Identidad entre las visiones políticas de Platón y Maquiavelo
Enviado por alam1 • 14 de Junio de 2016 • Ensayo • 2.577 Palabras (11 Páginas) • 251 Visitas
Identidad entre las visiones políticas de Platón y Maquiavelo
Introducción
Cuando se habla de filosofía política, resaltan las figuras de Platón y Maquiavelo, los cuales generalmente se colocan en polos opuestos.
El rasgo más sobresaliente de Platón con respecto a su filosofía política, es el hecho de que identifica la ética con la política, salvo que la primera le concierne al hombre, y la segunda a la sociedad.
En cambio, la visión que tenía Maquiavelo sobre la política, era en apariencia bastante diferente a la de Platón, pues, según él no es posible gobernar éticamente en una sociedad inmoral.
La tesis de este escrito es que ambas visiones no son en extremo diferentes, debido a que Platón y Maquiavelo defienden la importancia de cultivar ciertas virtudes que resultan fundamentales tanto para conformar el Estado griego perfecto o utópico, como para conservar el poder y mantener el orden en el Estado italiano, respectivamente.
Así mismo, el propósito de este escrito es propiciar la reflexión e incitar la crítica sobre las contradicciones que evidencian en su decir y en su actuar, muchos políticos, y que además suelen confundir con bastante frecuencia sus intereses personales o los de sus partidos, con el bien común de la sociedad. Por lo que no sólo están años luz de equipararse con el rey filósofo de Platón, sino que también traicionan las propuestas de Maquiavelo y que muchos políticos afirman (entre bambalinas) seguir. Y es que como dice Fernando Savater: “Estos pájaros no son maquiavélicos sino sencillamente sinvergüenzas”[1]
En lo que resta del presente escrito, se analizará detalladamente de qué forma Platón y Maquiavelo abogan, es decir, defienden la importancia y por lo tanto, la necesidad de cultivar estas virtudes, cuyos fines ya han sido referidos con anterioridad.
Las virtudes en Platón
Platón estaba profundamente preocupado por la política. En su carta séptima dice: “Siendo yo joven, pasé por la misma experiencia que muchos otros, pensé dedicarme a la política […]”. Platón deseaba cambios profundos en la vida del estado, sin embargo, para él dichos cambios no pueden ser de un orden distinto al ético. Esta es la razón de que en su obra La República, la ética y la política se encuentren estrechamente ligadas.
Con respecto a esta relación entre ética y política, también es importante hacer notar que la teoría de Platón acerca de la psique (alma) humana y de sus partes, es la base tanto de su ideología ética como política.
Teoría del alma
Platón sostiene que el alma humana se compone de tres partes, a las cuales compara con una yunta alada constituida por dos caballos (uno negro y el otro blanco) y el auriga[2]. Así lo expresa Platón: “Podríamos entonces decir que se parece [el alma] a una fuerza que, como si hubieran nacido juntos, lleva una yunta alada y a su auriga” (Fedro 246 a).
El caballo negro es la parte concupiscible o sensual que se relaciona con las necesidades corporales. El caballo blanco es la parte irascible que corresponde a los impulsos y deseos. El auriga es la parte racional que equilibra y armoniza la tensión continua que existe entre las dos partes representadas por el corcel negro y blanco.
Teoría Ética
Para Platón, cada una de las partes que constituyen la psique del ser humano, posee una virtud particular. A la primera le corresponde la moderación o templanza, a la segunda la fortaleza, y a la tercera la sabiduría o prudencia. Ahora bien, estas tres partes de la psique y sus correspondientes virtudes, se relacionan entre sí formando una unidad, es decir, se hermanan gracias a la virtud de la justicia:
La justicia no versa sobre la acción exterior del hombre, sino sobre la interior, la que se aplica verdaderamente a él y a lo suyo, sin dejar que ninguna parte obre contrariamente a él ni que se mezclen entre sí en su alma; por el contrario, las cosas íntimas están bien dispuestas; se manda a sí mismo; se pone en orden; se convierte en su propio amigo y armoniza en conjunto, con sencillez, las tres partes como si fueran los tres términos de la escala […]. Reúne todo y los convierte a todos, de muchos que eran, en uno, racional y armonioso, de tal manera que, […] considerará bella y justa la acción que contribuya a conservar y a completar la ciencia de prudencia que vigila su actuación.[3]
Teoría Política
El origen del estado platónico reside en las necesidades materiales de cada individuo. Así lo expresa Platón:
Pues bien, según estimo, el estado nace cuando cada uno de nosotros no se autoabastece, sino que necesita de muchas cosas […] En tal caso, cuando un hombre se asocia con otro por una necesidad, con otro por otra necesidad, habiendo necesidad de muchas cosas, llegan a congregarse en una sola morada muchos hombres para asociarse y auxiliarse. ¿No daremos a este alojamiento común el nombre del Estado? (República 369 b-c).
El Estado a semejanza del alma, también es un todo compuesto de tres partes, o mejor dicho, de tres clases sociales. Cada una de estas cumple una función específica: la clase productora (artesanos y agricultores) genera bienes y riqueza. La clase guerrera protege el orden social y político de amenazas tanto internas como externas. Por último, la clase gobernante es la que dirige y legisla al Estado.
Sobre el fundamento de estas tres clases sociales, Platón conforma su idea del Estado perfecto, a lo cual agrega lo siguiente:
Pues bien […] ya tienes fundado el Estado. Después de esto indaga en su interior, procurándote de donde puedas la luz adecuada […] para que columbremos dónde existe la justicia y dónde la injusticia, y en qué se diferencia una de otra, y cuál de las dos debe de adquirir el que haya de ser feliz […]. (República 427 d).
Para esto, Platón establece una concordancia entre las tres partes que integran el alma humana, y las tres clases sociales que conforman al Estado. Por lo que a cada estrato social le pertenece una virtud, de acuerdo a la parte del alma con la cual concuerda. Así por ejemplo, a la clase productora le pertenece la moderación de la parte concupiscible del alma. A la clase guerrera le pertenece la fortaleza de la parte irascible. Y a la clase gobernante le pertenece la sabiduría de la parte racional. Por eso, para Platón nadie estaba mejor calificado para gobernar que los filósofos:
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