AYUDAR A LOS NIÑOS A SER FELICES
Enviado por benja1834 • 19 de Noviembre de 2013 • 1.952 Palabras (8 Páginas) • 187 Visitas
El tema de la educación es cada día más estudiado por los padres, quienes se interesan por aprender técnicas de comunicación y de manejo de límites con sus hijos, sin embargo, no debemos olvidar que la educación y el afecto deben ser dados de forma paralela, no solo para obtener resultados positivos en términos de límites, sino también para tener una relación de cercanía y confianza para con los nuestros.
La relación entre padres e hijos es de vital importancia, ya que desde nuestro primer contacto se empieza a desarrollar un vínculo afectivo, que como veremos, es el legado más grande que podemos dejarles para su vida, ya que le proporcionará confianza y seguridad. Los vínculos afectivos que se crean durante los primeros años de vida son esenciales en la construcción de nuestra identidad y así mismo, de nuestro equilibrio emocional. Cuando el niño nace es totalmente dependiente de sus cuidadores y posteriormente se hará más autónomo, pero de igual forma seguirá necesitando su afecto y apoyo incondicional. La construcción de un vínculo adecuado implica expresar abiertamente el afecto que sentimos, hacer sentir a la persona querida y aceptada tanto por las cualidades que nos gustan de ella, como por las que no. Conlleva crear espacios de intimidad, dedicar tiempo e implicarnos activamente en conseguir el bienestar del otro, escucharnos, abrazarnos.
La imagen que vamos construyendo de nosotros mismos es el reflejo de lo que nuestros seres más queridos nos devuelven y condiciona las relaciones que tenemos con los demás, nuestra autoestima y la forma de afrontar los problemas. Es por esto que un vínculo afectivo sano con tu hijo o hija garantizará relaciones futuras de confianza, procurará mayor seguridad en sí mismo y servirá de “salvavidas” cuando surjan los conflictos. Permitiendo al niño desarrollar esquemas mentales en los que sus padres sean asociados a sentimientos de seguridad, afecto y tranquilidad; que más allá de llevarlo a ser dependiente de los mismos y usarlos como escudo ante los problemas, formará un niño independiente y seguro de sí mismo que se auto-regula y confía en sus propias capacidades.
En el día a día de los padres o cuidadores, los adultos vemos comportamientos en los niños que no entendemos y podemos vernos enfrentados ante situaciones en las que no sabemos cómo actuar correctamente. Es acá donde es importante que padres y cuidadores deben tener en cuenta que a medida que los niños y niñas crecen, van manifestando conductas y actitudes relacionadas con los cambios físicos, cognitivos, emocionales y de desarrollo social que están experimentando. Es por esto que para entender el comportamiento de tu hijo o hija tienes que conocer los aspectos principales de cada etapa de su desarrollo, sus necesidades y cómo responder ante ellas adecuadamente.
Ahora bien ¿qué podemos hacer como padres, madres o cuidadores para garantizar un vínculo afectivo seguro que nos permita educar y amar a nuestros hijos?
Con niños:
Atiende sus necesidades de manera efectiva y averigua qué le pasa. Esto requiere que seas observador cuando es muy pequeño y, más adelante que mantengas una actitud de escucha y empatía hacia él o ella.
Protégele del peligro pero sin ser alarmista. Es muy positivo que transmitas un estado de tranquilidad cuando tu hijo o hija no esté junto a ti.
Expresa tu afecto abiertamente, con gestos y palabras, besos y abrazos.
Dedica tiempo a jugar con el bebé o el niño. Permítele que establezca su propio ritmo, evita dirigir siempre el juego.
Algunos bebés lloran mucho y son fácilmente irritables. Si es así, responde con calidez, procura el contacto físico e intenta calmarle con suavidad.
Educar con afecto implica también establecer límites y normas. El niño o la niña necesita orientaciones sobre cómo vivir en familia y cómo respetar los derechos de los demás para vivir en sociedad.
Muestra interés por sus preocupaciones e intereses a lo largo de su desarrollo. Una actitud abierta a escuchar y dialogar garantiza que cuando tu hijo o hija se enfrenten a dificultades no tengan miedo de pedirte ayuda o consejo.
Con Adolescentes:
Compartan tiempo juntos
Apóyale y confía en él, potencia su autoestima
Implícate en su ámbito académico
Interésate por sus amigos y amigas
Permanece cerca, pero respetando su privacidad
Beneficios del vínculo seguro
Cómo venimos hablando, un niño o niña que ha establecido un vínculo seguro no necesita permanecer “pegado” a sus padres. Esta tranquilidad, por el contrario, le permite tomar distancia y explorar el entorno, jugar a su aire y aprender cosas nuevas, lo cual potencia el desarrollo de su sistema nervioso y estimula su capacidad intelectual.
Recuerda que esto requiere que te involucres a diario, que muestres empatía con los sentimientos de tu hijo o hija y le animes a que confíe en sus capacidades. De esta forma tu hijo o hija se esforzará al máximo, pero no temerá al fracaso, porque sabe que sus padres no le retirarán su afecto si el resultado no es el deseado. Afrontará los retos como una oportunidad para superarse, y no con miedo a decepcionar a los demás si se equivoca.
¡Potencia su autoestima! Conocer a tu hijo o hija y aceptar tanto sus limitaciones como las tuyas te ayudará a resolverlos problemas con más facilidad. Somos únicos y especiales, por ello, debes dejar de lado comparaciones y no debes proyectar en el niño o niña ideales sobre cómo debería ser. Esto puede coartar su yo auténtico y provocar sentimientos de rechazo y, por tanto, inseguridad, rabia o tristeza. El niño o la niña con baja autoestima puede ser muy manipulable, incapaz de tomar decisiones u opinar, o bien reaccionar de manera violenta ante rivalidades o pequeñas críticas. El vínculo afectivo sano, basado en el conocimiento mutuo, la aceptación del otro y la demostración de cariño, proporciona una base adecuada para el reconocimiento y la expresión genuina de emociones. Genera un clima idóneo para la confianza y la comunicación, imprescindible en etapas de crisis como a la adolescencia.
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