RELACION MEDICO PACIENTE
Enviado por rovermontelongo1 • 13 de Octubre de 2013 • 1.184 Palabras (5 Páginas) • 402 Visitas
EVOLUCION DE LA RELACION MEDICO PACIENTE
Medicina empírica: Considerando a la enfermedad propia de los espíritus, la curación debería ser mágica, los hechiceros o curanderos cimentaron la primera relación curador-doliente. A pesar de que ejercían su oficio en ignorancia absoluta del proceso salud-enfermedad, ejercían su papel con gran perspicacia, astucia y viveza y a pesar de sus continuos fracasos seguían confiando en ellos. De este modo, la relación del curador con el paciente se establece por la omnipotencia, la sugestión y la posición que los pacientes daban al hechicero de intermediario entre lo sobrenatural y lo terrenal, pues se dejaban influenciar por la teatralidad de sus actos. El paciente creaba dependencia de su tratante y en el depositaba su confianza ciegamente.
Medicina griega: Hipócrates marca los principios éticos de la relación del curador con el paciente y años después, Galeno amplió y sintetizó esta relación, estableciendo normas y preceptos para su recíproca interacción, uno como paciente y el otro como médico; desde ahora investido con esta categoría. Este modelo hipocrático con su Ley y Juramento, representa el patrón tradicional de la relación médico-paciente, que no admite remplazo sustancial mientras existan seres humanos que sufran y necesiten atención médica como se concibe actualmente.
Medicina medieval: en esta época la medicina sufre un gran colapso, se vio envuelta de teología, regresó a la alquimia, la magia y la astrología, que le dieron un sentido mágico, de dogmatismo y fanatismo religioso. Sin embargo, el sentido de cristiandad aporta el amor, la misericordia, la ayuda al menesteroso y crea el concepto del médico sacerdote y posiblemente del apostolado médico.
Medicina renacentista: en el siglo XIX, aparecen los Derechos del hombre y con ellos el Derecho a la Salud y la interacción médico-paciente adquiere características propias. El médico, una vez más, modifica sus funciones en respuesta a los cambios sociales. Lo inquieta la investigación y la tecnología. El método científico impera, se rompen el charlatanismo y las especulaciones teóricas. La relación médico-paciente adquiere bases sólidas y se generaliza un método para llevarla al terreno científico.
Medicina romántica: aquí surge la concepción del médico de cabecera, médico de la familia, terapeuta integral, consejero y amigo, que hace de la relación médico-paciente una verdadera simbiosis, lazo estrecho de unión, incluso dependencia física y psicológica, donde el médico alcanza mucho prestigio en la sociedad. Se llama “al siglo XIX la época dorada de la relación médico-paciente”. El médico diagnostica con escasa tecnología, pero con mucha dedicación, observación y esmero, formula indicaciones terapéuticas que sólo él conoce y que surtían efecto posiblemente más por la fe del enfermo que por la eficacia de las sustancias empleadas. La confianza en el médico es ilimitada, sus indicaciones se acatan, no se discuten, nadie se atreve a ponerlas en tela de juicio. El médico de cabecera atiende los partos, cuida de niños, adultos y ancianos, se hace cargo de cualquier enfermedad que presenten, los acompaña a las intervenciones quirúrgicas y hasta acude a los entierros de sus pacientes.
Medicina moderna: la transformación tecnológica fue motivo para que el paciente exigieran a la ciencia un número ilimitado de posibilidades. ¡La medicina tiene que transformarse! Perdura la práctica particular o privada y surge la medicina socializada, queda el médico tradicional familiar, pero los avances científicos y tecnológicos propician la necesidad de especialización y se perfila la división en niveles de atención médica y la regionalización adecuada de recursos para la salud.
Medicina familiar y de especialidad: El especialista adquiere el prestigio científico y tecnológico y el paciente acude frecuentemente a él en forma directa, depositándole su confianza curativa; pero a este nivel no existe prácticamente confianza afectiva y no es óptima la relación médico-paciente. Para conservar o tratar de rescatar
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