Reyes Plata Victor Enrique Tratado de la Naturaleza Humana
Enviado por Pandemonio • 7 de Septiembre de 2017 • Apuntes • 1.746 Palabras (7 Páginas) • 223 Visitas
Reyes Plata Victor Enrique
Tratado de la Naturaleza Humana
II. De las Ideas de Tiempo y Espacio
1. De la infinita divisibilidad de nuestras ideas del espacio y el tiempo:
David nos dice que la capacidad del espíritu es limitada y que no puede jamás alcanzar una concepción plena y adecuada del infinito, esto es demostrable mediante la vía de la experiencia, pues, es imposible que una mente, que tiene finitud, pueda alcanzar plana y claramente la idea de algo que es infinito. Esto se ve más claramente en la siguiente cuestión. Es pensable que todo se puede dividir hasta el infinito, entonces debe de constar de un número infinito de partes que es imposible poner límite alguno al mismo tiempo a esta sucesión de la división. Ahora bien, dado que nuestro espíritu tiene capacidad limitada, le es inconcebible pensar en pequeñísimas partes, pues si es posible, sólo tiene lugar en la imaginación pero en forma oscura, pero en la experiencia cotidiana, si se intenta dividir algo demasiadas veces, se llega el momento en que, ese pequeño trozo, ya no se podrá dividir más, pues nuestro pulso, o nuestros instrumentos, no nos proporcionan manera de hacerlo. Fuese lo que fuese que se intente dividir, la idea de esa cosa no se puede dividir, n en diez, ni en ninguna cantidad posible, pues siempre se estará pensando a la cosa como estaba en un principio. Así es que nada puede ser más pequeño que algunas ideas que nos formamos en la fantasía e imágenes que aparecen a los sentidos, pues son ideas e imágenes perfectamente simples e indivisibles. Las únicas ideas que se pueden dividir son las compuestas. Es por eso que el defecto de nuestros sentidos estriba en que nos da imágenes desproporcionadas de las cosas y nos representan como pequeño y simple lo que, en realidad, es grande y compuesto de un número elevado de partes. Puesto esto en la mesa, la imaginación nos engaña, haciéndonos pensar que las cosas se pueden dividir hasta el infinito, en cuanto eso es imposible para los seres finitos.
2. De la finita divisibilidad del espacio y tiempo:
El fundamento del conocimiento humano radica en que siempre que las ideas sean representaciones adecuadas de los objetos, las relaciones, contradicciones y concordancias de las ideas son totalmente aplicables a los objetos. Como se ha visto, toda cosa capaz de ser dividida infinitamente contiene un número finito de partes, pues de otro modo, la división se detendría en las partes indivisibles, es así que una extensión finita no puede ser infinitamente divisible, pero un una extensión infinita sí puede ser finitamente divisible. Sobre la extensión Hume dicta que lo más pequeña idea que se pueda formar de una extensión es una cualidad real de esta, y que si se repite esta idea varias veces en forma de adición, se haya una idea compleja de extensión que surge de esta repetición. Por experiencia propia se puede seguir aumentando este proceso y seguirse hasta el infinito; por lo que David concluye que la idea de número infinito de partes es individualmente la misma idea que la de una extensión infinita y que ninguna extensión finita es capaz de contener un número infinito de partes, y por consecuencia, que ninguna extensión finita es divisible infinitamente. Sobre el número y la unidad se puede decir que termino de unidad es meramente una denominación ficticia que el espíritu puede aplicar a cualquier cantidad, es una definición, de objetos que ella agrupa, por lo que no puede existir por sí sola esta unidad, como sí puede existir por sí solo el número, por tener realidad en sí mismo. Esto se utilizó para expresar también la semejanza con lo que ocurre con el tiempo. Es pues que, el tiempo, tal y como existe debe hallarse compuesto de momentos indivisibles, pues si en el tiempo no podemos jamás llegar al fin de la división y si cada momento que sucede a otro no fuera único e indivisible, existirían un número infinito de momentos coexistentes o partes de tiempo, lo cual, por experiencia es imposible, pues, entonces cada infinidad de tiempos no dejarían pasar de una sucesión perceptible a la otra, tal es el caso problemático del hombre que tira una flecha y esta nunca llega a dar con el blanco, por la divisibilidad de la extensión que recorre, pero esto llevado al caso del tiempo.
3. De otras cualidades de nuestras ideas de espacio y tiempo:
Dado que las impresiones preceden siempre, y que toda idea que la imaginación posee hace su primera aparición en una impresión correspondiente, a las ideas, es verdad que existen ideas muy oscuras y que es difícil para el espíritu saber su verdadera impresión correspondiente. La idea de extensión surge de sensaciones derivadas de la viste o de impresiones internas (pasiones, emociones, deseos) que se derivan de estas impresiones, pero esta idea se concede sólo después de contemplar los objetos y cerrar los ojos. Es pues que la extensión se dice que es una copia de meros puntitos coloreados dispuesto de un cierto modo.
La idea de tiempo se deriva de la sucesión de nuestras percepciones de cualquier género, tanto ideas como impresiones. Así es que del mismo modo que de la disposición de los objetos visibles y tangibles obtenemos la idea del espacio, obtenemos la idea del tiempo, de la sucesión de ideas e impresiones y no es posible que el tiempo por sí solo aparezca o sea conociendo por el espíritu. Es evidente que el tiempo o duración consiste en partes diferentes, pues de otro modo no podríamos concebir una duración más larga o más breve. El tiempo corresponde a la sucesión mientras que espacio a la coexistencia. La idea del espacio es procurada al espíritu por dos sentidos: la vista y el tacto, y nada parece extenso más que lo que es visible o tangible. La impresión compuesta que representa la extensión consta de varias impresiones menores que son indivisibles para la vista o el tacto y que pueden ser llamadas impresiones de átomos dotados de color y solidez. Si se le son suprimidas a los átomos estas características, las de color y solidez, entonces estamos aniquilando estas ideas para nuestro pensamiento o imaginación. Es por eso que no poseemos una idea de extensión, más que cuando la consideramos coloreada y tangible, por lo tanto, no poseemos una idea de espacio o extensión más que cuando la consideramos como un objeto de nuestra vista o tacto. Esto mismo prueba que los momentos indivisibles del tiempo deben llenarse con algún objeto real, cuya sucesión forme la duración y la haga ser concebible por la mente.
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