Los niños de la calle ¿Quisieras volver a ser niño?
Enviado por Giane Pérez Castro • 21 de Febrero de 2017 • Ensayo • 1.000 Palabras (4 Páginas) • 113 Visitas
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Lengua II
Alumna: Gianella Pérez Castro
Profesor: Amado Muñoz
Ciclo: II Semestre – 1er año
2017
Los niños de la calle
¿Quisieras volver a ser niño? Probablemente los niños que trabajan, no. Ellos quisieran estar en el lugar de un adulto, en un lugar que les permita defenderse, en un lugar donde los escuchen, pero por desgracia, no es así, la realidad es otra. Trabajan mañana, tarde y noche por lugares peligrosos sometiéndose a todo tipo de riesgos en la calle y dejando de lado aquella etapa valiosa de la vida que es la niñez. Ante esto, no vemos que alguien haga algo por solucionarlo. Ningún medio de comunicación, ninguna campaña política, ningún personaje famoso, ni nadie vela por sus vidas; están totalmente desprotegidos. Esto sucede porque aún no tomamos conciencia del gran rol que cumplen los niños en la humanidad, el no dejarlos vivir su infancia afecta su desarrollo social y de esta manera, también permitimos que se dañe el futuro de nuestra sociedad. Es por esto que quisiera sensibilizar el corazón de la población para lograr ese sentido humano y solidario que los niños necesitan.
El trabajo infantil es definido como la actividad que “priva a los niños de su infancia, de su potencial y de su dignidad, y es perjudicial para su desarrollo físico y mental” (OIT y UIP, 2002, p. 15). Sin embargo, en esta definición y en muchas otras, no consideramos lo perjudicial que también puede ser para su desarrollo social. Si le damos un enfoque mundial, este es uno de los problemas sociales más resaltantes en la actualidad, incluso el Sumo Pontífice, el papa Francisco (2015), se ha pronunciado calificando al trabajo infantil como una esclavitud moderna. Adultos y padres son los responsables de esta esclavitud que impide el correcto proceso de formación de estos infantes.
En el Perú podemos observar este problema con más claridad, ya que a pesar de la reducción de un 31,7% a un 26,4% entre los años 2012 y 2015 (Grados, 2016) y de la creación de la Estrategia Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (ENPETI), aún son evidente los casos de explotación infantil en el país. A diario nos encontrarnos con niños vendiendo golosinas, cantando en los transportes públicos, dibujando en las calles o simplemente entreteniendo a las personas con alguna habilidad o talento que se ven forzados a desarrollar para poder obtener alguna colaboración económica, además tienen que levantarse temprano y regresar tarde a casa exponiendo sus vidas al peligro de las calles, para cumplir las obligaciones que sus padres u otros adultos no cumplen.
A este problema se enfrentan miles de niños en la actualidad sometiéndose a numerosos daños en diferentes aspectos. Uno de ellos y del que probablemente no solemos hablar, es en el aspecto social. Si bien es cierto que esta situación afecta en su desarrollo personal y mental, pues también debemos reconocer los daños que causa en su desarrollo social y las consecuencias que ello trae tanto a sus vidas como a la de nuestra sociedad.
Algo evidente que genera la explotación en estos niños, es la envidia. Este sentimiento puede llegar a ser tan fuerte que, aunque sean menores para entender lo que sucede, hace que deseen lo que otros niños tienen, y esto conlleva a que más adelante, o incluso a temprana edad, se conviertan en delincuentes. Es por eso que sin darnos cuenta, estamos formando a futuros criminales que podrán en peligro nuestro bienestar y el de ellos mismos. Solo basta fijarse en el aumento de la tasa de delincuencia en nuestro país en los últimos años. En el 2014, alcanzamos la tasa más alta de victimización por delincuencia con un 30,6% según el Barómetro de las Américas (IEP, 2015). Sin embargo, a pesar de que ya no ocupamos el primer lugar de toda América Latina, hemos aumentando a un 39% ubicándonos en quinto lugar (Latinobarómetro, 2016). Y ni qué decir del bajo rendimiento escolar que tenemos en educación a nivel de Sudamérica. Como lo muestra el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) en su última prueba del 2015, ocupamos el puesto 62 de 70 países (El Comercio, 2016). Realmente es una situación preocupante para el Perú y definitivamente, nos resultaría mejor tener a jóvenes preparados para el futuro de nuestro país, pero con el entorno de violencia que le damos a nuestros niños, no lo lograremos. Este es el resultado del país a causa del entorno equivocado en donde se encuentran estos niños desamparados, y de tenerlos trabajando en las calles en vez de estar en un salón de clases.
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