La Filosofia
Enviado por manuuu • 14 de Mayo de 2012 • 2.418 Palabras (10 Páginas) • 376 Visitas
Hemos denegado del goce que produce entregarse al deleite exquisito que solo nos ofrece la posibilidad del crear, de entregarnos a nuestras más profundas pasiones y darles la fuerza para que tomen vuelo y puedan encumbrar las cimas más altas del ingenio.
Desde el instante en que nacemos, encontramos en derredor, un sin número de incidencias que nos empiezan a transformar a medida que vamos desarrollando nuestro pensamiento. Esta serie de influencias, son propiciadas principalmente por circunstancias culturales que actúan sobre nosotros como una fuerza que moldea, hasta el punto, que estamos tan profundamente inmersos en nuestra cultura que nos es difícil situarnos con suficiente perspectiva y ver que ésta es sólo un conjunto de disposiciones hechas por el hombre para regular la vida social.
Son definitivamente las influencias culturales, una de las principales bases de la conducta humana, que es originada en esencia por la existencia de sociedades organizadas. Pertenecer a una sociedad dada significa, cuando menos la exposición, sino la completa adhesión, a sus valores culturales, un cierto grado de conformidad con la conducta de sus miembros y la necesidad intima de contactos sociales satisfactorios con otras personas.
En esta medida vemos como, a lo largo de la historia, las diferentes sociedades han reprimido de una u otra forma, algunos aspectos propios del hombre que según los paradigmas preponderantes del contexto, son mal vistos y consecuentemente cohibidos por los miembros de los subgrupos imperantes que dictan los derroteros que indican el comportamiento que adquirirá toda la sociedad incidida.
Sin embargo, de alguna forma todos los seres humanos nos caracterizamos por conformar unas cualidades propias e individuales, dentro de la inmensa ola de alicientes que buscan hundirnos en las profundidades de aquel inmenso mar de turbias aguas igualitarias, que en su terrible arremetida a pocos permiten permanecer a flote sobre la superficie.
Una de las más relevantes armas de que se sirve la cultura para coartar nuestros instintos y enfilarnos en la ringlera de la unilateralidad, es sin duda la moral, que tiene su origen en la interacción social, como método adecuado para ejercer un control social que permitiese la mutua convivencia de una comunidad, para lo cual había que inhibir ciertos comportamientos individuales que pudieran ocasionar conflictos interpersonales y otros de conveniencia particular.
Moral que además, tuvo la necesidad de inventar un polo regulador, un elemento contradictor, una fuerza represora, una potencia que afirmara la luz, la lucidez, el principio de la espiritualidad en el hombre, entonces ideo la concepción hiperbólica de la razón. Todo para que la moral pudiera cumplir a cabalidad su función negadora de la vida, despreciadora de la sensualidad, la sensibilidad y la imaginación.
La razón es un prototipo de conocimiento y de acción, un conocimiento aceptado durante algún tiempo. La razón permite comprender cómo piensan y actúan los hombres, dentro de que parámetros, pero no explica como evolucionan el pensamiento y la praxis. La razón no evoluciona a partir de sí misma. La razón es normativa, es un parámetro que establecen los hombres dentro de un proceso de civilización determinado, pero no algo convenido o propuesto voluntariamente, sino algo que se impone como una síntesis del proceso social, como un patrón aceptado, esteriotipado.
Cuando la razón ha llegado a ser opresora, estrecha agobiarte, los hombres vislumbran un mas allá de la racionalidad, algo que no es en sí mismo racional pero que llegará a serlo. La aceptación de la realidad nueva, un cambio en la estrategia epistemológica, el rechazo de un proceso que aparecía a todas luces benéfico, pero que llega el momento en que revela sus repercusiones nocivas para la sociedad.
Este mas allá obedece a impulsos internos, que traspasan las barreras de la racionalidad, se encuentra en la medula de la esencia humana, la cual obedece mas a una fuerza inédita interna, que a los ataviados vericuetos de las normatividades imperantes.
En esta medida, es conveniente remembrar los antecedentes humanos que nos muestran una opción en lo instintivo y mundano, para así poder alcanzar la pluridimencionalidad que nos aproxime hacia la forma que nos permita ser mas humanos, en tanto que aceptamos nuestro ser como tal sin reprimir las sensaciones de tal forma que podamos darnos la oportunidad de la vida, que contraste nuestras pulsiones con la racionalidad imperante, gastada y castrante, y propicie otra nueva que posibilite un pensamiento y una acción mas ricos, mas comprensivos o gratificantes, que tengan como cimiento la imaginación, la sensibilidad en su mas amplia acepción: sensualidad, goce, arte, creación, juego...
Estas son algunas de las cualidades que podemos dilucidar en el paso que se da del mito a la filosofía en la cultura griega, y que nos permiten observar como afectó de alguna manera la racionalización de las concepciones humanas en el fuero interno del hombre, lo cual lo llevaría a atar su ímpetu con los fuertes lazos de la razón, en detrimento del hombre mismo.
Es extraño que la Grecia antigua, no evidenciaba los aspectos coercitivos de otras culturas, sino que en su inusitada diversidad de divinidades, héroes, musas y demás creaciones fantásticas basadas en la magnificencia de la naturaleza y la delirante embriaguez de las artes; haya labrado un soporífero hechizo sobre el pueblo griego, efecto que llevo a esta embrionaria sociedad, como por un efecto hipnótico, a una inusitada oleada de creación artística, que se dio en el teatro, en la escultura, en la música, en donde surgieron genios artistas de la talla de Sófocles, Fidias, Euripides, Esopo, Aristofanes, Hesíodo y muchos mas que gracias a que esta era una cultura viva, creativa, alimentada por la corriente venosa del mito, lograron engrandecerse en la magnificencia de la magia que ofrecía esta no intelectualizada cultura, muy al contrario de la que posteriormente se daría en occidente partiendo de la propia Grecia, en donde imperarían el dominio de la razón y la lógica los cuales terminarían por negar ese instinto demoníaco y pasional del impetuoso artista Griego.
El mito era la simbolización de una cultura abundante en meandros y en ricas y complejas estructuras verbales, que eran interpretadas libremente por los artistas, dando lugar a una constelación de vivificantes que contribuyan a desarrollar la imaginación y a poblar su universo simbólico de creaciones que delectaban el espíritu.
Todo esto porque la religión griega era una religión artística, no poseía sacerdotes ni dogmas. No se trataba de un mundo moral
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