Profesorado, Cultura Y Postmodernidad.
Maravg23 de Abril de 2013
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El tiempo complica el problema de la innovación y confunde la implementación del cambio. Es fundamental para la configuración del trabajo de los educadores.
Los profesores se toman el tiempo con seriedad y lo viven como una limitación fundamental que se impone a lo que son capaces de hacer y se espera que hagan en sus escuelas.
Para el docente, el tiempo no sólo constituye una restricción objetiva y opresora, sino también un horizonte de posibilidades y limitaciones definidas. El tiempo es un elemento muy importante en la estructuración del trabajo de los profesores.
Se identifican distintas dimensiones del tiempo y sus consecuencias en relación con el trabajo de los profesores.
En la dimensión técnica-racional el tiempo es un recurso o medio finito que puede aumentarse, disminuirse, gestionarse, manipularse, organizarse o reorganizarse con el fin de acomodar determinados fines educativos seleccionados. Esta dimensión del tiempo predomina en las formas de acción e interpretación administrativas que hacen suyos los principios modernistas de la racionalidad técnica y se organizan en torno a ellos. No sólo es importante en las áreas más obvias de la gestión eficaz o de su uso productivo, sido también para reforzar los cambios educativos preferidos, que influyen en el carácter y orientación del trabajo de los maestros.
La significación micropolítica de la programación del tiempo de pone de manifiesto de distintas maneras. Las distribuciones de tiempo, y las necesidades de profesorado que generan, reflejan y refuerzan el poder y el tamaño de los departamentos de áreas de categoría superior, creando más oportunidades de ascensos de nivel y de establecimiento de las condiciones flexibles que generan. En consecuencia, el tiempo concedido a determinadas áreas curriculares redunda en el tiempo que queda a disposición de los profesores que trabajan en ellas. A medida que ascendemos por la jerarquía de poder y prestigio de la administración educativa, también nos apartamos del aula, de la definición nuclear, convencional, de lo quienes un profesor.
El tiempo fenomenológico tiene que ver en los horarios y calendarios, en las oportunidades y en las limitaciones temporales, el tiempo parece exterior al profesor, como si tuviera una existencia independiente. Tiene también una importante dimensión subjetiva. Lo que se tiene y llega a considerarse como el tiempo objetivó, incluso en forma de tiempo de reloj, no es, en realidad, sino una convención pactada, intersubjetiva. Las estructuras temporales son el resultado de la acción humana, aunque, una vez establecidas, constituyen también un contexto de esa acción. En esta dimensión el tiempo es subjetivo, vivido y tiene una duración interna que varía de persona s persona.
En el tiempo policrónico, las personas se centran en hacer varias cosas a la vez, de forma combinada. En él, importa menos cumplir programas que realizar sus transacciones. En los Marcos temporales policrónicos, hay una sensibilidades mucho mayor al contexto, s las consecuencias y complicaciones de las circunstancias y del medio. En éste son más importantes las relaciones que las cosas, esta orientado a las personas que a las tareas. Hacen más hincapié en las apariencias de la actuación y del cambio conseguido que en la calidad y el carácter de la ejecución o del propio cambio.
Los marcos temporales monocrónicos no prevalecen en el ámbito administrativo porque estén más de acuerdo con las leyes de, mundo natural ni porque sean necesariamente más eficaces en el plano educativo o eficientes en el administrativo, sino porque constituyen una prerrogativa de los poderosos.
Un aspecto importante de la dimensión sociopolítica del tiempo consiste en la separación entre el interés, la responsabilidad y la perspectiva temporal asociada del administrador y los correspondientes al profesor. El
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