RELACION MEDICO PACIENTE

La convivencia humana es tan antigua como la humanidad misma, puesto que el hombre no podría sobrevivir sin ayuda de su propia especie, para entender y aprovechar el entorno, de allí que sea un ser social por naturaleza. Y ancestralmente esta convivencia estuvo basada en la comunicación, primero de manera rústica y primitiva, evolucionando con el nacimiento del lenguaje en el homo erectus y forjándose hasta la manera en la que la conocemos hoy. La interacción entre seres humanos no está mediada solamente por la comunicación (si bien es una de sus bases), sino también por reglas y normas, que fomentan el respeto, permitiendo relaciones interpersonales adecuadas, sólidas y duraderas.

En la actualidad, la relación médico-paciente, como cualquier otra interacción humana, se basa también en estas premisas de comunicación y normatividad. Y es que, esta relación va más allá de expedir recetas o aliviar males, va en la búsqueda de otorgar al paciente una mejor calidad de vida, objetivo que se logra sólo si tenemos una visión integral del paciente, si lo vemos como el ser bio-psico-social que es. Esta es la razón de ser del Taller de Relación Médico Paciente, recordarles a los estudiantes de medicina que no todo es ciega objetividad ni tampoco subjetividad surrealista, sino un equilibrio de ambas posturas, en las que sean capaces de leer los padecimientos y problemas del paciente en sus expresiones, palabras y actitudes y al mismo tiempo sean capaces de aplicar todo sus conocimiento acerca del cuerpo humano, su funcionamiento y pérdida de homeostasis; de modo tal, que el paciente perciba la genuina preocupación hacia su salud y sea capaz de confiar en el médico y el tratamiento que se le asigne, mismo en el que de manera ideal, debe de participar, para sentirse integrado en esta relación, análogamente a como encajan las piezas de un puzzle.

Para poder entender y llevar a cabo de manera adecuada esta interacción, en nuestro taller hemos explorado distintos temas, desde la calidad de la atención primaria hasta las herramientas para identificar la disfunción familiar, empezaremos pues este ensayo, abordando los temas en el orden en el que fueron expuestos y desarrollados en clases, con el fin último de lograr una integración global de conocimiento.

La relación médico paciente nadie puede evaluarla mejor que los mismos implicados, basándose de su grado de satisfacción y en la manera de sentirse durante y después de la interacción, misma que depende no solamente de factores intrínsecos sino también de agentes externos como lo es el sistema de salud. Uno de los contantes problemas de la relación médico paciente es el escaso tiempo que se destina a cada consulta, esto porque los sistemas de salud suelen estar saturados, dando prioridad a la cantidad de personas atendidas sobre la calidad de la atención de las mismas. Esto, el paciente suele entenderlo, absolviendo así al médico de esta culpa, no así con las actitudes que el médico toma, tales como no entablar un contacto visual, apegarse a un cuestionario preestablecido para interrogarlos acerca del padecimiento, no escuchar de verdad lo que el paciente le dice, ni dejarlo hablar más allá de lo que él considera importante. El uso de instrumental y el apego al protocolo son herramientas infalibles para el diagnóstico, pero malas para la interrelación médico paciente, para ella es mejor el desarrollo de actitudes humanistas por parte del médico, que llevará a la expresión de estas actitudes por parte del paciente.

Estas actitudes humanistas del médico deben estar presentes de inicio a fin de la consulta, es decir, desde el saludo hasta la despedida, hay que recordar que el paciente no es ni un objeto ni una mercancía. En estudios realizados previamente, se ha hallado que la mayoría de los médicos no saluda a sus pacientes al entrar estos al consultorio, ni tampoco indican a estos dónde sentarse, incluso se reportaron casos en los que el médico no levanta

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