Ensayo Libro Maria

"María" ha sido considerada por la crítica literaria como la obra cumbre de la literatura colombiana romántica, es el ejemplo y orgullo que enaltece las letras colombianas desde el siglo XIX, ha sido traducida a más de 15 idiomas y se han realizado numerosas ediciones de la obra, lo que confirma su importancia suprema para la literatura colombiana.

Como dejar de leer, saborear, y disfrutar uno a uno sus capítulos, en donde se lee la tragedia, la dulzura y el amor, que es perfumado por ese mítico rosal que adornó los jardines de la hacienda en la que se desarrolló la trama.

Vale la pena leerla, y adentrarse tanto en la historia del Valle del Cauca colonial como en el alma de los personajes que inspiran muchas pasiones y quienes de una u otra forma representan las historias propias que hemos vivido en torno a amores imposibles, a otros no correspondidos e incluso a aquellos que al irse nos dejaron el alma y el corazón destrozados.

De este modo es posible comprobar que la historia de María, su dolor, su sufrimiento, su espera infructífera, es también nuestro dolor, nuestro sufrimiento, nuestra debilidad. Es además el dolor de una patria que ve morir sus esperanzas y que aunque tiene en sus manos el destino, al igual que Efraín, es incapaz de transformarlo. En amor, muerte y esclavitud.

En efecto, el amor "María" es el reflejo del más casto y puro amor, que nace del corazón ingenuo y diáfano de una niña que sólo puede albergar en su corazón el más noble y sublime sentimiento. Se convierte por lo tanto en un idilio sentimental, en el que sólo importa el bienestar y la felicidad del ser amado.

A este sentimiento de amor, se entrecruza el de la resignación, el sacrificio y la renuncia, tan propios y tan cercanos al amor maternal. Lo cual alude a su vez a un tipo de educación servilita en el que la mujer es considerada como sierva del hombre, al cual se debe totalmente. Un tipo de educación muy propia de nuestro país en aquellos tiempos.

Si bien es cierto, en Efraín su otro protagonista, el amor toma también una dimensión casta, en la que la espera paciente y el profundo respeto por la dignidad del otro se antepone al deseo y la pasión, si se vislumbran sentimientos y actos más osados que manifiestan ese amor. Efraín no duda en hacer elogios muy detenidos del cuerpo de María: sus cabellos, sus codos, la blancura de sus brazos; su cuello y sus manos, los pies desnudos que la joven pretende cubrir en actos púdicos, son materia de largas descripciones que obviamente indican una pasión velada, puesta en las palabras más delicadas y sutiles.

Este amor es eterno, pues cubre la totalidad de la vida de los personajes. En María encontramos el amor que aguarda, la resignación que jamás es vencida y que, al contrario, se acrecienta con los obstáculos. El amor que todo lo puede porque es espiritual. A lo largo de todo el texto, sus actitudes, pensamientos y conductas están al servicio del amor. No hay un solo episodio donde nos encontremos con una María diferente a la María que ama y espera; no hay un pasaje de amor en donde no aparezca la imagen de María como el modelo ideal o de lo que es o debe ser un verdadero sentimiento de amor. En palabras de Efraín, María sería la perfección, el amor puro.

Además, la muerte como es común en las novelas románticas, el amor y la muerte van unidos en una trágica conjunción. Desde el comienzo de la novela, hay una serie de sucesos que marcan la vida de María y de Efraín desde la misma muerte, lo cual pude sonar paradójico.

Siendo muy pequeña María, su madre fallece al padecer de una extraña enfermedad. Su temprana orfandad y la incapacidad de su padre para hacerse cargo de ella, la exponen al duelo doloroso de la pérdida de ambos padres.

Razones por las cuales es recibida en el hogar de Efraín. De la misma manera la simple partida del Efraín fuera del seno familiar, no hace más que representar una especie de muerte a escala menor. El hijo parte y el llanto invade el hogar. El dolor reina y el hijo debe experimentar lo desconocido. A su regreso todo parece brillar por la ilusión, pero no tardan en aparecer signos inequívocos de angustia.

María se retira temprano a su habitación porque le duele la cabeza; falta a la mesa del comedor en un acto inusual en las costumbres de la época y su mano tiembla. Su primer ataque oscurece la dicha y un ave negra que golpea la

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