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Enviado por lucilatalbott • 10 de Enero de 2013 • 3.381 Palabras (14 Páginas) • 331 Visitas
Guía de literatura de la Edad Media
LITERATURA FRANCESA
Se entiende por literatura francesa de la Edad Media, la producción literaria compuesta en lengua francesa o lengua de oïl, durante un período comprendido entre el siglo IX, fecha de los primeros textos en romance francés, hasta el siglo XV, momento en el que convencionalmente se señala el fin de la Edad Media.
El primer texto literario conocido en lengua francesa es la Secuencia de Santa Eulalia, escrita probablemente entre 881 y 882. Se trata de una traducción en 29 versos de un poema latino de carácter religioso y moralizante. Le siguieron otros como la Vie de Saint Léger y Vida de San Alejo. Los primeros grandes textos de la literatura francesa datan de mediados de la Edad Media, hacia el siglo XI, en una época de gran desarrollo de la agricultura y de expansión demográfica en Francia.
Los cantares de gesta
La épica francesa aparece ya a finales del siglo XI y se sigue cultivando hasta bien entrado el siglo XV. Francia fue uno de los países donde más poemas épicos se escribieron. Una de las características principales de la épica francesa fueron los elementos o relatos fantásticos donde los héroes realizan hazañas casi imposibles.
En los cantares de gesta se muestra la clase feudal a través del héroe épico. Este héroe, caballero de fuerza y resistencia sobrehumanas, es presentado como un ejemplo de fidelidad a su señor, y por tanto, como representante de una sociedad cuya existencia está en juego. El resto de personajes representan papeles definidos: el amigo confidente, el traidor, el enemigo, etc. Su función en la narración es subrayar el heroísmo y las virtudes del héroe principal.
Roldán recibe la espada Durandarte de manos de Carlomagno.
El Cantar de Roldán (Chanson de Roland), se trata del primer cantar de gesta, el manuscrito más antiguo de todos los conservados data de finales del s.XI.
Carlomagno, rey de Francia en el siglo VIII, logró conquistar la mayor parte de España, con ayuda de sus célebres doce pares. Sin embargo, el último embate de la campaña, en el que ganarían el dominio de Zaragoza, terminó con una terrible derrota para los franceses. Como una forma de explicar el fracaso del poderoso Carlomagno y, a la vez, recordar el heroísmo de sus caballeros, apareció el Cantar de Roldán, texto anónimo del siglo XII, que propone a la traición como la única y vil estrategia que pudo provocar la caída de aquellos grandes hombres.
Roldán es sobrino del rey Carlomagno y el más valeroso de los doce pares de Francia. Blandiendo su espada Durandarte, que lleva en su empuñadura un diente de San Pedro, sangre de San Basilio, cabellos de San Donís y un trozo del vestido de la Virgen María, conquistó para su tío Normandía, Bretaña, Flandes, Borgoña, Escocia, Islandia, Inglaterra y casi toda España. Pero algunos reinos todavía eran libres y sus señores paganos se negaban a caer bajo el domino de un emperador cristiano. Tal era el caso de Marsil, rey de Zaragoza.
Marsil era sarraceno y siervo de Mahoma. Tenía un agudo ingenio y sabía que no podía emprender la guerra contra Carlos, pues bien conocía el probado valor de sus caballeros. Así que urdió un plan para matar a los hombres más valerosos del rey, aquéllos que guiaban a todo el ejército y sin cuyo ejemplo de lealtad y arrojo, el resto perdería rápidamente el buen ánimo. Entonces, pensó en ganar primero la confianza de Carlos, y luego hallar el momento propicio para emboscar y asesinar a sus doce pares. Con esto en mente, Marsil decidió comunicar al rey de Francia que tanto él como sus vasallos estaban dispuestos a recibir el bautismo y abrazar la fe cristiana, si aquél prometía no entablar combate contra Zaragoza ni tratar de conquistarla. Le darían a Carlomagno suntuosos regalos, oro, joyas, camellos y osos, y un grupo de los mejores sarracenos, como garantía de que cumplirían con su promesa.
Dos emisarios de Marsil llegaron con tal mensaje ante Carlos, el rey de la florida barba, quien, junto con su ejército, acampaba en Roncesvalles. El rey convocó, entonces, a sus hombres y sometió a su juicio la petición de Marsil. Todos sospecharon del repentino cambio en la actitud del rey sarraceno y fue Roldán quien se atrevió a manifestar estas dudas a su tío. Argumentó que no podían confiar en quien con tal facilidad cambiaba de credo y que la supuesta conversión de Marsil se debía más bien al miedo que al sincero arrepentimiento, pues sabía que era cuestión de días para que Carlos y su ejército lo sometieran por completo. Por tanto, continuó Roldán, sería mejor declarar la guerra de inmediato y conquistar Zaragoza antes de que Marsil concretara sus planes y tomase alguna ventaja respecto a los franceses.
Todos los hombres aceptaron la propuesta de Roldán, excepto su padrastro, el conde Ganelón. Éste no apreciaba en absoluto al caballero, pues envidiaba la gloria que le había dado a Carlomagno, así que buscaba cualquier oportunidad para privarlo del favor del rey. Afirmó el conde que Roldán le daba a Carlos un mal consejo, pues no convenía incitar a pelear cuando las cosas podían arreglarse por otros medios; si Marsil ofrecía una rendición pacífica, lo mejor era aceptarla y pedirle que acudiera junto al rey para que ante sus ojos recibiera el bautismo. Finalmente, Ganelón convenció a Carlos y éste determinó que uno de sus hombres fuera con Marsil, para decirle que aceptaban su convenio. Muchos franceses leales se propusieron para la misión, mas, para su total descontento, Ganelón fue el elegido, por sugerencia de Roldán, y temeroso, partió rumbo a Zaragoza.
Ganelón había pensado que Roldán fuera el enviado, para que hallara la muerte al viajar solo rumbo a tierras enemigas. Sin embargo, supo aprovechar bien el contratiempo que le impuso la decisión del rey, pues cuando llegó con Marsil no perdió la oportunidad de aliarse con él y traicionar a su señor. Ganelón reveló que Roldán era el brazo derecho del rey Carlos y que si conseguían matarlo, la derrota de los franceses sería fácil. Acordó entonces que, cuando el ejército partiera rumbo a Francia, cruzando los Pirineos, conseguiría que el rey enviara a Roldán y a sus hombres a cubrir la retaguardia; así se apartarían del resto del ejército y cuando atravesaran los desfiladeros de Roncesvalles, quedarían en una posición vulnerable y serían fácilmente vencidos.
Así actuó Ganelón y Marsil convocó a todas sus tropas, para ir contra los doce pares. Todo sucedió tal como lo planeó el conde y cuando Roldán y los caballeros de la retaguardia llegaron a los desfiladeros, advirtieron la traición de la que fueron objeto. Marsil iba tras ellos con un descomunal ejército, integrado no sólo por
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