Etica A Nicomaco
Enviado por kaniitha • 18 de Febrero de 2014 • 12.133 Palabras (49 Páginas) • 229 Visitas
Ética a Nicómaco –– Aristóteles
Libro tercero
De los morales de Aristóteles, escritos a Nicómaco y por esto llamados
Nicomaquios
Por cuanto en el precedente libro se ha probado ser la virtud acto voluntario y
consistir en la elección y aceptación de nuestra voluntad, para que mejor se entienda
esto, trata en el tercero de los actos de nuestra voluntad cuáles se hayan de decir libres y
cuáles forzados, y si lo que se hace por temor es voluntario, o no, y en qué consiste la
potestad del libre albedrío. Tras de esto comienza de tratar, en particular, de cada género
de virtud, y echa mano primero de las más estimadas, que es de la fortaleza o
valerosidad; y tras de ella trata de la templanza, con las cosas que a ambas virtudes son
anexas. En el primer capítulo propone la utilidad de esta disputa. Después divide los actos
forzosos en dos especies: unos que se hacen por violencia y otros por ignorancia; y
propone sus diferencias. Disputa asimismo si las cosas que por temor de algunos males
se hacen son voluntarias o forzosas, y prueba la acción de ellas ser voluntaria, pues el
principio de ellas es la aceptación de nuestra voluntad; aunque si libre estuviese no las
escogería, y por esto concluye ser acciones mezcladas de elección y violencia, y no ser
del todo violentas. Porque si lo fuesen, no tenían alabanza ni reprehensión.
Capítulo primero
Pues la virtud consiste en los afectos y en las obras, y las alabanzas y
reprehensiones consisten asimismo en cosas voluntarias, y en las forzosas el perdón, y
aún algunas veces duelo y compasión, por ventura que a los que tratan de cosa de virtud
les es necesario definir cuáles cosas son forzosas y cuáles voluntarias. Es asimismo
útil a los legisladores para tasar las honras y castigos. Aquellas cosas, pues, parecen ser
forzosas, que por violencia se hacen o por ignorancia. Violento es aquello cuyo principio
procede de fuera, de tal suerte que no pone de suyo cosa alguna el que lo hace ni el que
lo padece, como si el viento llevase algo a alguna parte, o los hombres que son señores
de ello. Más las cosas que se hacen por temor de algunos males mayores, o por causa de
algún bien, como si un tirano le mandase a uno que hiciese alguna cosa fea, teniéndole
en rehenes sus padres y sus hijos, de tal suerte que si lo hace se librarán, y si no lo hace
morirán, hay disputa si son cosas voluntarias o forzosas. En las cuales acontece lo mismo
que en las tormentas y borrascas de la mar, cuando se alivian en ellas los navíos. Porque
allí ninguno de su voluntad echa al hondo su hacienda, pero hácenlo todos los que buen
seso tienen, por salvar su vida y las de los que van con ellos. Son, pues, los hechos
semejantes mezclados, aunque más parecen voluntarios, porque cuando se hacen,
consisten en nuestra mano y elección. Pero el fin de la obra consiste en la ocasión, y
hace de decir así lo voluntario como lo forzoso cuando se hace. Y hacerlo voluntariamente,
pues las partes que son instrumento de aquel movimiento y su principio en las tales
acciones, están en el mismo que lo hace, y cuando en el que lo hace está el principio del
hacerlo, también está en mano del mismo el hacerlo o dejarlo de hacer. De manera que
las tales obras son voluntarias. Aunque generalmente hablando, por ventura son forzosas,
pues ninguno por sí mismo aceptaría el hacer ninguna cosa como aquellas. Aunque en
hechos semejantes algunas veces son alabados los que alguna cosa torpe o triste sufren,
por causa de algunos grandes bienes, y si lo contrario hacen son reprehendidos. Porque
sufrir cosas muy feas, si no es por razón de algún grande o mediano bien, es, cierto,
hecho de ruines. Pero en algunos hechos de éstos no alabamos a los que los hacen,
antes nos dolemos de ellos, cuando por causa de esto hace uno lo que no debería, y lo
que a la natura humana excede, y lo que, en fin, ninguno sufriría. Porque cosas hay a que
los hombres no han de ser forzados, antes han de morir sufriendo los más graves
tormentos del mundo. Porque en aquel Almeon de Eurípides son dignas de risa las cosas
que dice que le habían forzado, a matar a su madre. Es, cierto, algunas veces cosa
dificultosa juzgar cuál se ha de escoger antes que cual, y cuál antes que cual habemos de
sufrir, y más dificultoso el sufrirlo después que se entiende. Porque por la mayor parte
acontece que lo que nos parece hacedero sea cosa triste y pesada, y a lo que nos
fuerzan cosa fea y afrentosa. De do procede que los que se dejan o no se dejan vencer,
son vituperados o alabados. ¿Qué cosas, pues, habemos de confesar ser violentas?
¿Generalmente no diremos que lo son aquellas cuya causa viene de fuera, y el que las
hace no pone nada de su casa? Pero las cosas que de suyo son forzosas y violentas,
pero en comparación de otras son más de escoger, y cuyo principio está en mano de
quien las hace, ¿no diremos que de suyo cierto son forzosas y que en respecto de otras
son voluntarias? Aunque más parecen cierto voluntarias, porque los tales hechos
consisten en cosas particulares, las cuales son voluntarias. No es, pues, fácil cosa
determinar cuál cosa primero que cuál habemos de aceptar, porque en esto hay en las
cosas particulares muy gran diversidad. Más si alguno quiere decir que las cosas
apacibles y buenas son forzosas, pues estando fuera del alma nos competen, estará
obligado a confesar que por la misma razón todas las cosas son forzosas, porque todos
los que algo hacen, lo hacen por alguno de estos fines. Y los que por fuerza y contra su
voluntad lo hacen, entristecerse de aquello; más los que obran lo malo, por razón de su
dulzura, hácenlo con contentamiento. Es cosa, pues, de risa dar la culpa a las cosas de
de fuera, y no a sí mismo, de que así tan fácilmente se deje cazar de cosas semejantes de
las cosas buenas por sí mismo y de las deshonestas por su suavidad. Aquello, pues,
parece ser forzoso, cuyo principio y origen está de fuera, no poniendo de suyo nada el que
es forzado. Pero de las cosas que por ignorancia se hacen, no son todas voluntarias, más
aquellas en que el haberlas hecho da tristeza y causa arrepentimiento, son forzosas. Pero
el que hace por ignorancia alguna cosa y de haberla
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