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El Aprendizaje


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  1.345 Palabras (6 Páginas)  •  287 Visitas

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La actitud hacia el aprendizaje

Comienzo por decir que todos tenemos determinadas "actitudes" ante los objetos o experiencias que conocemos, y formamos actitudes nuevas ante los objetos o experiencias que para nosotros son también nuevos. Por lo que se entiende como actitud, una tendencia, disposición o inclinación para actuar en determinada manera, la cual puede ser una reacción afectiva positiva o negativa.

Partiendo de ahí, podemos decir que existen diferentes actitudes hacia el aprendizaje.

- La actitud activa y positiva: Es la que tiene una visión positiva del estudio, entendido como reto y oportunidad de crecimiento personal. El estudiante es el protagonista del estudio, un procesador de información que valora y critica, amplia, cuestiona, compara y reconstruye la información. Un investigador capaz de descubrir, explicar y crear. Este tipo de actitud le permite al estudiante simplificar y optimizar el aprendizaje, estudiar mejor, tener mayor autocontrol y un papel mas activo en la obtención del conocimiento.

- La actitud pasiva negativa: Es la que refleja desmotivación, falta de concentración, desorganización, ansiedad ante el examen, problemas de memoria, falta de autoestima y deficientes hábitos de estudio.

El esfuerzo aplicado al estudio no se corresponde a veces con el resultado pues se realiza de modo mecánico y aburrido. El estudiante con este tipo de actitud, es un mero receptor pasivo, que lee y memoriza sin más. Carece de motivación. Este tipo de conducta conlleva al bajo rendimiento intelectual académico y al fracaso escolar.

El título de esta reflexión sale de labios de un asistente durante una charla que dirigíamos hace unos días. Me recuerda también la frase de un alto ejecutivo de multinacional “La única ventaja competitiva que podemos tener, es la capacidad de aprender”.

Caigo en cuenta que tal vez es el más grande regalo que nos ha dado Dios, luego del amor, es la capacidad de aprender.

Aprendemos a abrazar, a besar, a caminar, a expresar nuestra alegría, a ser bondadosos, a sonreír a los desconocidos, a hablar con el corazón.

Aprendemos solo si estamos dispuestos, si queremos, si lo elegimos. De otra manera nos quedamos con nuestros comportamientos habituales.

La vida se puede convertir en una escuela permanente si adquirimos la actitud de aprendizaje. Es nuestra elección mantener la mente y el alma abiertas a aprender con cada situación que nos sucede día a día, o también es nuestra elección quedarnos tratando de amoldar nuestra verdad a dichas situaciones.

La actitud de aprendizaje nos enfrenta a revisar continuamente lo que llamamos nuestros valores, creencias, hábitos, costumbres y pensamientos. También nos invita a revisar en forma permanente las emociones que nos producen. Nos llama a incorporar cada día nuevos elementos en el trato para con nosotros mismos, con los demás, el planeta y con Dios.

Creemos que es mejor comportarnos como siempre hemos sido, sin darnos cuenta la cantidad de sufrimientos que esto produce y sin saber cuan grandes serán las dichas al modificar nuestras reacciones, al mantener una permanente actitud de aprendizaje. Porque aprendizaje implica mejorar nuestras habilidades espirituales, mentales, emocionales y físicas. Y mejorar habilidades requiere de práctica constante en las mismas.

¿Cómo se desarrolla la actitud de aprendizaje? Observando.

Observándose conscientemente. Observando nuestros actos, las intenciones con que los hacemos, los sentimientos que generamos y reconociendo que ellos, los actos, traen consecuencias hacia si mismo, hacia los demás y hacia el ambiente.

No es lo mismo sonreír al habitante de la calle, que mostrarle un gesto desdeñoso y crítico. No es lo mismo darle dinero con la intención que se alimente, así sepamos que va a comprar bazuco, que dárselo y respetarle su libre albedrío. Aprendemos sobre nuestra intención, sobre nuestra capacidad de respeto, sobre la compasión o miseria que llevamos dentro, y que ese ser humano nos refleja como un espejo finamente pulido.

Centrados en las reacciones que nos presentan mente-emoción y cuerpo conoceremos aquello que nos proporciona bienestar o aquello que nos infunde malestar. Aprenderemos a elegir el bienestar, sobre el malestar. Aprenderemos hábitos que generen salud y amor,

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