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Prof. En Psicología Y Cs. De La Educación


Enviado por   •  14 de Abril de 2013  •  1.166 Palabras (5 Páginas)  •  319 Visitas

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Del mito al Logos: Los inicios de la Filosofía

Se suele decir que el inicio de la filosofía radica en el paso del mito al logos, es decir, en el paso de explicaciones o respuestas tradicionales y arbitrarias a explicaciones lógicas y racionales. Los griegos protagonistas de este paso o salto fundaron lo que llamamos filosofía; ahora bien, ¿este paso se dio de una vez por todas y para siempre o, al contrario, debemos repetirlo constantemente?

Los mitos son relatos fabulosos que explican o dan respuesta a interrogantes o cuestiones importantes para los humanos; en segundo lugar, los mitos son relatos que pretenden dar modelos de actuación. Los mitos se imponen como relatos llenos de autoridad pero sin justificación; se apela, emotivamente, a que las cosas siempre han sido así. Los mitos griegos, por ejemplo, explican cómo se hizo el mundo, cómo fue creado el primer hombre y la primera mujer, cómo se obtuvo el fuego, cómo apareció el mal en el mundo, qué hay tras la muerte,…; al mismo tiempo, las actuaciones extraordinarias de los personajes míticos son un ejemplo o pauta a seguir. Los griegos disponían de gran número de mitos; nosotros, también. Disponemos de mitos que cumplen tanto la función explicativa como la función ejemplificadora.

En Grecia, en el siglo VI antes de Cristo, unos hombres emprendedores, los primeros filósofos, empezaron a cuestionarse tanto las explicaciones que daban los mitos como las pautas de conducta que ofrecían. Eran unos hombres a quien los atraía hacerse preguntas, que notaban incoherencias en los relatos míticos de su entorno, que constataban relatos diferentes en pueblos diferentes. Estos hombres, dominados por una plural curiosidad y por una actitud crítica, son los que protagonizaron lo que se conoce como el milagro griego: el paso del mito al logos. Para ellos, este paso significaba desconfiar de las imaginativas narraciones o explicaciones populares y, con una mirada nueva, observar y analizar la naturaleza, intentando descubrir en ella las causas de los acontecimientos; por ello, en vez de hablar de divinidades empezaron a en inventar conceptos. Con los mitos, el mundo era caótico y arbitrario: nada estaba sometido a leyes naturales fijas; con la visión racional del mundo, éste deviene ordenado y regido por unas leyes estables y fijas que se pueden descubrir.

Este paso fundacional de la filosofía, acontecido en Grecia y explicable por una confluencia de factores, no es algo «natural» y definitivamente adquirido, es un paso que tiene que realizar toda persona que quiera mantener una actitud despierta e investigadora.

Cuando un niño de seis o siete años comienza a descubrir incoherencias y contradicciones en el encantador mundo del ratón de los dientes, o el viejo pascuero, entonces comienza a revivir una experiencia parecida a la de los primeros filósofos. Aquello que el niño había creído durante toda su vida es ahora asediado con multitud de preguntas; el proceso de superación de su mito será conflictivo y aleccionador. El abandono o pérdida del agradable relato del viejo pascuero y la aceptación de que éstos son los padres será, probablemente, su primer paso del mito al logos. Niños y niñas se hallan, por lo general, más cerca de la genuina actitud filosófica.

Una genuina actitud filosófica es aquella que nunca sacia completamente su curiosidad, constantemente está haciéndose preguntas, posee una actitud crítica, plantea dudas frente a las explicaciones oficiales y/o tradicionales, etc. La propia palabra filosofía, utilizada para designar la actividad de estos griegos, significaba y significa «afán o anhelo de saber», no posesión de saber o conocimiento: El filósofo siempre está lo suficientemente consciente de la dificultad de expresar la última palabra

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