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Educacion


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2013  •  906 Palabras (4 Páginas)  •  275 Visitas

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Capitulo 8

a. Resumen

Jean Calas era protestante, lo mismo que el resto de su familia, excepto un hijo que había abjurado de la herejía. Desde hacía treinta años, en su casa vivía una sir­viente católica ferviente. Uno de los hijos llamado Marc-Antoine decidió poner fin a su vida y dejó enten­der que tenía este propósito a uno de sus amigos. Finalmente, un día en que había perdido su dinero al juego, lo escogió para realizar su propósito. Un amigo de su familia llamado Lavaisse, había llegado de Burdeos. Después de la cena se retiraron a una pequeña sala: Marc-Antoine desapareció, cuando el joven Lavaisse quiso marcharse, bajaron Pierre Calas y él al almacén.Encontrando a Marc-Antoine colgado de una puerta y su traje plegado sobre el mos­trador. La camisa no estaba arrugada; tenía el pelo bien peinado y no presentaba en el cuerpo ninguna herida. Se rumoreó en el pueblo de Toulouse que los protestantes del Languedoc habian asesinado a su hijo. El señor David, magistrado de Toulouse, empleó un procedimiento contrario a las reglas y orde­nanzas. La familia Calas, la sirviente católica y Lavaisse, fueron encarcelados. Se publicó un monitorio no menos vicioso que el procedi­miento. Marc-Antoine Calas había muerto calvinista y fue inhumado con la mayor pompa en la iglesia de San Esteban. Los cofrades blancos hicieron a Marc-Antoine Calas un funeral solemne, como a un mártir. Todo el pueblo lo mira­ba como un santo. La proximidad de una festividad, caldeaba al pueblo y se decía públicamente que la muerte de Jean Calas en la rueda constitui­ría el mayor ornato de la fiesta.

Trece jueces se reunieron diariamente para sustanciar el proceso. No se tenía prueba alguna contra la familia. Seis jueces persistieron mucho tiempo en condenar a Jean Calas, a su hijo y a Lavaisse al suplicio de la rueda y a la mujer de Jean Calas a la hoguera. Otros siete más moderados querían que por lo menos se reflexionase. Sólo hubo ocho votos contra cinco

Los jueces que­daron confundidos cuando aquél anciano, al morir en la rueda, tomó a Dios por testigo de su inocencia y le conjuró a que per­donase a sus jueces. Estos se vieron obligados a dictar una segunda sentencia, poniendo en libertad a la madre, a su hijo Pierre, al joven Lavaisse y a la criada; pero al hacerles notar uno de los consejeros que aquella sentencia desmentía a la otra, tomaron entonces el partido de desterrar a Pierre Calas.

Se empezó por amenazar a Pierre Calas, en su celda, con tratarle como a su padre si no abjuraba de su religión. Pierre Calas, al salir de la ciudad fue encerrado en un convento de dominicos y allí se le obligó a practicar todos los ritos del catolicismo. Le fueron quitadas las hijas a la madre, encerrándolas en un convento. Algunas perso­nas, después de un meditado examen de todas las circunstancias de aquella horrible aventura, presionaron a la viuda Calas para que osase acudir en demanda

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