención de lograr en él actitudes responsables, de justicia y democráticas tanto para su transformación individual como para la sociedad que integra, buscando siempre la armonía social a través de el bien actuar; es el momento entonces de estudiar los argumentos a considerar por éstos agentes educativos, para encaminar apropiadamente el desempeño de su labor.
En nuestro país la plataforma que regula los principios de la educación en general, se fundamentan en el artículo tercero Constitucional; y en lo que a formación valorar se refiere, a la letra estipula: “...La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia... luchará contra la ignorancia y sus efectos...será democrática...como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo...” En ésta primicia se basa la Ley General de Educación, documento que describe las especificaciones necesarias requeridas para cualquier proyecto educativo Federal o Local, cuyos ejercicios deberán apegarse siempre a los principios emanados de la Ley Suprema. En ambos documentos se interpreta a la educación como “proceso social orientado a la formación, hacia la internacionalización de un conjunto de valores congruentes con el modelo de organización social que plantea el texto constitucional... la finalidad de la base filosófica de la educación
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