La Modernidad Y Post Modernidad
Enviado por JennyAmaya19 • 13 de Agosto de 2014 • 7.809 Palabras (32 Páginas) • 417 Visitas
La Modernidad
y
Post-Modernidad
MODERNIDAD
La modernidad es uno de los conceptos perennes en la discusión sociológica. En años
Recientes se puede observar una concentración de la discusión en el ámbito cultural y
De la modernidad entendida como proyecto. En el artículo se defiende la idea que no se
puede olvidar por ello las importantes transformaciones en la dimensión institucional y
en la dimensión material que fueron coetáneas de los cambios culturales. Además, estos
son cambios que no necesariamente tienen que ir combinados, de manera que una
formación social institucional y materialmente moderna no requiere de un proyecto
moderno, el que –finalmente- corresponde más bien al proyecto específico, de las
sociedades en que se dio por primera vez la modernidad. En última instancia, la
modernidad ha de ser entendida en un análisis histórico que nos permita superar las
deficiencias que ha tenido el uso de la distinción tradicional / moderno.
LA DISCUSIÓN SOBRE LA MODERNIDAD EN SOCIOLOGÍA.
La modernidad es siempre uno de los conceptos cruciales de la sociología. Se puede
plantear que el nacimiento de la disciplina dice relación con tratar de explicarse los
cambios sociales que hemos venido en denominar modernidad, y que la sociología como
disciplina es la ciencia social que intenta entender la modernidad (Giddens, 1977
[1973]). Pero una preocupación por la modernidad y por su desarrollo también se puede
observar en diversas síntesis teóricas más recientes: En el análisis de Habermas sobre
una colonización del mundo de la vida desde los sistemas (Habermas, 1987 [1981]), o en
la discusión luhmanniana sobre la sociedad de sistemas diferenciados (Luhmann, 2007
[1997]); claramente estamos ante perspectivas que intentan dar cuenta de la
modernidad. De hecho, en general podemos plantear que una característica importante
de la teoría social en los últimos años ha sido un movimiento desde las síntesis teóricas
generales a una preocupación por el cambio social contemporáneo (Joas & Knöbl, 2009
[2004], pág. 463). En todo caso, es claro que en las ideas de Beck sobre sociedad del
riesgo (Beck, 2006) o de Bauman sobre la transformación a una sociedad líquida
(Bauman, 1999), estamos ante una preocupación por elaborar un diagnóstico
sociológico de las sociedades contemporáneas. La modernidad ha sido también parte relevante de la discusión en la sociología
latinoamericana, y en particular en la chilena. Los conceptos de Morandé (1984) sobre
una identidad no moderna, o al menos no en torno a una modernidad ilustrada; y la
respuesta de Larraín sobre la relevancia de la modernidad para la identidad en
nuestras sociedades (Larraín, 2001) son una muestra de la presencia de la modernidad
en el debate sociológico. De hecho, perspectivas que en primera instancia podrían no
estar asociadas a una discusión de la modernidad –como la perspectiva de la matriz
sociopolítica (Garretón, Cavarozzi, Cleaves, Gereffy, & Hartlyn, 2004)- también están
imbricadas en esta discusión. Una idea central en esta perspectiva es la idea de
proyecto, y actores con proyectos se puede plantear es parte constitutiva de lo que es
la sociedad moderna. Finalmente, está discusión también está asociada a las
transformaciones del estado-nación (Garretón, 2008), que es una de las instituciones
claves de la modernidad.
Es interesante a este respecto una característica que se repite varias veces en las
discusiones de la modernidad, siendo una además que en el debate local ha tenido una
importancia incluso mayor: Entender la modernidad en términos culturales y
subjetivos. En la división tradicional entre modernización y modernismo, podemos
plantear que una parte importante de las discusiones de las últimas décadas sobre
modernidad, y en particular en la sociología en Chile, se han centrado en la idea de
modernismo.
Múltiples discusiones recientes sobre la modernidad están claramente orientadas en
estos ejes. La discusión de Habermas sobre el proyecto de la modernidad (Habermas,
1989) no es un estudio solamente filosófico, los análisis de Taylor sobre los imaginarios
de la modernidad (Taylor, 2006) también pueden entenderse como parte de esta visión
de la modernidad. Los estudios de Inglehart sobre valores se entienden, finalmente, en
torno a una concepción de la modernidad en que esta dimensión es crucial (Inglehart,
1997). Wagner (1997 [1993]) ha sido uno de los autores actuales más claros de esta
postura: La modernidad para él se tiene que estudiar en términos del proyecto de la
modernidad –y en particular, la creación de sujetos libres y autónomos-, y la dialéctica
entre libertad y disciplina organiza las etapas de la modernidad que diferencia: liberal
restringida, estructurada y liberal ampliada. Y en general no es difícil encontrar textos
en que la modernidad se asocia al proyecto de la Ilustración (por ejemplo, Appadurai,
1996: 1) Como ya mencionamos, la discusión de Morandé (1984) y de Larraín (2001)
son explícitamente discusiones de la modernidad en términos culturales. En última
instancia, muchos sociólogos suscribirían a la siguiente declaración de Wagner: ‘hace
más de dos siglos se registró en el nivel histórico y sociológico un cambio radical en los discursos sobre los hombres y las sociedades. Esta ruptura discursiva estableció las
ideas modernas como significados imaginarios para los individuos y las sociedades e
instituyó así nuevos tipos de temas y de conflictos sociales y políticos’ (Wagner, 1997
[1993], pág. 30).
Ahora, claramente esa no es la única forma de referirse a la modernidad. Hay otras
dimensiones y otros procesos sobre los cuales también se puede discutir sobre
modernidad: uno bien pudiera referirse a cambios en las instituciones o en las
estructuras. Uno de los argumentos más claros de por qué los aspectos discursivos
debieran tener prioridad en un análisis de la modernidad lo entrega el mismo Wagner.
En primer lugar, el cambio es más radical –más revolucionario y más rápido- en lo que
concierne a las ideas que en lo que concierne a las estructuras. En segundo lugar, los
cambios más
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