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Violencia simbólica


Enviado por   •  22 de Abril de 2019  •  Ensayo  •  2.835 Palabras (12 Páginas)  •  180 Visitas

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Universidad de Concepción                            Nombre: Anahí Rosales[pic 1]

Facultad de Cs. Sociales                                Docente: Manuel Baeza
Departamento de Sociología               Fecha de entrega: 23-01-2019

¿Qué es ser mujer?: Aproximación a la noción de dominación masculina y qué es ser mujer en contextos de violencia simbólica.

“No se nace mujer; se llega a serlo”

Simone de Beauvoir (1949)

Nuestra sociedad es constantemente regida por una matriz cultural, que, por una parte, asocia a la naturaleza con lo femenino, y, por otra parte, a lo masculino con la cultura. Desde una perspectiva de género, sería posible afirmar que, las personas no son sexualmente neutras, ya que el ser humano adopta una manera de actuar como hombre o mujer, incluso como un tercer o cuarto sexo[1].

De manera inherente al hablar de “¿qué es ser mujer?”, se ha hecho alusión a “¿qué es ser hombre?”, y es que ese debate ha permitido definir culturalmente los roles que cumplen estos dos géneros al interior de una sociedad. Hablamos de feminidad y masculinidad, de construcciones sociales que imponen estereotipos de comportamiento y maneras de actuar de acuerdo a lo que se espera de cada género. En esta idea de que el sexo se construye, el historiador estadounidense, Thomas Laqueur, plantea que el incluso el cuerpo en tanto estructura biológica, también se ha ido construyendo a lo largo de la historia y evolución humana, por lo que la construcción de identidades genera la construcción de un modelo de sociedad.  

Ahora bien, ¿cómo se conceptualiza la feminidad? Marcela Lagarde (2005), lo define a partir del concepto de “Cautiverio”, afirmando que el patriarcado impide que las mujeres posean autonomía vital, independencia para vivir, gobierno de sí mismas, posibilidad de escoger y de decidir sobre su cuerpo, vida y mundo. Lo anterior tiene directa relación con los “Modelo-Imagen” que caracterizan al género en una sociedad patriarcal.

La dominación masculina –tal como la ha conceptualizado el sociólogo francés Pierre Bourdieu-, se ha entendido como un orden estructurante que da cuenta de las relaciones de supremacía y subyugación que se dan entre los sexos, siendo así un tipo de violencia simbólica desde el opresor –hombre-, hacia la oprimida –la mujer-. Retomando, esta dominación masculina se ha ido plasmando tanto, así como en el espacio cultural-simbólico – considerado este por Bourdieu como un espacio multidimensional, en cual interactúan múltiples campos; económico, político, cultural, los cuales se estructuran en base a diversas variables – y más aún, siendo respaldadas biológicamente. Así, es posible comprender que el orden social ratifica la dominación masculina en la diferencia anatómica entre los órganos sexuales (Bourdieu, 2000, p.24). Esta, ha registrado y ratificado simbólicamente “algunas propiedades naturales indiscutibles; contribuye de ese modo, junto con otros mecanismos (…) la inserción de cada relación en su sistema de relaciones homólogas e interconectadas, a transmutar la arbitrariedad del nomos social en necesidad de la naturaleza”. (Bourdieu, 1998, p.26)

Ya es conocido que se ha ido construyendo una red a lo largo de la historia la cual refleja que la dominación masculina se ha ido metiendo en todo tipo de relaciones sociales –tal así como visto en el habitus-. Antes de proseguir con un análisis en base a los postulados de Bourdieu en cuanto a la dominación masculina y su relación con lo que ha significado el ser mujer a través de los siglos, se hace sumamente necesario esclarecer algunos conceptos propios de su teoría para así, poder entender de mejor manera el análisis a realizar. Es por esto que se hace necesario consultarse, ¿qué se entiende por violencia simbólica?

La violencia simbólica se instruye a través de la adhesión que el dominado se siente obligado a conceder al dominador (por consiguiente, a la dominación) cuando no dispone, para imaginarla o para imaginarse a sí mismo o, mejor dicho, para imaginar la relación que tiene con él, de otro instrumento de conocimiento que aquel que comparte con el dominador y que, al no ser más que la forma asimilada de la relación de dominación, hacen que esta relación parezca natural. (Bourdieu, 2000, p.51)

Por ende, la violencia simbólica se ha consagrado dentro de la dominación masculina como una violación de derechos éticos-morales sobre la cual “los dominados aplican a las relaciones de dominación unas categorías construidas desde el punto de vista de los dominadores, haciéndolas pasar como naturales” (Bourdieu, 2000, p.50). Hoy por hoy, se han registrado diferentes niveles de violencia tan ínfimos, a los cuales incluso se le han tenido que atribuir nuevas concepciones teóricas para su incorporación en la vida cotidiana. Tal es el hecho de los micro-machismos, frases que incorporan este tipo de violencia simbólica, tan, pero tan naturalizada, que la mayoría de los casos pasa desapercibida ante los ojos de la mayoría de la población.

Profundizando, Bourdieu afirma que las dimensiones constitutivas del orden social y, más exactamente, las relaciones sociales de dominación y de explotación instituidas en los sexos se inscriben en dos modelos de hábitos diferentes (Bourdieu, 1998, p.45) Es por esto que a los hombres les ha correspondido de manera histórica el escenario del derecho, de lo público, de las tareas que demuestran una fuerza y valentía sin igual, de las aventuras peligrosas y espectaculares. Por el contrario, a las mujeres se les ha atribuido las tareas vergonzosas, aquellas que ningún hombre quiere realizar, aquellas que se realizan dentro del espacio íntimo, de lo privado, tal como el cuidado de los niños y animales (Bourdieu, 1998, p.45).

Aquí Bourdieu hace la incorporación del concepto de habito/habitus el cual explicita la relación que guarda el sujeto individual en su actuar para con la estructura social, no refiriéndose simplemente a una relación de normas sociales y/o pautas establecidas fijas como las ya conocidas sociológicamente como normas tempranas de institucionalización del sujeto, sino como los mismos sujetos sociales dan cuenta y cómo interactúan dentro del mundo social en el cual se han visto inmersos. De aquí deviene la idea de que la dominación no existe como categoría de análisis fuera del sujeto, sino que se encuentra relacionada de manera intrínseca al sujeto al estar incorporada dentro del mundo social en el cual este se desenvuelve, generando así prácticas ad hoc a este mismo mundo social.  Y, -como mencionado con anterioridad-, de aquí surge la idea de que las relaciones sociales de dominación presentan dos tipos de hábitos diferentes-opuestos/complementarios:  

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