Sindrome Febril
MANUELICHI27 de Septiembre de 2012
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UNIVERSIDAD NACIONAL
PEDRO RUIZ GALLO
FACULTAD DE MEDICINA HUMANA
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE CIENCIAS CLÍNICAS
PEDIATRÍA II
SEMINARIO: SINDROME FEBRIL
ALUMNOS:
SAUCEDO SOSA PATRICIA
URIARTE CORTEZ LILIANA
VASQUEZ DIAZ CRISTIAN
VEGA AQUINO JORGE
VILCHEZ CHAPOÑAN
DOCENTE:
Dr. ESPINOZA
Chiclayo, Agosto del 2012
SINDROME FEBRIL
La fiebre es una respuesta biológica adaptativa frente a una situación patológica. Así debe ser considerada para diferenciarla de otras hipertermias inducidas exógenamente. Es el síntoma más frecuente en clínica pediátrica, y tiene un gran valor semiológico, pero nunca debe valorarse aisladamente, sino en el contexto del cuadro clínico. En realidad, es un mecanismo de adaptación. Su intensidad no siempre guarda paralelismo con la gravedad del proceso patológico que la ocasiona, de manera que grandes elevaciones transitorias de la temperatura corporal son observadas, a veces, en el curso de enfermedades benignas, mientras que una fiebre moderada puede ser el primer síntoma de una enfermedad grave. Aunque las discordancias se pueden dar en todas las edades, son especialmente patentes en el RN y lactante. Mayor correlación suele existir entre la duración de la fiebre y la gravedad de la enfermedad causal: una fiebre de larga duración debe ser considerada, en principio, como síntoma de un proceso patológico de potencial gravedad. El juicio clínico, fundado en indagar la justificación de la fiebre, con una buena anamnesis y exploración, resolverá la mayoría de los casos. No debe olvidarse que, si bien las infecciones constituyen el grupo mayoritario de enfermedades causantes de fiebre, el espectro etiológico es mucho más amplio.
DEFINICION DE TÉRMINOS
Fiebre: elevación de la temperatura corporal por encima de los límites normales (36,8 + 0,4 ºC rectal, + 0.5-0.6 ºC axilar), por desequilibrio entre producción (músculo, hígado) y eliminación de calor, teniendo en cuenta la existencia de ritmo circadiano con mínimo a las 6:00 horas y máximo a las 18:00 horas.
Hipertermia: elevación de la temperatura debida a pérdida insuficiente de calor, ejercicio, fármacos, drogas, calor extremo, hipertermia de origen central, alteraciones endocrinológicas,... con mala respuesta a antipiréticos y sin respetar el ritmo circadiano.
Hipotermia: Descenso de la temperatura corporal por debajo de los límites normales menor de 35ºC.
FISIOPATOLOGÍA DE LA TERMORREGULACIÓN
El ser humano, como todos los mamíferos, es homeotermo y, para mantener constante la temperatura corporal, dispone de mecanismos termorreguladores (Fig. 5.1.1), regidos por el un centro nervioso, situado en la región hipotalámica anterior, que actúa a través del SNA y de mecanismos neuroendocrinos. El centro termorregulador se compone en realidad de varios centros secundarios; unos, localizados en la porción más alta del hipotálamo, son centros de refrigeración para actuar en caso de excesivo calor corporal, mientras otros, existentes en posición más caudal, son los centros de calentamiento, que intervienen directamente en la producción de fiebre. Los centros termorreguladores reciben, tanto por vía sanguínea como por vía nerviosa refleja, la información obtenida en los termorreceptores externos de la piel y la proporcionada por otros termorreceptores internos. A partir de los datos recibidos, el centro termorregulador dicta órdenes al SNA y a la hipófisis que, por diversos mecanismos y con la colaboración de otras glándulas del eje adeno-hipofisario (fundamentalmente, el tiroides, la glándula suprarrenal y las glándulas sexuales) mantiene la temperatura corporal mediante fenómenos como: vasodilatación/vasoconstricción, sudoración/piloerección, hiperactividad muscular en reposo, activación del metabolismo/enlentecimiento de la actividad metabólica.
La temperatura corporal normal experimenta oscilaciones, siguiendo un ritmo circadiano con un pico vespertino, pero siempre dentro de estrechos límites (entre 35 y 37 °C de temperatura axilar). En condiciones consideradas fisiológicas, algunas circunstancias pueden elevar de manera transitoria la temperatura corporal, aunque sobrepasando poco los 37 °C; las principales son: la exageración del ritmo circadiano de la temperatura, que ocasiona la llamada fiebre idiopática o constitucional, el ritmo periódico femenino con aumento de la oscilación térmica diaria que muchas veces lleva a sobrepasar los 37 °C, los estados de tensión psíquica, sobre todo en niños mayores y adolescentes, la digestión de una comida copiosa y el trabajo muscular excesivo, no sólo lúdico o laboral, sino también el que tiene un origen patológico, como el ejercicio respiratorio en una crisis asmática. En el RN, especialmente en el prematuro, los mecanismos de la termorregulación son inmaduros y fácilmente presentan fiebre. Los lactantes y párvulos suelen presentar una temperatura corporal algo más elevada debido a un mayor metabolismo basal y una ratio superior entre la superficie corporal y el peso. Igualmente es importante no aceptar costumbrismos populares sin evidencia científica, como la imputación de la fiebre a la erupción dentaria.
Fiebre
Es la elevación de la temperatura corporal por encima de los límites normales citados. Se habla de febrícula o estado subfebril hasta 38 °C, de fiebre moderada entre 38 y 39 °C, fiebre alta entre 39 y 40 °C y de hiperpirexia por encima de 40 °C (axilar) o 41 °C (rectal). Es debida a que los centros hipotalámicos regulan la temperatura a un nivel más alto del normal, por modificación del termostato del centro termorregulador, en respuesta a diversos estímulos anormales: físicos, químicos, tóxicos o inflamatorios, o bien originados en centros nerviosos superiores, que actúan directamente sobre el centro termorregulador.
Patogenia de la fiebre. Los agentes exógenos generados por microorganismos infectantes (virus, bacterias, hongos y protozoos), sus productos (endo y exotoxinas, peptoglicanos), procedentes de reacciones de autoinmunidad (inmunocomplejos), algunos esteroides, otras linfocinas y células tumorales (Fig. 5.1.2), estimulan los macrófagos y células endoteliales que liberan cantidades elevadas de IL-1, IL-6, IFN alfa y gamma y TNF alfa que, a su vez, estimulan monocitos, leucocitos y linfocitos.
Al aumentar su nivel en la sangre, entre otras acciones, la IL-1 provoca un aumento de la granulopoyesis por liberación y activación de leucocitos neutrófilos, aumento de la producción de linfocinas y un estímulo a la formación de anticuerpos. De especial importancia en la patogenia de la fiebre es la acción que la IL-6 ejerce sobre el hipotálamo, determinando una elevada síntesis de prostaglandina E2, como mediador lipídico de la termogénesis, que es directamente responsable de la fiebre al elevar por encima de 37 °C el punto de ajuste de temperatura del centro termorregulador.
En esta nueva situación, mediante el sistema nervioso autónomo y el sistema neuroendocrino, se incrementa de forma general el metabolismo basal y la proteólisis muscular, reduciendo el caudal de la circulación periférica mediante la vasoconstricción arteriolar. A nivel hepático se pone en marcha la síntesis de proteínas reactantes de fase aguda (proteína C-reactiva y ferritina), constatándose su aumento en sangre periférica así como una reducción de Fe y Zn séricos. La IL-1 también induce una somnolencia que puede evidenciarse por el incremento de ondas lentas cerebrales. Por el contrario, tienen efecto antipirético las sustancias que inhiben la síntesis de prostaglandinas, como pueden ser el ácido acetilsalicílico o el paracetamol. El hipotálamo carece de barrera hematoencefálica, permitiendo el contacto de las neuronas con los pirógenos circulantes citados, que pueden penetrar a través de los capilares fenestrados, a pesar de que los pirógenos endógenos tienen un alto peso molecular.
EVALUACIÓN DEL NIÑO FEBRIL
Aun cuando la evaluación y manejo del niño febril es uno de los desafíos más comunes que afronta el pediatra, existe controversia continua acerca del problema. El niño febril con enfer¬medad obvia al momento de la evaluación, no presenta discusión, pues hay acuerdo general acerca de cómo debe ser manejado. Hay, sin embargo, una proporción pequeña de pacientes menores de 24 meses con fiebre, que no parecen seriamente enfermos y pueden tener bacteriemia; podrían desarrollar enfermedades focales serias como meningitis, neumonías, infecciones de tejidos blandos, etc. La mayor parte de las enfermedades febriles agudas tienen etiología infecciosa que desaparece sola y representan principalmente trastornos respiratorios y gastrointestinales de tipo viral. Hay innumerables condiciones que pueden causar fiebre, las cuales se clasifican en grandes categorías (tabla 5).
Aunque cualquier enfermedad de las categorías mencionadas previamente puede cau¬sar fiebre a cualquier edad, algunas de ellas tienen más posibilidades de ocurrir en determinados períodos de vida que en otros.
Las colágeno vasculares e inflamatorias del intestino son raras en la infancia pero se tornan progresivamente más frecuentes con el incremento de la edad; las reacciones febriles por inmunizaciones son mucho más comunes durante el primer año de vida.
La mayor parte de los cuadros febriles agudos en todos los grupos de edad tienen etio¬logía infecciosa y representan principalmente trastornos respiratorios y gastrointestinales
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