“Ensayo: patología general de la evaluación educativa”

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“Ensayo: patología general de la evaluación educativa”

Este libro es una obra en la que se analiza el papel y la interpretación que se le da a la evaluación por diversos elementos que conforman el proceso educativo, desde las autoridades educativas hasta los alumnos y los profesos de las aulas. La evaluación ha sido uno de los grandes aspectos que se toman en cuanta durante el momento de elaboración de una secuencia didáctica en el aula por los alumnos.  En este libro se destaca el uso que se realiza de la evaluación en varios momentos del proceso de enseñanza-aprendizaje. Ahora bien, esta evaluación permite a los aplicadores dar una rígida calificación a los resultaos de dichas evaluaciones.  Si un alumno reprueba un examen (herramienta de evaluación)  es porque no estudia, si en un aula los alumnos salen mal el docente es un incompetente, y si varias aulas en una escuela salieron mal en una evaluación resulta que la institución no está capacitada para recibir a los alumnos. Estas formas de valuación muy rígidas y poco reflexivas permiten identificar algunas patologías sociales de la evaluación. Estas patologías no permiten identificar otros elementos que pueden influir directamente en el proceso de evaluación como el contexto y el nivel inicial de los alumnos. [pic 4]

La evaluación utilizada en las aulas cuantifica los conocimientos de los alumnos de una manera muy injusta en algunas ocasiones, ya que a veces se le atribuye toda la responsabilidad a los alumnos y en el proceso de aprendizaje los alumnos no son los únicos elementos participes también están los maestros y los padres de familia. Entonces no solo habría que asignarle una calificación a los alumnos, sino también al apoyo de los padres de familia y de los docentes. El contexto en el que se desenvuelven los alumnos también es muy influyente en su proceso de aprendizaje. En el texto se menciona:  

“En definitiva,  no sólo importa lo que se ha conseguido, sino cómo, a qué precio, con qué medios, con cuantos esfuerzos, a qué costa, para que fines…”

Los resultados de la  evaluación rígida y son cuantificados de forma injusta en algunas ocasiones, ya que solo se analiza los resultados sin analizar y reflexionar lo que sucede en un aula con los alumnos. Por ejemplo: en un caso imaginario, supongamos que el día de la realización de un anuncio publicitario, no logran aprender las partes de un anuncio pero si logran elaborar sus trabajos aunque no tengan los datos precisos, ¿cómo se evaluaría el producto del proyecto? Si se evaluaran los resultados apegados al aprendizaje esperado ningún alumnos lo habrá logrado y sería ilógico cuantificar el trabajo si los alumnos  pudieron identificar las características de un anuncio, ahora pensemos que también se toma en cuenta el proceso de la elaboración del producto (actitudes, valores y disposición de los alumnos) entonces los alumnos no estaría cuantificados con calificaciones deplorables. En otra parte del texto se menciona:

“Ahora bien, limitarse a la evaluación de los conocimientos, supone un reduccionismo escandaloso. Existen otra serie de pretendidos logros que no se contemplan debidamente en el proceso evaluador: valores, actitudes, destrezas, habilidades…”

En el aula se presentan una serie de circunstancias diariamente, el currículo está repleto de contenidos añadiendo las actividades extracurriculares (ferias, festivales, eventos, etcétera). ¿Es posible  evaluar todos los aspectos que influyen en el proceso de enseñanza- aprendizaje además de los contenidos curriculares?

La valuación suele tener un fin en específico, sin embargo la mayoría de las veces está muy deslindada con sus objetivos. Al momento de evaluar se debe tener muy claro que es lo que se pretende evaluar y con qué medio se realizará dicha evaluación.  La evaluación es el proceso de diseñar, obtener y proporcionar información útil para juzgar alternativas de decisión, dice Stuffelbeam (1971). 

En la mayoría de las veces en las evaluaciones se hacen notar los errores como algo malo, y no debe de ser así. El error es parte del proceso de enseñanza- aprendizaje, no todos los alumnos lograra comprender a la primera los temas. Esto nos lleva al diferente ritmo de aprendizaje que tiene cada alumno en el aula. En las evaluaciones realizadas deberían de ser resaltados los resultados positivos y no restregar los errores.

Los resultados de las evaluaciones De los alumnos son cuantificadas con lo típico: el 5 es la calificación reprobatoria Y el 10 es la calificación de excelencia. Algunas veces las evaluaciones son cuantificadas con un criterio no muy oportuno. El criterio que se debe manejar debe de ser accesible, preciso y más confiable. El  criterio común de número del 5 al 10 no es muy confiable y mucho menos preciso ya que el hecho de tener un número 10 de calificación no implica que el alumno sea competente en las circunstancias que se le presente y aplique sus conocimientos.

La etiquetación que se obtiene por la evaluación educativa figura estampada en impresos, debidamente rubricada por la autoridad académica. Lo cierto es que, en este mecanismo, sólo se incluye al alumno, quiera o no, quedando muchos otros responsables del proceso educativo sin esa consideración evaluadora. La evaluación debería aplicar para que los docentes enriquezcan su práctica y mejoren su ambiente de aprendizaje en las aulas. Sin embargo algunos docentes responsabilizan en absoluto a los niños por la cuantificación de sus conocimientos, pero ¿alguna vez al docente le ha pasado por la mente que el de los errores es él mismo en su práctica? Resulta fácil responsabilizar a los alumnos y la sociedad de estos resultados. El docente debe estar comprometido con su profesión, con sus alumnos y con la sociedad en general. El docente que está consciente de lo que sucede en su práctica en el aula es un docente capaz de mejorar y se evalúa a sí mismo.[pic 5]

La cuantificación de los conocimientos e los alumnos es resultado de proceso de evaluación en la que el instrumento empleado es crucial al omento de evaluar. Algunas veces los docentes hacen un mal uso de los instrumentos de evaluación o no utilizan el instrumento más adecuado a las circunstancias en la que los alumnos se encuentran. Un buen ejemplo es el instrumento de evaluación más común y más utilizado por los docentes es tan sonado “examen”. Ningún instrumento de evaluación es deplorable, simplemente algunas veces no se sabe hacer un buen uso de estos. Muchos docentes utilizan este instrumento para asignar calificación a los alumnos y juzgarles, sin embargo no siempre es confiable la calificación de os exámenes. Un ejemplo sería que un examen de lengua (español) tiene cinco reactivos, el valor del examen es de veinte puntos y cada reactivo tiene el valor de cuatro puntos. Supongamos que un alumno tenga tres errores, solo en tres errores los alumnos ha perdido unos ocho puntos de los veinte del examen. Por eso el examen es una herramienta mal empleada, algunas veces los criterios no están bien establecidos o el examen no está diseñado de acuerdo a las características de los alumnos.

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