El Cantar De Mio Cid
Enviado por vanessa_bluee • 25 de Marzo de 2014 • 4.178 Palabras (17 Páginas) • 219 Visitas
El cantar de mío cid
El mayor de los cantares de gesta españoles de la Edad Media y una de las obras clásicas de la literatura europea es el que por antonomasia lleva el nombre del héroe: el Mio Cid. Compuesto a finales del siglo XII o en los primeros años del siglo XIII.
Realizado en el siglo XIV y custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid. La datación del poema allí recogido viene apoyada por una serie de indicios de cultura material, de organización institucional y de motivaciones ideológicas.
Cantar desarrolla tras la conquista de Valencia toda una trama en torno a los desdichados matrimonios de las hijas del Cid con los infantes de Carrión que carece de fundamente histórico.
Ha de tenerse en cuenta que se trata de una obra literaria y no de un documento histórico, y como tal ha de leerse. En cuanto a las posibles fuentes de información sobre su héroe, el autor del Cantar se basó seguramente en la historia oral y también parece bastante probable que conociese la ya citada Historia Roderici. No hay pruebas seguras sobre la posible existencia de cantares de gesta previos sobre el Cid que hubiesen podido inspirar al poeta, aunque parece claro que tuvo como modelos literarios, ya que no históricos, otros poemas épicos, tanto castellanos como extranjeros, recibiendo en particular el influjo del célebre Cantar de Roldán francés, muy difundido en la época.
1.
El Cid convoca a sus vasallos; éstos se destierran con él.
Adiós del Cid a Vivar.
(Envió a buscar a todos sus parientes y vasallos, y les dijo cómo el rey le mandaba salir
De todas sus tierras y no le
daba de plazo más que nueve días y que quería saber quiénes
De ellos querían ir con él y quiénes quedarse.
A los que conmigo vengan que Dios les dé muy buen pago;
También a los que se quedan contentos quiero dejarlos.
Habló entonces Álvar Fáñez, del Cid
Era primo hermano:
"Con vos nos iremos, Cid, por yermos y por poblados;
No os hemos de faltar mientras que salud tengamos,
Y gastaremos con vos nuestras mulas y caballos
Y todos nuestros dineros y los vestidos de paño,
Siempre querremos serviros como léale
S vasallos."
Aprobación dieron todos a lo que ha dicho don Álvaro.
Mucho que agradece el Cid aquello que ellos hablaron.
El Cid sale de Vivar, a Burgos va encaminado,
Allí deja sus palacios yermos y desheredados.
Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llora
Ndo;
Hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.
Vio como estaban las puertas abiertas y sin candados,
Vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos,
Sin halcones de cazar y sin azores mudados.
Y habló, como siempre habla, tan justo tan me
Surado:
"¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados".
2
Agüeros en el camino de Burgos
Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas.
Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra,
O al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda.
Movió Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza:
"¡Ánimo, Állvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan,
Pero cargados de honra hemos de volver a ella! "
3
El Cid entra en Burgos
Ya por la ciudad d
E Burgos el Cid Ruy Díaz entró.
Sesenta pendones llevan detrás el Campeador.
Todos salían a verle, niño, mujer y varón
Las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.
¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era el dolor!
Y de los labios de todos sale la mí
Sma razón:
"¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!"
4
Nadie hospeda al Cid.
Sólo una niña le dirige la palabra para mandarle alejarse.
El Cid se ve obligado a acampar fuera de la población, en la glera.
De grado le albergarían, pero ninguno lo o
Saba,
Que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña.
La noche pasada a Burgos llevaron una real carta
Con severas prevenciones y fuertemente sellada
Mandando que a Mío Cid nadie le diese posada,
Que si alguno se la da sepa lo que le esperaba:
Sus habe
Res perdería, más los ojos de la cara,
Y además se perdería salvación de cuerpo y alma.
Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas
De Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada.
Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba;
Cuando a la puerta lle
Gó se la encuentra bien cerrada.
Por miedo del rey Alfonso acordaron los de casa
Que como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada.
La gente de Mío Cid a grandes voces llamaba,
Los de dentro no querían contestar una palabra.
Mío Cid picó el caballo, a
La puerta se acercaba,
El pie sacó del estribo, y con él gran golpe daba,
Pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada.
La niña de nueve años muy cerca del Cid se para:
"Campeador que en bendita hora ceñiste la espada,
El rey lo ha vedado, anoch
He a Burgos llegó su carta,
Con severas prevenciones y fuertemente sellada.
No nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada,
Porque si no perderíamos los haberes y las casas,
Perderíamos también los ojos de nuestras caras.
Cid, en el mal de nosotros vos no va
Is ganando nada.
Seguid y que os proteja Dios con sus virtudes santas."
Esto le dijo la niña y se volvió hacia su casa.
Bien claro ha visto Ruy Díaz que del rey no espere gracia.
De allí se aparta, por Burgos a buen paso atravesaba,
A Santa María llega, de
L caballo descabalga,
Las rodillas hincan en tierra y de corazón rogaba.
Cuando acabó su oración el Cid otra vez cabalga,
De las murallas salió, el río Arlanzón cruzaba.
Junto a Burgos, esa villa, en el arenal posaba,
Las tiendas mandó plantar y del caballo
Se baja.
Mío Cid el de Vivar que en buena hora ciñó espada
En un arenal posó, que nadie le abre su casa.
Pero en torno suyo hay guerreros que le acompañan
Así acampó Mío Cid cual si anduviera en montaña.
Prohibido tiene el rey que en Burgos le vendan nada
De todas aquellas cosas que le sirvan de vianda.
No se atreven a venderle ni la ración más menguada.
5
Martín Antolinez
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