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Pensamiento Y Palabra


Enviado por   •  3 de Octubre de 2014  •  9.393 Palabras (38 Páginas)  •  358 Visitas

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He olvidado la palabra que quería

pronunciar y mi pensamiento, incorpóreo,

regresa al reino de las sombras.

(De un poema de O. Mandelstam)

Cuando comenzamos nuestro estudio lo hicimos con la intención de descubrir las relaciones entre pensamiento y palabra en las primeras etapas del desarrollo filo y ontogenético, pero no hemos encontrado una interdependencia específica entre sus raíces genéticas. Descubrimos simplemente que la íntima relación que buscábamos, no constituía un prerrequisito para el desarrollo histórico de la conciencia humana, sino más bien, un producto de la misma.

En los animales, incluyendo a los antropoides cuyo lenguaje es fonéticamente semejante al humano, y cuyo intelecto es afín al del hombre, la palabra y el pensamiento no se encuentran interrelacionados. Asimismo no cabe duda de que en el desarrollo del niño existe un período pre-lingüístico en el pensamiento y una fase pre-intelectual en el lenguaje. Pensamiento y palabra se encuentran conectados por un vínculo primario. La conexión se origina, cambia y crece en el curso de su evolución.

Sin embargo sería un error considerar el pensamiento y la palabra como dos procesos sin conexión que pueden ser paralelos o cruzarse en ciertos puntos influyéndose mecánicamente. La ausencia de un vínculo primario no implica que entre ellos sólo pueda formarse una conexión mecánica. La futilidad de muchas de las investigaciones anteriores se debió en gran parte a la presunción de que el pensamiento y la palabra eran elementos aislados e independientes y el pensamiento verbal un fruto de su unión externa.

El método de análisis basado en esta concepción estaba destinado a fracasar pues intentaba explicar las propiedades del pensamiento verbal fraccionándolo en sus componentes -pensamiento y palabra-, ninguno de los cuales, considerado por separado, posee las propiedades del conjunto. Este método no constituye un análisis verdadero, útil en la resolución de problemas concretos, sino que conduce más bien a generalizaciones. Lo hemos comparado al análisis del agua separándola en hidrógeno y oxígeno, cuyo resultada sólo proporcionaría hallazgos aplicables a toda el agua existente en la naturaleza, desde el Océano Pacífico hasta una gota de lluvia. De modo similar, la afirmación de que el pensamiento verbal se compone de procesos se aplica a su totalidad y a cada una de sus manifestaciones, sin explicar ninguno de los problemas específicos que se presentan al investigador.

Nosotros hemos intentado un nuevo enfoque y sustituimos al análisis de los elementos por el de unidades, cada una de las cuales retiene en forma simple todas las propiedades del conjunto. Esta unidad del pensamiento verbal la encontramos en la significación de la palabra. Ambos términos constituyen una amalgama tan estrecha de pensamiento y lenguaje que resulta difícil dilucidar si es un fenómeno del habla o del pensamiento. Una palabra sin significado es un sonido vacío, el significado es, por lo tanto, un criterio de la "palabra" y su componente indispensable. Al parecer, en este caso, se podría contemplar como un fenómeno del lenguaje. Pero desde el punto de vista de la psicología, el significado de cada palabra es una generalización o un concepto. Si las generalizaciones y conceptos son innegablemente actas del pensamiento, podemos considerar al significado como un fenómeno inherente al pensamiento. Sin embargo, esto no implica que el significado pertenezca formalmente a dos esferas diferentes de la vida psíquica. El significado de la palabra es un fenómeno del pensamiento mientras éste esté encamado en el lenguaje, y del habla sólo en tanto esté relacionado con el pensamiento e iluminado por él. Es un fenómeno del pensamiento verbal, o del lenguaje significativo, una unión de palabra y pensamiento.

Nuestras investigaciones experimentales confirman ampliamente esta tesis básica. No sólo probaron que el estudio concreto del desarrollo del pensamiento verbal se posibilita mediante el uso del significado de la palabra como unidad analítica, sino que también condujeron a una segunda tesis, que nosotros consideramos como el resultado principal de nuestro estudio y que surge directamente de la primera, y es que el significado de la palabra está sujeto a un proceso evolutivo; este enfoque debe reemplazar el postulado de la inmutabilidad de los significados.

Las antiguas escuelas de psicología consideraban que el enlace entre palabra y significado era un vínculo de asociación que se establecía a través de percepciones simultáneas y repetidas de determinados sonidos y objetos. Una palabra sugiere en la mente su contenido como el sobretodo de un amigo nos hace pensar en él, a una casa en sus moradores. La asociación entre palabra y significado puede tomarse más fuerte o más débil, enriquecerse por conexiones con otros objetos de la misma especie, extenderse sobre un campo más amplio o restringirse a otro más limitado, puede sufrir cambios cuantitativos y externos, pero no puede cambiar su naturaleza psicológica. Para que esto sucediera tendría que dejar de ser una asociación. Desde ese punto de vista cualquier desarrollo del significado de las palabras resulta inexplicable e imposible: ésta es una implicación que obstaculizó tanto el trabajo de las lingüistas como el de los psicólogos. La semántica adoptó la teoría de la asociación y continuó considerando el significado de las palabras como un enlace entre el sonido de las mismas y su contenido. Todas las palabras, desde las más concretas a las más abstractas, parecían estar constituidas de la misma manera en lo concerniente al significado, sin contener nada relativo al lenguaje como tal; una palabra nos hacía pensar en su significado, del mismo modo que un objeto cualquiera nos recuerda o otro. No es sorprendente que la semántica ni siquiera mencionara el problema de la evolución del significado de las palabras. El desarrollo se reducía a cambios en las conexiones asociativas entre determinadas palabras y objetos. Un vocablo podía denominar primero un objeto y luego asociarse con otro, en la misma forma en que un sobretodo, habiendo cambiado de dueño, puede hacernos recordar primero a una persona y luego a otra. La lingüística no comprendió que en la evolución histórica del lenguaje también cambian la estructura del significado y su naturaleza psicológica. El pensamiento verbal se eleva de las generalizaciones primitivas a los conceptos más abstractos. No cambia sólo el contenido de la palabra, sino el modo en que se generaliza lo realidad y se refleja a través de la palabra.

La teoría de la asociación también resulta inadecuada para explicar el desarrollo del significado de los vocablos en la infancia. Asimismo, en este caso, sólo puede dar cuenta de los cambios puramente cuantitativos

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