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Enviado por   •  9 de Enero de 2014  •  5.665 Palabras (23 Páginas)  •  257 Visitas

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¿Qué es una constitución?

Ferdinand Lasalle es invitado a una conferencia ante una agrupación ciudadana en Berlín en Abril del 1862 para cual ha elegido un tema cuya de importancia no necesita de encarecimiento por su gran actualidad “los problemas de una constitución, de que es una constitución” pero quiere que esta conferencia lo veamos desde un punto científico, pero advirtiendo que habrá persona que no van hacer capaz de comprender y seguir desde el principio y fin de lo que el exponga.

Pues la verdadera ciencia, “nunca esta recordarlo-no es otra cosa que esa claridad del pensamiento” que sin arrancar de supuesto alguno establecido va derivando de sí misma, paso a paso todas sus consecuencias, imponiéndose con la fuerza coercitiva de la inteligencia de todo aquel que siga atentamente su desarrollo.

Ferdinand Lasalle empieza conferencia con 4 cuatro preguntas,

La primera de ellas ¿Qué es una constitución? La segunda ¿en qué consiste la verdadera esencia de una constitución? La tercera ¿en qué está la verdadera esencia, el verdadero concepto de una constitución? La cuarta ¿Dónde reside la esencia, el concepto de una constitución, cualquiera que fuere?

Muchos se han preguntado esto o quizás les han preguntado esto, pero pocos son los que podrían dar una contestación satisfactoria.

Pero si se hace las preguntas a un jurista le preguntáramos aun jurista seguramente contestaría ** la constitución es pacto jurado, entre el rey y el pueblo que establece los principios básicos de la legislación y el gobierno dentro de un país** pero también en términos no tan generales contestarían ** la constitución es la ley fundamental, proclamada en el país en la que están los cimientos para la organización del derecho público de esta nación**

Estas contestaciones, Nos dan criterios, notas calificativas para reconocer exterior y jurídicamente una Constitución. Pero no nos dicen, ni mucho menos, dónde está el concepto de toda Constitución, la esencia constitucional.

No sirven, por tanto, para orientamos acerca de si una determinada Constitución es, y por qué, buena o mala, factible o irrealizable, duradera o inconsistente, pues para ello sería menester que empezasen por definir el concepto de la Constitución.

Lo primero es saber en qué consiste la verdadera esencia de una Constitución, y luego se verá si la Carta constitucional determinada y concreta que examinamos se acomoda o no a esas exigencias sustanciales. El concepto de la Constitución -como hemos de ver palpablemente cuando a él hayamos llegado- es la fuente primaria de que se derivan todo el arte y toda la sabiduría constitucionales; sentado aquel concepto, se desprende de él espontáneamente y sin esfuerzo alguno.

I.- Ley y Constitución

¿En qué se distinguen una Constitución y una Ley?

Ambas, la ley y la Constitución, tienen, evidentemente, una esencia genérica común. Una Constitución, para regir, necesita la promulgación legislativa, es decir, que tiene que ser también ley. Pero no es una ley como otra cualquiera, una simple ley: es algo más.

¿De dónde nace esta diferencia? Esta diferencia es tan innegable, que hasta hay constituciones en que se dispone taxativamente que la Constitución no podrá alterarse en modo alguno; en otras, se prescribe que para su reforma no bastará la simple mayoría, sino que deberán reunirse las dos terceras partes de los votos del Parlamento; y hay algunas en que la reforma constitucional no es de la competencia de los Cuerpos colegisladores, ni aun asociados al Poder ejecutivo, sino que para acometerla deberá convocarse extra, ad hoc, expresa y exclusivamente para este fin, una nueva Asamblea legislativa, que decida acerca de la oportunidad o conveniencia de la transformación.

La Constitución no es una ley como otra cualquiera, sino la ley fundamental del país, La idea de fundamento leva, pues, implícita la noción de una necesidad activa, de una fuerza eficaz que hace, por ley de necesidad, que lo que sobre ella se funda sea así y no de otro modo.

Si, pues, la Constitución es la ley fundamental de un país, será -y aquí empezamos ya, señores, a entrever un poco de luz-, un algo que pronto hemos de definir y deslindar, o, como provisionalmente hemos visto, una fuerza activa que hace, por un imperio de necesidad, que todas las demás leyes e instituciones jurídicas vigentes en el país sean lo que realmente son, de tal modo que, a partir de ese instante, no puedan promulgarse, en ese país, aunque se quisiese, otras cualesquiera.

Cuando se busca la cosa más parecida a una Constitución, estamos en presencia de una ley o de un conjunto de las mismas en sentido general. Una Constitución tiene un continente y un contenido similar al de las leyes, ya que ambas son un conjunto de normas jurídicas que persiguen reglar la conducta de los hombres

2.- Los factores reales del poder

Los factores reales de poder que rigen en el seno de cada sociedad son esa fuerza activa y eficaz que informa todas las leyes e instituciones jurídicas de la sociedad en cuestión, haciendo que no puedan ser, en sustancia, más que tal y como son.

Supongamos esto. Supongamos que el país, por este siniestro, quedara despojado de todas sus leyes, y que no tuviese más remedio que darse otras nuevas.

¿Creen ustedes, señores, que en este caso el legislador, limpio el solar, podría ponerse a trabajar a su antojo, hacer las leyes que mejor le pareciesen, a su libre albedrío?

LA MONARQUÍA

Ya que las leyes han perecido y vamos a construir otras totalmente nuevas, desde los cimientos hasta el remate, en ellas no respetaremos a la monarquía las prerrogativas de que hasta ahora gozaba

El rey les diría, lisa y llanamente: Podrán estar destruidas las leyes, pero la realidad es que el Ejército me obedece, que obedece mis órdenes; la realidad es que los comandantes de los arsenales y los cuarteles sacan a la calle los cañones cuando yo lo mando, y apoyado en este poder efectivo, en los cañones y las bayonetas, no toleraré que me asignéis más posición ni otras prerrogativas que las que yo quiera.

Un rey a quien obedecen el Ejército y los cañones... es un fragmento de Constitución.

LA ARISTOCRACIA

Somos dieciocho millones de prusianos, entre los cuales sólo se cuentan un puñado cada vez más exiguo de grandes terratenientes de la nobleza. No vemos por qué este puñado, cada vez más reducido, de grandes terratenientes ha de tener tanta influencia en los destinos del país como los dieciocho millones de habitantes juntos, formando de por si una Cámara alta que sopesa los acuerdos de la Cámara de diputados elegida, por la nación entera, para rechazar sistemáticamente todos aquellos que son de alguna

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