HIPOACUSIA
Enviado por RECLAM • 27 de Junio de 2014 • 1.845 Palabras (8 Páginas) • 249 Visitas
Detección de hipoacusias
Introducción
El aparato auditivo del bebé termina de desarrollarse alrededor de los 5 meses de
gestación, por lo que a partir de ese momento comienza a captar los sonidos, primero del
interior y luego del exterior de la madre. El cuerpo de la madre no es silencioso: los latidos
cardíacos maternos, la circulación sanguínea a través de la placenta, los ruidos digestivos,
respiratorios, el propio latido del bebé, los ruidos provenientes del exterior, etc. Todos estos
ruidos están en funcionamiento las 24 hs. del día, y se encuentran en un rango de 30 a 96
decibeles. Pero entre todos ellos hay uno especial: es el sonido de la voz de la mamá. El
bebé no sólo lo puede oír, sino que percibe la vibración que produce a través del líquido
amniótico. La audición es el único sentido que lo conecta con el exterior y a su vez el que
más se puede estimular; es posible que bebés muy pequeños tengan la capacidad mental
de relacionar los sonidos con las emociones maternas que éstos producen.
La hipoacusia es la alteración sensorial más frecuente del ser humano. Es una enfermedad
con numerosas implicaciones médicas, sociales y culturales. Tiene una incidencia de 1 a 5
por cada 1.000 recién nacidos en la población general, según datos de la OMS recogidos
en estudios de cribado en grandes poblaciones de España, Estados Unidos, Australia e
Inglaterra. Es tres veces más frecuente que el síndrome de Down, seis veces más que la
espina bífida y alrededor de 25 veces más frecuente que el hipotiroidismo. Considerando
exclusivamente a la población que presenta factores de riesgo (ver tabla 1), la incidencia
en ese grupo puede llegar al 7,6%.
Tabla 1. Factores de Riesgo de Hipoacusia
• Historia familiar de hipoacusia neurosensorial congénita o instaurada en la infancia.
• Infecciones intrauterinas (TORCH).
• Malformaciones craneofaciales.
• Peso al nacimiento inferior a 1.500 grs.
• Hiperbilirrubinemia grave.
• Hipoxia-isquemia perinatal.
• Ventilación mecánica durante más de cinco días.
• Administración de ototóxicos a la madre durante el embarazo o al niño/a.
• Meningitis bacteriana.
• Estigmas asociados a síndromes que cursan con hipoacusia.
• Traumatismo craneal con pérdida de conciencia o fractura craneal.
• Otitis media crónica.
La disminución de la audición afecta claramente el desarrollo intelectual y social de los
niños. Las pérdidas profundas impiden el desarrollo del lenguaje oral (sordomudez), las
moderadas y leves pueden producir trastornos del lenguaje. Las leves pueden pasar
desapercibidas.
Los efectos que se producen por la reducción de la sensibilidad auditiva dependen de: a)
grado de la pérdida, b) tipo de pérdida, c) configuración, d) estabilidad de la pérdida, e)
edad de instalación, f) tiempo transcurrido hasta el diagnóstico, g) tiempo hasta el inicio del
tratamiento.
Cuanto antes se identifiquen las hipoacusias, mejor será el pronóstico para el/la niño/a. Lo
ideal es hacerlo antes del tercer mes. El plazo máximo que debe imponerse para que el
bebé esté equipado con audífono (si el grado de hipoacusia así lo requiriera) son los 6
meses de edad, y de esta manera incluirlo en un programa de habilitación y no de
rehabilitación auditiva. Lamentablemente en nuestro país se realiza el diagnóstico entre los
2 y 3 años, es de esperar que esto cambie a partir del cribado universal.
La pesquisa de problemas auditivos
Hoy en día, está ampliamente aceptado que la detección precoz de la hipoacusia infantil
dentro del primer mes de vida junto con su diagnóstico en los primeros 3 meses e inicio del
tratamiento en los primeros 6 meses de vida son básicos para evitar o minimizar
importantes alteraciones, no sólo del lenguaje, sino también del desarrollo neuropsicológico
global del niño/a. La única forma de alcanzar estos objetivos es mediante la implantación
del cribado auditivo universal en el recién nacido.
La pesquisa de la audición debe continuar en todas las etapas de la lactancia y niñez.
Tienen mucha importancia la predisposición genética para padecer una discapacidad
auditiva (antecedentes de sordera en la familia, malformaciones craneofaciales) y la
exposición del niño/a a ciertos factores de riesgo (drogas ototóxicas, internación en unidad
de cuidados intensivos neonatales, infecciones congénitas, etc.).
Son signos de alerta, indicadores de un posible daño auditivo:
En el lactante:
• No se despierta o sobresalta con ruidos intensos y repentinos.
• El balbuceo no evoluciona con ritmos melódicos.
• No reacciona a las voces familiares hacia el cuarto mes.
• No gira la cabeza hacia los sonidos suaves al octavo mes.
• No tiene interés por juguetes sonoros.
• No tiene reacciones de temor o alegría por sonidos.
• No responde al nombre después de los 6 meses.
En el niño deambulador y preescolar:
• Adopta una expresión ausente.
• Es distraído o desatento.
• Habla en voz muy baja o muy fuerte.
• Da respuestas “incoherentes”.
• Mira ávidamente la cara del interlocutor.
• Prefiere actividades motoras o manuales a las orales.
• Dudas de los padres sobre la audición de su hijo.
En la escuela:
• es distraído o ausente.
• es retraído y/o agresivo.
• tiene rendimiento bajo.
• tiene errores en el dictado o en las respuestas orales.
• habla en voz baja o muy fuerte.
• no se interesa con canciones y cuentos.
Los avances tecnológicos en audífonos y en implantes cocleares está permitiendo que los
niños con sorderas graves, profundas puedan aprender el lenguaje oral a través del
estímulo auditivo en fases muy precoces (antes de los 2-4 años) aprovechando el período
«crítico».
Pruebas para pesquisa y diagnóstico
A) Pruebas de audición en el neonato
1) Otoemisiones acústicas
En Argentina, el Ministerio de Salud de la Nación a través de la Ley Nacional 25.415 avala
la indicación de las Otoemisiones Acústicas, en bebés, como cribado auditivo universal.
Dicha ley fue sancionada el 4 de Abril de 2001, promulgada parcialmente el 26 de Abril de
2001 y publicada en el
...