Sangrado De Tubo Digestivo Alto
Enviado por efalconvidal • 23 de Septiembre de 2013 • 2.178 Palabras (9 Páginas) • 916 Visitas
Por décadas la hemorragia de tubo digestivo alto es un cuadro clínico que demanda atención urgente, es además una situación muy frecuente que significa un paradigma y que involucra un tratamiento multidisciplinario. La incidencia varía en forma regional, siendo en EUA de 50 a 150 por cien mil habitantes.
La importancia de la hemorragia de tubo digestivo es principalmente por su morbimortalidad. La mortalidad que reporta la literatura revisada es de 7 a 10%, aunque a fines del siglo XX era de 12%.
La endoscopia representa la piedra angular en el diagnóstico desde 1960. Hacia los años 80s las publicaciones mencionaban un porcentaje de efectividad cercana al 100%, sin embargo, esta cifra no impactaba en la supervivencia del paciente. En las siguientes décadas el avance tecnológico y el ingenio humano hizo posible que se fueran desarrollando procedimientos terapéuticos endoscópicos, enfocados a parar el sangrado y prevenir la recaída; simultáneamente se enfatizó un tratamiento médico urgente vigoroso y multidisciplinario. Técnicas como láser, inyección de sustancias, electrocoagulación y sonda caliente comenzaron a utilizarse a partir de 1985 y para 1994 ya se habían superado las curvas de aprendizaje y los signos endoscópicos que aportaban valores pronósticos se fueron reconociendo.
En la actualidad la endoscopia es el procedimiento para el diagnóstico y el tratamiento inmediato del sangrado, también para prevenir el re-sangrado, todo ello en conjunción con tratamiento médico intensivo, así como para identificar pacientes sin sangrado activo y de bajo riesgo, que complementándose con datos clínicos y de laboratorio, permiten que dichos pacientes sean dados de alta, lo cual incide en ahorro de costos; tal y como lo describe la literatura revisada.
MARCO TEORICO
En la población general, la úlcera péptica se presenta en 10 % de los sujetos mayores de 20 años y la hemorragia del tubo digestivo alto (HTDA), su complicación más frecuente, en 25% de los casos.
En los pacientes hospitalizados por úlcera péptica y HTDA, la mortalidad varía de 2 a 17% y cuando se agrega descompensación de alguna enfermedad concomitante puede aumentar a 29.4%.
En lo sujetos mayores de 60 años, como consecuencia del incremento en la frecuencia de enfermedad concomitante y del consumo de diversos fármacos (entre ellos los antiinflamatorios no esteroideos, AINEs), la aparición de úlcera gástrica y úlcera duodenal y sus complicaciones suele aumentar.
Recientemente se informó que el consumo de AINEs en mujeres con edad promedio de 62.5 años se asocia a mayor frecuencia de HTDA en comparación con el grupo de pacientes sin consumo de AINEs (49.9 versus 25.3%, p = 0.003).
El aumento en la frecuencia de enfermedades crónicas como hipertensión arterial, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), diabetes mellitus tipo 2, cirrosis hepática, insuficiencia renal crónica, se asocia al desarrollo de úlcera péptica y sus complicaciones. Kubba y Friedman informaron que la frecuencia de HTDA por úlcera péptica se incrementa significativamente en los pacientes con enfermedad cardiovascular (50%), EPOC (27%), cirrosis hepática (7.3%), enfermedades neurológicas (4.1%), enfermedades renales (2 a 4%) y enfermedades neoplásicas (3%). Por otro lado, se ha observado que la infección por Helicobacter pylori se asocia a recurrencia de úlcera péptica en 40 a 70 % de los casos, que los pacientes con úlcera péptica que no ingieren AINEs son negativos a Helicobacter pylori, que 27 % de las úlceras duodenales no suele asociarse a dicha bacteria, y que cuando se erradica la infección de ésta, la recurrencia de úlcera péptica disminuye a 3%. Considerando la importancia que reviste la identificación apropiada de los factores de riesgo vinculados al riesgo de HTDA para disminuir la morbilidad y mortalidad asociadas,14 el objetivo del presente trabajo fue determinar los factores de riesgo asociados tanto a ocurrencia de HTDA por úlcera péptica como a su mortalidad, en adultos mexicanos de 20 a 60 años de edad.
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
1. ¿Cuáles son las causas más frecuentes de sangrado de tubo digestivo alto no variceal?
2. ¿Cuál es la comorbilidad más frecuente asociada al sangrado de tubo digestivo alto no variceal?
3. Las causas más frecuentes de sangrado de tubo digestivo son:
1) Gastropatía erosiva
2) Ulcera duodenal
3) Ulcera gástrica
4) Esofagitis péptica
5) Síndrome de Mallory-Weiss
6) Angiodisplasias y tumores gástricos
7) No identificables
4. Las comorbilidades más frecuentes asociadas en el sangrado de tubo digestivo alto son:
1) Cardiopatía
2) Hipertensión Arterial Sistémica
3) Hepatopatía
4) Neumopatía
ANTECEDENTES HISTORICOS
Desde hace 5000 años, los clínicos han observado y anotado las características de la Hemorragia digestiva, las primeras descripciones se han hallado en los antiguos manuscritos chinos que datan aproximadamente del año 2,600 A.C. donde se bosqueja la rudimentaria anatomía del estómago y se identifican diferentes puntos de acupuntura para permitir que los médicos intuyesen la terapia. Se han encontrado registros procedentes del año de 1,500 AC, en papiros de egipcios que incluyen una descripción de la pérdida sanguínea. El papiro de Ebers (1,550 A.C.) sugiere que ya entonces se conocían los síntomas de la úlcera péptica y las complicaciones de la hemorragia.
La primera descripción de la úlcera gástrica se atribuye a Dóciles de Cariostos, en el siglo IV A.C. Los grabados existentes en los pilares del templo de Esculapio demuestran que la hemorragia se aceptaba como una complicación. Galeno en el siglo II D.C. describió los síntomas y complicaciones de la úlcera péptica, resaltando que la hemorragia cursaba en numerosas ocasiones con heces negras. Celio Ameliano comprendió que la pérdida de sangre podía tener múltiples orígenes.
El conocimiento de la anatomía, la introducción de la anestesia general y la antisepsia fueron los avances que hicieron viables las intervenciones quirúrgicas para detener la hemorragia. La primera generación se atribuye a Mikulicz en 1881, pero su experiencia posterior le llevó a la conclusión de que la cirugía sólo estaba justificada en casos de hemorragia intensa y persistente. A principios de este siglo, los cirujanos americanos ante la alta mortalidad de la cirugía de estos pacientes, compartían la opinión de que el riesgo
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