La eutanasia ante una muerte dolorosa

La eutanasia ante una muerte dolorosa

La eutanasia no solo ha sido considerada sino también legislada en países como: Suiza, Bulgaria, Estados Unidos y Colombia con la intensión de proteger la dignidad de las personas; como lo estipula Stewart “la eutanasia es una acción intensional que provoca la muerte, generalmente dirigida a propósitos plausibles como aliviar el dolor y el sufrimiento” (Stewart,2016). De ahí que este término no sea considerado como asesinato, ni atentado contra la vida de un individuo; de igual manera la enciclopedia de la bioética reconoce que “Existen cuatro representaciones de la eutanasia manejadas a lo largo de la historia, la primera de ellas: inducir la muerte a quienes están sufriendo” (en Álvarez del Río, 2014). Sin embargo, no son muchos los países que han despenalizado esta práctica, y uno de ellos es Ecuador, que incluso la sanciona como homicidio culposo por malas prácticas médicas. La cuestión es que siendo el Ecuador un país de derechos y tomando en cuenta la actual crisis sanitaria por la que el país atraviesa ¿es posible la legalización de la eutanasia, sin que exista una violación de derechos?

En primera instancia, dentro de la base constitucional de la República del Ecuador (2005) se identifica el Art. 66 el cual reconoce y garantiza a las personas el derecho a una vida digna (Cont. Republica del Ecuador, 2008), pues bien, si tenemos derecho a una vida digna y la muerte forma parte de la etapa final de la vida de un ser vivo, está correcto deducir que el hombre tiene derecho tanto a vivir con dignidad como a morir de la misma manera. También está el art.84 de Constitución de la Republica del Ecuador:

La Asamblea Nacional y todo órgano con potestad normativa tendrá la obligación de adecuar formal y materialmente, las leyes y demás normas jurídicas previstos de la constitución y los tratados internaciones, y los que sean necesarios para garantizar la dignidad del ser humano...

Este planteamiento al igual que el otro se desarrolla a partir de la dignidad dando así la posibilidad de adecuar la normativa de tal manera que esta o se vea afectada, no obstante, no existe nada que mida hasta qué punto es digna la vida de una persona ya que la dignidad no se trata de una cualidad otorgada por nadie, sino es una parte consensual al ser humano, es decir que forma parte de la decisión de una persona. Es por esta razón que la base de la práctica de la eutanasia reside en una enfermedad terminal que impide la vida normal de la persona a su vez que la deteriora.

Por otra parte, los estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud determinaron que el COVID-19 puede afectar de manera permanente ciertos órganos vitales como: el corazón, los pulmones y el cerebro (OMS,2021). Si bien es cierto, siguiendo las normas de bioseguridad las posibilidades de contagio se reducen considerablemente, una persona siempre va a estar expuesta y si hablamos de una persona con una enfermedad terminal cuyos aparatos y sistemas se encuentran débiles, es evidente esta persona esta totalmente vulnerable ante este virus que asegura empeorar su estado de salud ya que una afección a esos órganos significa que la persona esta propensa a fallos cardiacos y respiratorios.

Así mismo está Pablo Ortiz García, embajador de Ecuador en Bélgica país donde la eutanasia es legal , dio una entrevista al diario el comercio diciendo “La resolución de quitarse la vida, en mi criterio, contribuye un hecho de valentía. Morir con dignidad es preferible desgastarse lentamente aguantando el avance de una enfermedad” (Ortiz, 2014). Por tal razón tomando en cuenta el planteamiento anterior, es justo que en estos casos sea el paciente quien decida si seguir o no con una lucha que tarde o temprano tendrá el mismo fin.

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