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Un Marx Imposible: El Marxismo Sin Teoría Laboral Del Valor


Enviado por   •  29 de Octubre de 2014  •  9.477 Palabras (38 Páginas)  •  254 Visitas

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simple variación algebraica o en una transformación sociológica de las premisas de la

economía ortodoxa. Debemos tener, y de hecho tenemos, nuestro propio terreno sobre el

que edificar" (Shaikh 1982, p. 80).

Introducción

El marxismo no está hoy de moda. Pero entre los que guardan alguna relación con él -

marxistas, exmarxistas, pseudomarxistas, premarxistas, postmarxistas, marxianos,

paramarxistas y marxólogos- sigue habiendo un marxismo "à la mode" que es, antes que

cualquier otra cosa, una lectura imposible del marxismo. Aunque no se debe confundir

Marx con marxismo, es inevitable ligar el pensamiento económico marxista con el

pensamiento económico de Marx, y es lo que me propongo hacer en este trabajo, con la

intención de descubrir la novedad o no de las tendencias actuales en el pensamiento

económico marxista. En realidad, las dos tendencias principales son fáciles de distinguir: 1)

por un lado hay una amplia gama de lecturas imposibles de Marx, que defienden ciertos

aspectos del pensamiento económico (o social) de éste pero renunciando a su teoría del

valor-trabajo; 2) por otro lado está la lectura que se va a defender aquí: la de quienes ven

en la teoría laboral del valor no sólo el elemento central de toda la "economía" de Marx (e

incluso de su filosofía), sino la única teoría coherente del valor aparecida hasta la fecha y la

auténtica revolución de la ciencia económica, hasta el punto de que no se la puede

http://www.ucm.es/BUCM/cee/doc/0039/03010039.htm

Un Marx imposible: el marxismo sin teoría laboral del valor

rechazar sin volver a estadios superados de la misma.

Antes de empezar, hay que hacer frente a algunos malentendidos. Muchos economistas

críticos y heterodoxos tienen alguna simpatía por Marx porque no en vano fue también él

un gran economista crítico y heterodoxo. Pero lo esencial de Marx no es eso. Críticos y

heterodoxos son legión, como también son muchos los ortodoxos, con capacidad crítica o

sin ella. Pero no se trata aquí de esto, sino del contenido de las teorías y de los sistemas

conceptuales. Por otra parte, defender la pluralidad teórica e interpretativa y la apertura al

diálogo, consustancial con la práctica científica, no impide rechazar toda forma de

eclecticismo. El eclecticismo, por definición, siempre es excesivo porque se basa en la

incapacidad de ver que cualquier fusión teórica auténtica se produce por absorción, y esto

requiere que una sea la teoría absorbente y otra la absorbida. Ello significa que el sistema

conceptual al que se incorporan los elementos metabolizados procedentes del exterior

sigue siendo el mismo sistema conceptual (aunque esté en un proceso de crecimiento). Por

tanto, si al sistema conceptual neoclásico se le incorporan elementos marxistas, la teoría

resultante seguirá siendo neoclásica, y lo contrario ocurrirá si al sistema conceptual

marxiano se incorporan elementos de la economía neoclásica, pero estas incorporaciones

no podrán producirse si el metabolismo de la teoría absorbente rechaza la absorción por

problemas de incompatibilidad. Y esto, que es lo que no saben ver los eclécticos, es el

origen del fin de las teorías eclécticas (o intentos de fusiones "igualitarias", que tarde o

temprano terminan fracasando).

Muchos economistas situados en el entorno del marxismo o en sus aledaños consideran

que hay en el pensamiento de Marx muchas cosas importantes que deben ser

conservadas, como su teoría de la explotación, de la lucha de clases o del materialismo

histórico, su enfoque de los conflictos sociales, su perspectiva histórica, su sensibilidad

interdisciplinaria o socioeconómica, su preocupación por lo institucional, etc. Pero no se

dan cuenta de que la defensa de cada uno de esos elementos, juntos o por separado, es

perfectamente compatible con el mantenimiento de la economía neoclásica como esqueleto

teórico. De hecho, si se defiende todo eso pero se rechaza la teoría laboral del valor se

traiciona la esencia del pensamiento económico de Marx, y el producto resultante habrá de

ser considerado, por ello, una lectura imposible del mismo. Por supuesto, tampoco vale

decir que se es marxista porque se piense que las preguntas importantes son las que él

planteó, ya que lo que cuenta son las respuestas, y si éstas no se creen correctas no se

puede ser marxista en un sentido relevante. Por último, también es rechazable localizar la

aportación fundamental de Marx en el método especial que utilizó para su trabajo científico.

En realidad, no hay tal método especial ni específico; lo que hay es el uso del método

científico general y la plena adscripción al libre pensamiento, lo cual, por cierto, es bastante

original y singular en un contexto en que tantos pretendidos científicos no lo son.

Contra la teoría laboral del valor desarrollada por Marx se han levantado diversos cargos,

que pueden resumirse en dos afirmaciones principales. Por una parte, se ha considerado

que ya no es válida, y por otra, que nunca lo fue ni lo pudo ser. En realidad, la primera línea

de crítica se ha dirigido a su teoría económica, o incluso a su pensamiento global como

conjunto, más que contra la específica teoría del valor. Pero es representativa de una cierta

versión particular de eclecticismo, que podríamos llamar eclecticismo historicista o

http://www.ucm.es/BUCM/cee/doc/0039/03010039.htm

Un Marx imposible: el marxismo sin teoría laboral del valor

relativista (véase Bunge 1993), una forma asimismo de positivismo, que ha estado siempre

presente entre los críticos de Marx. Desde Bernstein o Lenin a los modernos marxistas

analíticos, muchos autores han insistido en la necesidad de adaptar a Marx a los nuevos

tiempos, en un intento de síntesis de la teoría con la realidad histórica cambiante que en

último término aquélla debe intentar aprehender. Pero estos autores olvidan que nos hace

falta primero una teoría que nos ayude a comprender cuáles son y cuándo aparecen los

nuevos tiempos, porque, si no, se corre el riesgo de adaptar la historia a nuestros deseos,

bastando para ello con declarar inaugurada una nueva época en la que lo que era antes

válido ya ha dejado de serlo.

La segunda línea de crítica nos interesa mucho

...

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