Analisis De LA CAUTIVA De Esteban Echeverria
Enviado por alfonsi23 • 27 de Noviembre de 2012 • 3.885 Palabras (16 Páginas) • 1.108 Visitas
El modernismo literario 1890-1920
Durante los últimos años del siglo XIX se produce una gran renovación en las prácticas literarias y en las corrientes estéticas, cuyo principal escenario es Buenos Aires, que aceleradamente comienza a introducir los ritmos de la ciudad moderna. Momento de grandes cambios políticos, culturales y sociales que, originados en gran medida por las olas inmigratorias, producen un proceso de creciente urbanización y alfabetización, un desarrollo comercial y administrativo, y varias formas de democratización que van creando las bases del moderno público masivo. La existencia de este público, nacido de las campañas de alfabetización, se articula con el surgimiento de la prensa popular, cuyas primeras manifestaciones son el aumento decisivo de la oferta periodística y la proliferación de revistas. En esta expansión de la prensa se ubica el nacimiento de la revista Caras y caretas (1898), dirigida por José Sixto Alvarez (1858-1903) —más conocido como Fray Mocho—, cuyo gran hallazgo es la mezcla miscelánea de caricaturas e ilustraciones junto con gran cantidad de temas nacionales y extranjeros que abarcan desde noticias sociales, notas de interés general, pastillas sobre la moda, hasta consejos sanitarios. Junto a esta mezcla de notas, la revista publica textos literarios, provenientes también de estéticas diferentes: modernismo, literatura costumbrista, realista o rural
El género predominante es el costumbrismo, cuyo mayor exponente es Fray Mocho, el primer escritor profesional de la Argentina, cuyos textos más importantes son Esmeraldas. Cuentos mundanos (1885), Memorias de un vigilante (1897), Un viaje al país de los matreros; Cinematógrafo criollo (1897) y la recopilación de Cuentos de Fray Mocho (1906). En sus cuadros de costumbres, el narrador es espectador, observador o conversador, cualidades que lo habilitan para conocer a los habitantes de su ciudad y caracterizarlos en sus rasgos más sobresalientes. A través de un tipo se estudia el aspecto físico, psicología, costumbres y vida de un carácter representativo de una clase social o de un estrato ideológico o profesional. Fray Mocho asume el rol de espectador; teoriza y filosofa acerca de lo observado y resuelve con eficacia la relación del lenguaje coloquial y el lenguaje literario, convirtiendo los diferentes registros del habla porteña, tanto el lunfardo como el de las capas medias, en material narrativo.El modernismo fue un movimiento de reacción contra el romanticismo trasnochado y la rigidez del idioma castellano ante nuevas orientaciones culturales. En este intento profundo de renovación y actualización del lenguaje influyeron ideas y movimientos heterogéneos. El estudioso Pedro Henríquez Ureña sostiene que renovó integramente las formas de la prosa y de la poesía: vocabularios, giros, tipos de verso, estructura de los párrafos, temas y ornamentos. El verso tuvo desusada variedad, como nunca la había conocido antes, se emplearon todas las formas existentes y se crearon otras nuevas.
Esta revolución estética se inició en la Argentina en 1893, año en que por vez primera llega a Buenos Aires el nicaraguense Rubén Darío. El poeta ya era conocido en nuestro medio por su libro Azu/, que publicó en 1888 durante su estada en Chile, y por sus colaboraciones enviadas al diario "La Nación", a partir de 1889. Fue recibido como un maestro y agasajado en el culto ambiente intelectual y por la bohemia de la ciudad. Se ha comprobado que el modernismo debe sus comienzos al cubano José Martí (1853-1895) y al mexicano Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895), que iniciaron a través de la prosa un proceso de actualización literaria, antes que Darío hiciera conocer sus libros Azu/ —en prosa y verso— y Prosas profanas, en verso.
El escritor nicaraguense fue un conocedor profundo del idioma castellano y basado en su vinculación con los poetas franceses de las escuelas simbolistas y parnasianas renovó la métrica y combinó versos que hasta su época eran inconciliables —el endecasílabo y el alejandrino— y utilizó el de nueve sílabas, muy poco empleado. Se considera a Darío como el maestro del modernismo, el primer gran poeta exquisito de nuestro idioma —según Rodó— cuya influencia se esparció por América y España.
La tendencia modernista expresó una voluntad de cambio y también de disconformidad a lo español, reaccionó contra la expresión fácil para inclinarse al virtuosismo y su génesis no fue directamente importada de Europa, sino que surgió de un proceso literario americano y argentino. Por vez primera —escribió Amado Alonso— América asume la dirección poética en la lengua española. El movimiento literario no sólo recibió influencias de los parnasianos y simbolistas franceses, sino también de las mitologías griega, germánica, nórdica y precolombina.
Los modernistas renovaron el lenguaje poético y por medio de símbolos e imágenes expresaron con otro sentir la realidad. Muy sensibles y guiados por la imaginación se refugiaron en mundos del pasado irreal o lejano. Por esto, lo exótico es uno de los caracteres de esta escuela que incluyó en su temбtica la Grecia eterna, el lejano Oriente, Francia en la época borbónica y mitos clásicos, germánicos y precolombinos.
En el año 1890 y en un escrito, es Rubén Darío el que se refiere al modernismo como una corriente del pensamiento literario y poco más tarde —en 1899— esta palabra fue incorporada al Diccionario de la Real Academia Española a instancias del sabio polígrafo Menéndez y Pelayo.
El ambiente propicio de Buenos Aires
Sabemos que el modernismo se inicia en la literatura argentina en agosto de 1893 con la primera llegada de Rubén Darío a Buenos Aires. Desde ese momento hasta fines de 1898 en que partió para España, la ciudad porteña —que él denominó Cosmópolis— le brindó su generosa hospitalidad y propicio ambiente cultural. Así lo reconoció el poeta al escribir: "Fue para mí un magnífico refugio la República Argentina, en cuya capital, aunque llena de tráfagos comerciales, había una tradición intelectual y un medio más favorable al desenvolvimiento de mis facultades estéticas."
La unánime simpatía con que fue recibido Darío en nuestros círculos intelectuales también contó con la adhesión del periodismo. Así lo expresó Joaquín V. González desde las columnas de "La Prensa" y Julio Piquet por intermedio de "La Nación". Aunque algunos objetaron principios de la estética modernista más tarde reconocieron la importancia y méritos de la nueva escuela literaria, particularmente después de la publicación de Prosas profanas (1896), el libro de versos que provocaría un gran cambio en la literatura de América.
Desde sus comienzos, el modernismo
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