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Elogio A Helena


Enviado por   •  26 de Marzo de 2013  •  1.668 Palabras (7 Páginas)  •  683 Visitas

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Elogio de helena

* Gorgias de Leontini

Perfección para la ciudad es el valor de sus habitantes, para un cuerpo la belleza, para un alma la sabiduría,

para una acción la virtud, para un pensamiento la verdad. Las cualidades contrarias a éstas implican

imperfección. En un hombre, en una mujer, en un pensamiento, en una acción, en una ciudad, es preciso

honrar con alabanzas lo que sea digno de alabanza y cubrir de censuras lo que sea censurable. Pues tan

erróneo e inexacto es censurar lo que debe ser alabado como alabar lo que debe ser censurado. Y es

obligación de un mismo hombre

proclamar la verdad y refutar a los que censuran a Helena, mujer sobre la que ha llegado a ser concorde y

unánime la opinión de la tradición poética y el significado de su nombre, que lleva consigo el recuerdo de

acontecimientos infortunados.

Yo quiero, razonando con lógica sobre la peyorativa tradición a ella referente, liberarla de toda acusación y

hacer cesar la ignorancia, demostrando que sus acusadores están equivocados y descubriendo la verdad.

Todo el mundo sabe que por su origen y linaje fue excelsa entre hombres y mujeres la persona a la que se

refiere este discurso. En efecto, es sabido que como madre tuvo a Leda y como padre a un dios, aunque

creído un mortal, Zeus y Tíndaro, de los cuales uno, por serlo, fue creído, el otro, por ufanarse de ello,

fue discutido; y uno era el más poderoso de los hombres y el otro el señor de todas las cosas.

Por haber tenido tales padres gozó de una belleza igual a la de una diosa, y esta belleza que tuvo no la

mantuvo oculta. Inflamó de muchísimas pasiones de amor a muchísimos hombres, y con un solo cuerpo

consiguió muchos pretendientes orgullosos por sus grandes cualidades, de los cuales unos tenían fortunas

inmensas, otros gran renombre por la antigüedad de su nobleza, otros belleza por su vigor físico, otros

prestigio por la sabiduría adquirida. Y todos quedaron bajo un amor ardiente y un deseo invencible.

No voy a exponer quién, por qué y cómo satisfizo su amor hacia Helena, apoderándose de ella. Pues decir

cosas ya sabidas a los que las saben confirma su saber, pero no les produce placer. En consecuencia,

pasando por alto en mi discurso el tiempo de entonces, voy a penetrar en el principio del discurso que voy a

pronunciar y voy a exponer las causas por las que era natural que se produjera la marcha de Helena a Troya.

Hizo lo que hizo ya por decisión de la Fortuna, mandato de los dioses o designio del Destino, ya raptada

violentamente, ya convencida con palabras. Si por la primera causa, es un mérito para el que es acusado

ser acusado, dado que es imposible impedir la voluntad de un dios con la previsión humana. Pues ha sido

establecido por "la naturaleza no que el más fuerte sea dominado por el más débil, sino que el más débil sea

dominado y sometido por el más fuerte, y que el más fuerte marque el camino y el más débil le siga.

Y los dioses son más fuertes que el hombre por su poder, su sabiduría y por otras muchas cualidades. Por

tanto, si se ha de atribuir la causa a la Fortuna o a la divinidad, hay que descargar a Helena de su mala fama.

Si fue raptada violentamente y sufrió ilegal violencia, y padeció injusta ofensa, es evidente que el culpable fue

el raptor, por haber inferido un ultraje, pero la raptada, por haberle recibido, fue una desventurada.

El bárbaro que comete un acto bárbaro, merece ser castigado con la ley, con la palabra y con la acción; con

la ley, mediante la pérdida de sus derechos civiles; con la palabra, mediante una acusación; con la acción,

mediante una sanción penal. Pero, la que fue violentada, privada de su patria y alejada de sus amigos, ¿cómo

lógicamente no sería compadecida antes que difamada? El uno comete un delito, la otra lo padece. Por tanto,

lo justo es compadecer a ésta y reprobar a aquél.

Si fue convencida y engañada con su espíritu por la palabra, no es difícil en este caso defenderla y liberarla de

toda acusación.

La palabra es un poderoso soberano, que con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo realiza empresas

absolutamente divinas. En efecto, puede eliminar el temor, suprimir la tristeza, infundir alegría, aumentar la

compasión. Voy a demostrar que esto es así, pues es preciso ponerlo de manifiesto ante la opinión de los que

me escuchan.

Yo considero y defino toda poesía como palabra con metro. Esta infunde en los oyentes un estremecimiento

preñado de temor, una compasión llena de lágrimas Y una añoranza cercana al dolor, deforma que el alma

experimenta mediante la palabra una pasión propia con motivo de la felicidad y la adversidad en asuntos y

personas ajenas.

Y ahora voy a pasar a otro argumento. Las sugestiones inspiradas mediante la palabra producen el placer y

apartan el dolor. La fuerza de la sugestión adueñándose de la opinión del alma, la domina, la convence y la

transforma como por una fascinación.

Dos artes de fascinación y de encantamiento han sido creadas, las cuales sirven de extravío al alma y de

engaño a la opinión.

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