Enseñanza Del Español
Enviado por azorman • 8 de Junio de 2015 • 3.395 Palabras (14 Páginas) • 113 Visitas
ENSAYO: LA ENSEÑANZA DEL ESPAÑOL EN EL NIVEL BÁSICO
INTRODUCCIÓN
Al hablar del español en la educación básica, podemos identificar dos funciones importantes la lectura y la escritura. Son dos funciones muy importantes en cualquier lugar y forman parte del desarrollo del niño para llegar a desenvolverse en la sociedad, para no ser analfabetas.
Pero, existe un problema alrededor de todo esto, que es un problema grave, pues afecta a los niños durante toda su educación y al final de esta cuando tiene que incorporarse a la bolsa de trabajo, que es la mala enseñanza de la lectura y la escritura.
Los jóvenes que terminan sus estudios y comienzan a trabajar en alguna empresa van a tener muchas dificultades para desarrollarse en el campo laboral, puesto que no fueron preparados adecuadamente en la escuela a nivel básico en las funciones de lectura y escritura.
Los maestros han perdido el sentido del objeto de enseñanza, no se enseña a leer por leer ni escribir para decir que puedes hacerlo; se lee para comprender e informarte, se escribe para dar a conocer algo a los demás, pero si lo único que les enseñaron en el nivel básico fue a copiar lo que veían sin siquiera mostrarles que se escribe con una razón fuera de la evaluación al igual que con la lectura.
Los maestros suelen cometer el error de hacer leer y escribir a sus alumnos con el único propósito de evaluarlos, y es desde ahí que comienza mal la educación del niño.
Pero entonces, ¿qué se puede
hacer? A través de este documento se irá explicando y argumentando por qué los niños batallan para aprender, cual es la problemática, qué es lo real al leer y escribir, qué es lo necesario para cambiar y qué es lo posible por hacer para hacer un cambio y recuperar el sentido que tienen las funciones de leer y escribir.
Leer y escribir son la función esencial de la escolaridad obligatoria para participar de la cultura escrita, la cual supone apropiarse de una herencia cultural.
El desafío de la escuela es que a través de la lectura y la escritura se incorpore a los alumnos a la cultura escrita, y que lleguen a ser miembros de ésta (Lerner, 2001).
Se le dice desafío puesto que se refiere a lo que se espera lograr pero que resulta algo complicado llevarlo a cabo.
Es un desafío porque “la escuela enseña a leer y escribir con el único propósito de que los alumnos aprendan a hacerlo, ellos no aprenderán a leer y escribir para cumplir otras finalidades” (Lerner, 2001, p. 29).
Esta es una triste realidad que no muchos quieren ver, pero existe, y que complica el desarrollo social de los niños, pues de lo que aprendan en la escuela ellos lograrán desenvolverse en la sociedad.
Fuera de la escuela, la lengua escrita cumple con funciones específicas como escribir una carta, publicar un periódico o hasta para hacer la lista de las compras cuando vamos al mercado; pero dentro de la escuela, la lengua escrita es despojada de su función social. Cuando los niños
copian textos del libro solo para practicar la escritura o hacen dictados para detectar sus errores, dejándoles planas de las palabras mal escritas, o haciendo que lean frente a todos para calificarlos y no para que les informen algo a sus compañeros, se está dejando un solo mensaje implícito: la lectura y la escritura son actividades inútiles (Palacios, A., Muñoz, M. & Lerner, D., 1997).
La lectura y la escritura nos sirven para muchas funciones sociales como las ya mencionadas, pero en la escuela no se está enseñando a cumplir con ellas fuera de la escuela.
Es también un desafío ya que “la visión tradicional del aprendizaje de la lectura y la escritura consiste en considerar este aprendizaje como la adquisición de un código de transcripción de unidades sonoras en unidades gráficas y de unidades gráficas en unidades sonoras” (Ferreiro, 1997, p. 192).
Significa que enseñan al alumno a escribir solo por que cumplan con la escritura, pero no a que comprendan qué están escribiendo o por qué; lo mismo con la lectura, les enseñan a leer pero no a comprender lo que están leyendo.
Es sabido que el ojo no barre todas las letras cuando leemos. Seleccionamos algunas y anticipamos el resto. Este procedimiento, que normalmente utilizamos al leer, recibe el nombre de “muestreo”. También predecimos lo que vendrá a continuación, es decir cómo continuara ese texto. En función de los datos siguientes, y de nuestra competencia intelectual y lingüística, corroboraremos
si nuestras anticipaciones y predicciones eran correctas. En caso contrario, si hay datos que las contradicen, procederemos a autocorregirnos. También hacemos inferencias, esto es, en muchas oportunidades agregamos elementos que no han sido incluidos por el autor de manera manifiesta, que puede surgir de otros datos explícitos. Importantes investigaciones han demostrado que el muestreo, las anticipaciones y predicciones, las inferencias, las autocorrecciones, son estrategias que habitualmente utiliza un buen lector. (Goodman, 1982, citado en Kaufman, A. M., Castedo, M., Teruggi, L. & Molinari, C. 1990, p. 16).
Al leer, no leen, muestrean; al momento de leer el cerebro va grabando palabras y cuando una comienza parecido a esta leemos que es la que ya habíamos leído antes.
Lo necesario para concretar el propósito de formar a los alumnos como practicantes de la cultura escrita es que se preserve el sentido que tiene la lectura y la escritura para que los alumnos lleguen a ser este tipo de ciudadanos (Lerner, 2001).
Se tiene que explicar al niño cuál es el sentido de leer y escribir para ellos, no tanto que la sociedad así lo exige, sino que para poder ser ciudadano de esta sociedad tiene que cumplir con esos requisitos: leer y escribir.
Hay que realizar acciones que realmente ayuden al alumno a desarrollar las distintas funciones de la lectura y escritura de manera que le puedan servir en la vida y en la sociedad.
Así como lo dice Tolchinsky (1993)
en los contrastes que definen una postura pedagógica:
Las profesoras cuyas reflexiones hemos seguido no piensan en las letras, palabras u oraciones que deben enseñar a trazar, sino en las múltiples situaciones en las que el escribir es necesario, recomendable y adecuado. No olvidan ni las formas de las letras, ni la importancia de escribir correctamente (este tema es tan importante para los profesores como para los alumnos), pero no convierten estos aspectos del escribir en el centro de su pedagogía. (p. 44).
Estas profesoras son un ejemplo de lo que se puede hacer para llevar el buen curso del aprendizaje de la lectura y escritura, y más que nada a su comprensión.
Si se mantiene el sentido de que leer y escribir son prácticas sociales que ayudarán al
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