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Clemente de Alejandría


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2013  •  Tesis  •  1.440 Palabras (6 Páginas)  •  364 Visitas

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Clemente de Alejandría

Tito Flavio Clemente; Atenas, c. 150 - Antioquía, c. 213.

Padre de la Iglesia griega. Discípulo de Panteno, al que sucedió en la cátedra de la escuela catequética de Alejandría, se vio obligado a huir a Capadocia por las persecuciones de Septimio Severo. Influido por el platonismo medio, estudió las relaciones entre el cristianismo y la filosofía griega y fue el iniciador de la elaboración científica de la teología. Es autor de El pedagogo, Protréptico a los griegos y Stromata.

Primer doctor de la Iglesia, Clemente de Alejandría es una de las figuras más notables de la literatura (y, en ciertos aspectos, también de la especulación) griega cristiana del siglo III.

Clemente viajó prolongadamente por Grecia, Italia, Siria, Palestina y Egipto en busca de una enseñanza que apagara su sed de verdad; la halló en la escuela catequética de Alejandría, denominada "Didaskaleion" y dirigida por Panteno, cuyas tendencias místicas y a la vez racionales, junto con su exégesis alegórica y filosófica, conquistaron muy pronto su inquieto espíritu. Tras haberse dedicado con Panteno a la profesión docente, le sucedió a su muerte (ocurrida hacia 190) en la dirección del famoso centro, que ya de él había recibido nuevo esplendor.

El Protréptico o "exhortación" constituye en efecto la primera parte de una gran obra apologética que San Clemente se había propuesto escribir en defensa del Cristianismo. El autor se dirige a los paganos demostrándoles lo vanos que son los mitos y las leyendas griegas y lo muy superior que es la filosofía cristiana a la pagana: comienza atacando los misterios y los oráculos que de tanta confianza gozaban entre sus contemporáneos y que tenían en la religión pagana importancia tal vez mayor que las mismas divinidades; pasa después revista a todos los dioses, desde los de la antigua mitología griega a los egipcios, y demuestra una vez más, como todos los apologistas cristianos, el concepto expresado por primera vez por Evemero de Mesina de que los dioses no son más que hombres divinizados.

En El pedagogo, el autor se propuso no sólo componer un tratado sistemático de moral cristiana, sino ofrecer a los neófitos un método práctico de educación, que consiste en ponerse directamente bajo la guía del "Logos", el Verbo divino. El primer libro de la obra, que es el más extenso, más original y más importante, está dedicado a la persona del pedagogo; Jesús, el verdadero y sumo educador, ha guardado para sí el cometido de catequizar a los hombres, que ante él se encuentran en la condición de niños necesitados de su palabra, sin las distinciones de las facultades espirituales y de las capacidades que, creadas por la gran filosofía griega, habían sido después precisadas por los gnósticos.

los Stromata, voluminosa y confusa obra en siete u ocho volúmenes que contiene sin orden ni conexión aparente las doctrinas más dispares y los asuntos más variados. El propio título, a primera vista tan extraño, enlaza esta obra con un tipo de literatura en boga en tiempos del autor, fruto de la erudición y consistente en compilaciones, antologías, manuales y colecciones de todo género, de asuntos y temas varios, yuxtapuestos sin nexo de orden ni de estilo.

Los dos primeros libros de los Stromata están dedicados a la resolución de este problema, concluyendo que el cristiano debe y puede utilizar los resultados de la filosofía griega, puesto que ésta, a su vez, deriva de la especulación profética hebrea. El estudio de la filosofía es, así, necesario a todo buen cristiano. En el segundo libro insiste particularmente en la importancia de la verdad, que supera todas las conquistas de la razón, y proclama la fe como fundamento de toda conciencia verdadera.

Para definir la moral del buen cristiano, San Clemente de Alejandría comienza por hacer una extensa digresión sobre la pureza conyugal y virginal, que ocupa todo el tercer libro; seguidamente, en el cuarto, habla del martirio, desaprobando tanto a los gnósticos que no consideraban pecado la apostasía como a los cristianos que buscaban voluntariamente el suplicio. El quinto libro está dedicado a lo que San Clemente denomina los "símbolos", es decir, los personajes que, en las religiones populares, en el Antiguo Testamento y entre los filósofos simbolizan las verdades superiores; demuestra cuánto habían sacado los griegos de la filosofía hebraica y cristiana, y es importante para la comprensión del método alegórico que Clemente aplica a la interpretación de las Escrituras.

En el sexto y séptimo libros,

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